Filosofia Etica

UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA-UNAD

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES HUMANAS

PROGRAMA DE FILOSOFIA

FILOSOFIA ETICA

TRABAJO COLABORATIVO 3

ENSAYO

PRESENTADO POR

CORREA ANGELA VIRGINIA

GRUPO 5

TUTOR

ADOLFO ENRIQUE ALVEAR SARAVIA

BOGOTA MAYO 2011

OBJETIVO

Este trabajo intenta responder a los interrogantes planteados en las estrategias pedagógicas de la unidad 3 del texto guía.

Ensayo Filosófico sobre Ética Discursiva, acogimos las lecturas sugeridas por el tutor y esto nos permitió acudir a otras fuentes de consulta, de exploración y estudio para desarrollar la temática. Analizamos e interpretamos varios textos de filosofía.

ENSAYO: ¨ La Ética Discursiva ¨

Toda crisis generalizada es propicia, a consecuencia del desmoronamiento de la confianza en los criterios morales, al surgimiento de actividades irracionales. Las más extremas suelen ser variantes del fanatismo, o bien del escepticismo ético. Aunque aparentemente opuestos e inconciliables, fanatismo y escepticismo comparten la desconfianza en la razón.

La ética del discurso está elaborada como un intento de respuesta a los dos desafíos que la ciencia plantea a la razón práctica: el externo representado por las consecuencias tecnológicas, como la crisis ecológica o el armamentismo nuclear, que determina la urgencia de fundamentación, y el interno expresamente formulado en el paradigma de la racionalidad científica, que niega la posibilidad de fundamentar racionalmente la ética.

La ética del discurso recibe ese nombre de la circunstancia de que en ella se pone especial énfasis sobre los discursos prácticos. El principio (o metanorma) de esa ética exige, precisamente, que los conflictos de intereses sean resueltos o que, al menos, se intenten resolverlos por medio de tales discursos, es decir, de procedimientos dialógicas argumentativos en los que cada interlocutor tematice y trate de justificar razonablemente sus pretensiones, en vistas a alcanzar el consenso de todos los involucrados en las posibles consecuencias del tipo de acción que haya de implementarse. En otros términos, y para expresarlo con mayor claridad: la ética del discurso exige que, en lugar de pelearnos, discutamos con argumentos aquello que determina nuestras discrepancias prácticas. Lo que se excluye es el uso de la violencia; no sólo de la violencia física y explícita, sino también de todas las formas de violencia solapada, por ejemplo, las amenazas más o menos expresas, o incluso el empleo de artilugios retóricos que confundan al interlocutor, etc., pero repito- se establece una exigencia ética de apertura al discurso, al diálogo argumentativo.

¿De dónde sale esa exigencia? Parece, lícito preguntar por qué y en qué sentido tenemos la obligación moral (ya que se habla de exigencia ética) de recurrir a los argumentos cada vez que nos encontramos ante un conflicto de intereses. Pues bien, la ética del discurso no sólo ofrece respuesta, a esa pregunta, sino que en esa respuesta, es decir, en esa fundamentación, consiste su principal y distintivo aporte a la ética filosófica: no se trata de una exigencia gratuita ni, como podría parecer remitida al sentido común, sino de una exigencia que está ya siempre necesariamente presupuesta cada vez que argumentamos, con independencia de cuál sea el tema de nuestra argumentación. En cada una de nuestras actitudes como usuarios de argumentos hemos admitido de modo implícito, según

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