INTELIGENCIA EMOCIONAL, MÁS ALLÁ DEL COEFICIENTE INTELECTUAL

INTELIGENCIA EMOCIONAL, MÁS ALLÁ DEL COEFICIENTE INTELECTUAL

A través del tiempo, se ha creído que el coeficiente intelectual (IQ) es más importante que el coeficiente emocional (EQ) del ser humano, sin embargo, las emociones juegan un papel vital en el día a día, pues se ha demostrado que aquellas personas que además de utilizar la razón, conocen y saben manejar sus propias emociones, y comprenden las emociones ajenas, logran tener una vida exitosa porque crean hábitos mentales que mejoran su vida personal y social (Ruiz, 2014). Por esta razón, en los últimos años, el término de “inteligencia emocional “se ha popularizado gracias a Daniel Goleman, un psicólogo y periodista científico que la define como aquellas habilidades que le permiten al ser humano motivarse, ser persistente ante ciertas decepciones, percibir y controlar sus emociones, y evitar que los trastornos afecten su capacidad de pensar. Esta inteligencia emocional puede dividirse en: la inteligencia intrapersonal, mediante la cual, el ser humano conoce, acepta y regula sus emociones, y la Inteligencia interpersonal, mediante la cual el ser humano logra entender el estado de ánimo, las emociones, los deseos y motivaciones de otros (Contini, 2005).

De acuerdo a lo anterior, se evidencia la importancia de que el ser humano eleve su inteligencia emocional, se eduque emocionalmente, civilice su cerebro y lo acostumbre a pensar antes de actuar para mejorar su vida, pues cuando se separan las emociones de la razón se puede obrar de forma inadecuada. Esta inteligencia emocional, al ser practicada por el ser humano a diario, le permite desarrollar varias habilidades. A nivel intrapersonal, una de las habilidades es el autoconocimiento, mediante el cual el ser humano reconoce cada una de sus emociones, e identificar aquellas situaciones que le causan alegría, tristeza, rabia, miedo, etc, y la manera en que pueden afectar su comportamiento, siendo de gran importancia porque le ayuda a fortalecer su personalidad y a identificar la persona que quiere ser.

La autorregulación también es una habilidad adquirida, la cual consiste en reflexionar y dominar las emociones, siendo esto importante porque permite que el ser humano identifique las dinámicas emocionales y reconozca la manera en que su estado anímico puede afectar su comportamiento, fomentando la construcción de una vida sana y positiva, que es clave para el bienestar psicológico (Recio, 2014). Además, mediante la autorregulación, se pueden evitar conflictos porque se actúa de manera responsable y sin impulsos, siendo esta un factor crítico en la resiliencia, la cual es también muy importante para la vida diaria del ser humano, y se relaciona estrechamente con la inteligencia emocional. La resiliencia, se puede definir como un proceso de reflexión ante diversas situaciones en las que el ser humano, a pesar de sentir muchas emociones, logra salir de esta con éxito y lleno de nuevo aprendizaje y experiencias (Belykh, 2017), siendo fundamental en el día a día, pues permite asumir y resolver conflictos de manera positiva y creativa.

La automotivación es otra habilidad desarrollada con la práctica de la inteligencia emocional, mediante la cual, el ser humano enfoca sus emociones y motivaciones en aquellos objetivos y metas que se plantea, en lugar de poner atención en las dificultades u obstáculos (Mesa, 2015). Esta automotivación es fundamental en la cotidianidad, pues ayuda e impulsa al ser humano a lograr sus metas, ya sea a corto, mediano o largo plazo, sin embargo, cabe mencionar que, en este sentido, el optimismo y la fuerza de voluntad no pueden faltar, con el fin de actuar de manera positiva, aunque se esté bajo presión.

Por otra parte, a nivel interpersonal, cuando el ser humano practica la inteligencia emocional de manera diaria, nota un cambio radical en sus relaciones sociales, pues al reconocer sus propias emociones e intuir los sentimientos de otros, no solo adquiere bienestar personal, sino también logra relaciones exitosas a nivel profesional, social y familiar, siendo esto de gran importancia a diario, pues por ejemplo, ante una situación conflictiva, en donde los actos de otra persona le pueden disgustar, la inteligencia emocional le permite al ser humano mantener la calma, razonar en relación a las consecuencias que puede generar su comportamiento y tener en cuenta los sentimientos, emociones y derechos de quien está también involucrado en la situación, por lo tanto, se desarrolla la capacidad de empatía, que es necesaria para “ponernos en los zapatos del otro” y entender las razones de su comportamiento.

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