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Exclusión Psicosocial Y Afectividad

Cosimini19 de Octubre de 2013

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EXCLUSION PSICOSOCIAL Y AFECTIVIDAD

De la investigación social a la clínica de la afectividad.

José González Cosimini.

Psicólogo Clínico, Facultad de Psicología, Universidad de la República, Uruguay.

Resumen:

El presente artículo pretende dar cuenta de una experiencia de investigación: el proceso de exclusión psicosocial como precursor de los trastornos afectivos. La misma está enmarcada dentro del trabajo que desarrollan en la comunidad egresados y estudiantes de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República (Uruguay), siendo su ejecución financiada por aportes propios, de los beneficiarios y de la sociedad civil.

El interés por investigar esta temática surge a partir de la experiencia que nuestro equipo desarrolla desde el año 2000 en la asistencia psicológica a poblaciones en condiciones de riesgo económico y psico-social en el área urbana de la ciudad de Montevideo, Uruguay.

En este escenario, a partir del modelo neoliberal, se producen fenómenos psico-sociales de desplazamiento de la población fuera de los límites de la contención social; las consecuencias de este proceso son consideradas aquí articuladas con sus manifestaciones psíquicas.

Así los trastornos de la afectividad y más específicamente las crisis emocionales, la depresión y las urgencias psicológicas aparecen como maneras de manifestarse el malestar por la exclusión.

La presente experiencia comienza a ejecutarse en agosto de 2005 y en el diseño del modelo terapéutico de intervención y asistencia en crisis hemos delimitado tres grandes ejes que organizan nuestro pensamiento y accionar: la exclusión, los trastornos afectivos y la asistencia psicológica en crisis.

De las intenciones.

En los últimos decenios en nuestro país el modelo neoliberal generó una ruptura en lo social, económico y político que estableció profundas transformaciones en las significaciones y los imaginarios colectivos. Como consecuencia se produjo un profundo cambio en el universo que de alguna manera garante y sostiene el funcionamiento regular del colectivo social.

Dentro de este escenario, se describen los fenómenos psicosociales que se producen en relación con el desplazamiento del sujeto fuera de los límites de la contención social; las consecuencias de este proceso - comúnmente analizadas en lo que respecta a la exclusión social - son consideradas aquí articuladas con las manifestaciones psíquicas de la población.

Se analiza a los trastornos de la afectividad y más específicamente las crisis emocionales, la depresión y las urgencias psicológicas como una de las maneras actuales de manifestarse el malestar por la exclusión.

Se concluye con la exposición de un modelo terapéutico de intervención y asistencia en crisis que intenta un mejor manejo clínico de los trastornos afectivos en el marco de la exclusión psicosocial.

De la subjetividad contemporánea.

Un recorrido por la cotidianeidad de los sectores sociales urbanos en Uruguay nos muestra el proceso de construcción de la subjetividad contemporánea.

Subjetividad centrada en una cultura del miedo, sentimiento dominante generado por ataques reales o fantasías de pérdidas. Miedo a ser asaltado, temor a la pérdida del trabajo o los bienes, temor a la pérdida de la posición económica.

La población vive en una cultura del miedo: zonas a las que se evita de noche o de día, desconfianza, alerta permanente en espera del ataque, miedo al miedo.

En el marco de una reducción creciente del mundo de los vínculos sociales se pone en juego la estrategia de la soledad y del encierro, donde cada vez más son los objetos los que producen placer y cada vez menos la relación con los semejantes.

El aislamiento promovido desde el miedo insta a hacerlo todo desde casa - o desde el espacio virtual - sin moverse de casa. Sin riesgos, encerrados y seguros.

En el imaginario de la violencia y la vida amenazada, no hay espacio librado de la amenaza delictiva. Y eso se traduce en rejas en casas, en negocios, en guardias armados, en barrios amurallados.

Así – en un proceso que abarca las últimas décadas - la exclusión se expresa en la reducción creciente por parte del estado de su función social (salud, educación, seguridad, etc.) y la creciente desocupación laboral - con su correlato - el aislamiento social y familiar.

En tanto, instituye la exclusión social que presenta – para el sujeto - la convicción cada vez más precisa de que no hay vuelta atrás.

A diferencia de la pobreza que tiempo atrás sostenía el imaginario del progreso y del ascenso social, los excluidos de hoy saben que no tienen chance alguna de salir de su situación.

