Fausto El Niño Migrante
ArantxaLR12 de Diciembre de 2014
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REPORTE DE LECTURA
FAUSTO EL NIÑO MIGRANTE
PARTE II
Fue en las canchas de basquetbol de la montaña de Guerrero donde Fausto Armenta Sabino y otro amigo planearon su viaje a Nueva York. El adolescente mixteco, de 14 años, tenía razones de sobra para dejar su tierra natal El Platanar.
El alumno de sexto año resquebrajó el alma de su madre cuando anunció su partida. La decisión representaba una mayor desintegración familiar y la ausencia de su hijo el preferido.
Ese 1 de mayo de 2005, Margarita lo tiene presente. Eran las cuatro de la madrugada cuando Fausto salió de El Platanar con una pequeña mochila en la espalda. Con dolor, la mujer vio a su hijo desaparecer rumbo a la ciudad de Tlapa donde a él y a una decena de jóvenes los esperaba un pollero. Sólo le dio la bendición.
Me sorprende que a pesar de su corta edad, Fausto toma la decisión por el mismo de que es tiempo de emigrar a los Estados Unidos ya que es el ejemplo que han recibido él y los demás niños mixtecos por parte de los adultos. A pesar de que aun es un niño y probablemente aun no sabía defenderse de todos los riesgos que implica emigrar, su madre lo deja ir porque en esa región es normal.
Silvia Garibay, responsable del DIF Guerrero, describe la circunstancia de los migrantes guerrerenses:"La situación psicológica de los niños que he regresado, viene deteriorada porque están tratando de cruzar por el desierto. Es un desgaste total, viajan solos, y a veces tardan días. Otros no logran cruzar y se quedan abandonados en la frontera", indica.
Para un adulto cruzar la frontera de manera ilegal es un proceso muy complicado y sobretodo muy peligroso y desgastante, para un niño es un reto aun mas difícil de cumplir debido a la diferencia de capacidades comparadas con las de un adulto y esto genera en el infante daños a nivel físico, psicológico, y emocional lo cual es una situación muy triste que se vive en México.
Algunos padres consiguen dinero para patrocinar el viaje de sus hijos; en otros casos, el pollero paga la travesía y se encarga de que la inversión retorne a su bolsillo cobrando el sueldo de los migrantes ya en EU.
En Times Square, los mixtecos han hallado fuentes de trabajo en docenas de restaurantes.
La "pasada", agrega, se ha complicado por el aumento de vigilancia y de la delincuencia organizada. Antes camionetas de 25 o 30 muchachos salían de El Platanar; incluso, cada mes y el grupo entero ingresaba sin problemas a la Unión Americana. Ahora, muchos regresan sin dinero, tras múltiples intentos.
A menos de dos semanas de la partida de Fausto, el sonido del teléfono devolvió la tranquilidad a Margarita. Su hijo le anunció que había cruzado sin problema el desierto y la mitad de territorio estadounidense.
El adolescente desarrolló su potencial en cocinas de los restaurantes, donde los migrantes son contratados para lavar trastes, cortar verduras, cocinar, limpiar mesas y entregar alimentos.
A los mánagers no les importa la situación legal de sus trabajadores, sólo buscan que elaboren velozmente los platillos indicados en las comandas de los meseros.
Los sueldos de los migrantes se han desplomado. Un lustro atrás, la hora se pagaba a más de 20 dólares. Ahora, no llega ni a los 5, y hay que quedarse tiempo extra porque es el doble de ganancia.
La meta de Fausto se concretó en 2008, tres años después de su llegada a EU. Con el apoyo de su hermano compró un terreno en El Platanar donde erigió una casa con tres habitaciones, cocina, sala y comedor. Su madre ya tenía un lugar propio para vivir, él se sentía orgulloso y feliz.
Fausto, describe Delfina, era un niño ejemplar preocupado por su madre. Tímido con desconocidos, pero sonriente con gente de confianza. Era noviero, no bebía, tampoco fumaba. Cada una de sus actividades era vigilada de
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