INTELIGENCIA Y AUTOESTIMA EN LA ESCUELA

Una de las características, si no la más deseada y valorada en nuestra sociedad, ha sido la inteligencia. Ser inteligente es un anhelo de padres, niños, jóvenes, profesionales y en general de nuestra cultura.

Como sucede con muchos conceptos que se utilizan de manera permanente, dándose por hecho que se entienden claramente, las personas creen comprender lo que dicen o les quieren decir cuando se habla de inteligencia.

La concepción que se tiene de una persona respecto su inteligencia, como la percepción que tiene la persona de sí misma en este aspecto, tiene incidencia en la manera en que la persona se auto-valora. Más aun pensémoslo en el caso de los niños y jóvenes en plena construcción de su identidad, donde la opinión de otros como padres, profesores y pares afecta plenamente su auto-concepto.

La inteligencia como constructo ha sido estudiada por la comunidad científica, entendiéndose de diversas formas acorde al momento socio-histórico y las necesidades de la época, no siendo entendida igual por las personas fuera de la comunidad científica que por lo general la conciben como la cantidad de conocimientos que maneja un individuo. Es inteligente quien sabe más, se suele decir.

Como el objetivo de este artículo no es realizar una discusión respecto el concepto de inteligencia en los distintos momentos de la humanidad, nos limitaremos aquí a mostrar una concepción de la inteligencia ligada a la edad actual contemporánea, y cómo esta visión puede ampliar la perspectiva de los adultos respecto a lo que puede considerarse un niño inteligente.

Imaginemos el momento en que a un niño le dicen que otro es más inteligente o le gritan que es “bruto”, la tristeza se escuda muchas veces en la rabia que vivencia, incidiendo en su auto concepto y, por tanto, en su desempeño en la vida al no creerse capaz de actuar correctamente ante cualquier tarea.

En otros casos, los adultos no le dicen al niño directamente que no lo consideran inteligente y prefieren decir: “Es que él es vago”, pero en el fondo lo que consideran es que no creen en sus capacidades, bien sea por un bajo desempeño, o porque no colman las expectativas personales ni culturales o no logran el rendimiento similar a otros. Todo esto lo advierte el niño, que siente e interioriza esa percepción a su alrededor como una característica propia, sintiéndose posiblemente inferior a quienes le rodean.

Pero ¿En qué sustenta una persona o institución el juicio de tildar a alguien como inteligente o no? La expectativa que tiene la sociedad hoy para decidir quién es o no inteligente, se basa en la llamada inteligencia lógico matemática , por lo que ante los desempeños altos a este nivel suele llamarse al estudiante inteligente, y si por el contrario su rendimiento en áreas numéricas o verbales es bajo, se le considera como poco inteligente.

Pero hoy las cosas han cambiado,

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