Consideramos que estos ejes de la cotidianeidad urbana reestructuran profundamente nuestra subjetividad y con ello nuestras expectativas psicosociales. Pronto surgirá - con la aparición de nuevas ideas, conceptos y nociones un nuevo imaginario - que ocupara su lugar en nuestro psiquismo.

El nuevo imaginario.

Consideremos la dirección que toma la nueva subjetividad, analizando el proceso de exclusión psicosocial mediante lo que ha perdido consistencia en la actualidad y que formó parte del imaginario en el pasado:

El neoliberalismo imperante en los últimos decenios redujo a una mínima e insuficiente expresión al aparato del Estado como garante de políticas sociales que procuran mitigar las carencias de los sectores de menores recursos. Esto implicó la desaparición de las instancias de apelación, de los espacios de acuerdos que protejan a los más débiles, el aniquilamiento de las instancias reguladoras que moderan los excesos del sistema.

En el pasado, varias generaciones sostuvieron el rol y la posibilidad de ascenso social en el trabajo y el estudio convirtiéndolos en fuertes soportes de la subjetividad. Hoy, el desempleo y la inestabilidad laboral, la falta de expectativas intelectuales y los cambios en los perfiles formativos que requiere el mercado, le reducen o quitan el valor que antaño tuvieron.

El modelo demuele esperanzas y con ellas la motivación, y la posibilidad de sostener un proyecto común, mediante la depreciación de la política, el corrimiento de los centros de decisión, el desprestigio de los liderazgos tradicionales. El pensamiento hegemónico globalizado rechaza lo comunitario, como proveedor de identidad, por convertirse en una traba para el desarrollo del modelo neoliberal.

Así, la caída de los imaginarios obliga a una reestructuración profunda de la subjetividad contemporánea, al desgarrarse el tejido de significación que construye y sostienen el psiquismo. Nuevas ideas, conceptos y nociones irán ocupando su lugar en la nueva subjetividad: mayor valoración de lo privado frente a lo publico, creciente importancia de los bienes de consumo como satisfactores emocionales, tendencia a la deprivación emocional y a la reducción de los vínculos, ausencia creciente de participación en proyectos colectivos.

En torno a estos ejes se irán configurando los imaginarios del sujeto de la globalización y con ellos el proceso de exclusión psicosocial.

Los trastornos afectivos, malestar contemporáneo.

Pretendemos considerar aquí articuladas las consecuencias de este proceso con las manifestaciones psíquicas de la población; afirmamos que los profundos cambios en el imaginario y su correlato la reestructuración de la subjetividad contemporánea están influyendo de manera directa en el psiquismo de la población, sea cual sea su situación social o económica.

Sostenemos que en el contexto socio-histórico de un modelo hoy aparentemente sin oponentes y que promete un progreso y modernidad sin límites - donde existe un desarrollo tecnológico impresionante que se incrementa día a día - los trastornos emocionales, las urgencias psicológicas y los intentos de auto eliminación son una manera actual de manifestar ese rechazo a la exclusión.

Es imposible pensar que todo esto no tenga fundamentales significaciones en la subjetividad contemporánea y determine en muy alto grado deseos, sentido de realidad, ideal de yo, valores del superyo, fantasías, vínculos con los otros y consigo mismo y también consecuencias en la estructuración psíquica. Así, desde nuestra experiencia clínica encontramos que los trastornos emocionales serán la primera respuesta psicológica del sujeto a la ruptura y cambios en el imaginario generadores de la exclusión social.

A partir de ello, existen diversas y complejas demandas que reflejan éstos padecimientos vinculados a preocupaciones y problemáticas prevalentes de nuestra realidad socio-económica-cultural, situaciones de riesgo psicoafectivo, con temáticas tales como violencia familiar y social, maltrato infantil, consumo de sustancias psicoactivas, fragilidad en los vínculos, incertidumbre y desconcierto, desocupación, emigración, marginación, fragmentación social, consecuencias de la violencia extrema, etc., etc.

Esta situación jaquea nuestras estrategias terapéuticas, y nos desafían a pensar en otras más acordes a dichas demandas perentorias; ello nos habla de la necesidad de una flexibilidad clínica en el abordaje de la diversidad de situaciones clínicas, que incluya la posibilidad de evaluar resultados también en función de dicha realidad.

Del modelo

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