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¿LA FAMILIA PROMUEVE LA EVOLUCIÓN O INVOLUCIÓN DE LOS NIÑOS? INFLUENCIA DE LA FAMILIA EN EL DESARROLLO COGNITIVO DE LOS NIÑOS.


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2019  •  Ensayos  •  2.559 Palabras (11 Páginas)  •  176 Visitas

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¿LA FAMILIA PROMUEVE LA EVOLUCIÓN O INVOLUCIÓN DE LOS NIÑOS? INFLUENCIA DE LA FAMILIA EN EL DESARROLLO COGNITIVO DE LOS NIÑOS.

Escrito por: Mg. Ing. Vianney Chávez Velarde

Doctorado en Psicología

Universidad nacional de San Agustín

La familia se la considera como el eje central, como la célula básica de la sociedad y de su unidad económica protegiéndose entre todos y ayudándose en lo que más se pueda. Pero en la sociedad de hoy la familia cada día se encuentra más distante por motivos de trabajo y estudio, los padres ya no conversan con sus hijos los cuales son guiados por la tecnología de hoy pudiendo cometer un error ya que el internet muchas veces no dice la verdad, habiendo un gran distanciamiento de dialogo entre padres e hijos, perdiéndose cada día los valores, incluso poco a poco se está dejando de lado nuestra propia humanidad.

Albert Einstein dijo: «Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo sólo tendrá una generación de idiotas”:

Tal vez el futuro apocalíptico de Einstein esté más cerca de lo que nos imaginamos, la tecnología cada vez está consumiendo a la humanidad, despojándonos de nuestra esencia y cada vez es más evidente que aún no hemos evolucionado en nuestra psique, por mas que hayan pasado mas de 15000 millones de años en evolución desde que se formaron las galaxias nosotros como seres no estamos terminados y en lugar de utilizar la tecnología como una herramienta para mejorar como individuos la utilizamos para fines banales.

Cada vez hay menos respeto con uno mismo y mucho menos por los demás. Cada vez hay menos principios morales y espirituales, y más materialismo y fatuidad. Cada vez hay menos responsabilidad por lo que hacemos o dejamos de hacer. Cada vez nos interesamos menos en los niños y jóvenes, y más en  hacer “lo que nos da la gana.” Cada vez somos menos personas y más robots del “supuesto progreso.” Cada día las ideologías violentan la familia, los derechos y las libertades. Cada día hacemos menos caso a lo “moral” y más optamos por posturas “corruptas” que ocultamos hábilmente.

Cada día hay menos tiempo para agradecer el milagro de la Vida. Cada día estamos más solos y vacíos a pesar del boom de la comunicación y la tecnología. Cada día funciona menos el corazón y más el dedo. Cada día hay menos solidaridad y más egoísmo. Cada día hay menos paz y más violencia. Cada día nuestras diferencias nos separan y nos volvemos ciegos ante nuestras similitudes. Cada día hay menos honradez y más corrupción. Cada día hay menos oxígeno y más smog; menos agua y más desierto; menos árboles y más cemento. Cada día vale más el “tener,” al “ser”.

En la era en la que vivimos todos los padres se encuentran ante la incertidumbre de la posición que deberían tener frente al uso que hacen sus hijos de las tecnologías. Desde el punto de vista de la neurociencia, todavía no se comprende en su totalidad el impacto que las nuevas tecnologías, pueden tener en el cerebro de los niños. Sin embargo, las evidencias que se están obteniendo hasta la fecha son contundentes. Por el momento se sabe que un mayor tiempo de exposición a estos dispositivos (tablets, smartphones, videojuegos y TV) está relacionado con mayores índices de miopía, déficit de atención, obesidad y depresión infantil. Según los datos que se están conociendo la exposición temprana o prolongada a estos dispositivos puede afectar la maduración de distintas estructuras y funciones del cerebro en desarrollo.

Por ejemplo, durante los primeros años de vida el cerebro del niño debe comenzar a dominar su concentración. A los pocos meses de edad sólo es capaz de fijar la atención en objetos que se mueven, tiene luces o hacen ruidos como por ejemplo, un sonajero o su madre que se asoma a la cuna. Poco a poco comienza a fijarse en objetos inertes como su muñeco favorito. A medida que se va haciendo mayor es capaz de tener un mayor autocontrol, hasta el punto de ser capaz de concentrarse incluso en aquellas cosas que le resultan menos interesantes como un profesor que no es demasiado ameno o un libro que tenga que estudiar. Mientras el niño va teniendo un dominio cada vez mayor de su atención la parte frontal de su cerebro se va desarrollando permitiéndole también ser más resistente ante otras frustraciones de la vida; toda una garantía de felicidad.

El principio que hace que la mayoría de videojuegos, apps y programas de televisión pensadas para niños sean tan divertidas y entretenidas es que no exigen ese nivel de concentración del niño, sino que precisamente retroceden a su primera infancia y atrapan su atención con movimiento, imágenes y sonidos al igual que lo hacía el sonajero. En ese sentido lo que a muchos padres les puede parecer ayudar a sus hijos a evolucionar hacia una atención más rápida y mejores reflejos solo significa una involución que provoca dificultades de concentración y no favorece la capacidad de tolerar la frustración, posiblemente la piedra angular más importante sobre la que reside la inteligencia y la felicidad.

El uso que los padres hagan de la tecnología y de su tiempo libre marca de una manera muy clara la forma en la que los hijos la utilizarán. También es importante que los padres comprendan que sus hijos aprenden más por observación de sus padres, por lo que es responsabilidad de ambos progenitores mostrar un modelo de interacción con la tecnología basado en la moderación y el autocontrol.

Independientemente de lo que la familia supone para el desarrollo individual de la persona, sería bueno plantearse lo que debe cambiar y lo que conviene mantener, qué actitudes y hábitos son necesarios para que no se le arrebate a la familia su protagonismo y se coloque de nuevo al ser humano en el centro de la sociedad.

El contexto natural de la familia humana está fundado en construcciones socioculturales. Cada cultura contiene su propio nicho evolutivo, entendido como el conjunto de escenarios, prácticas y creencias en torno a los niños, su crianza y su educación (Super y Harkness, 1986).

Una característica fundamental de la familia como institución es su capacidad para adaptarse y reflejar las transformaciones de la sociedad (Musitu y Cava, 2001). Salvador (2009) añade que la función básica de la familia es facilitar la supervivencia de sus miembros. Además, según Maslow (1975) para los niños la familia constituye un efectivo agente de ordenación del mundo que protege del desorden y del desequilibrio emocional y resulta ser una vía hacia la autorrealización. Un escenario compuesto por una intrincada complejidad de relaciones que ofrece un escenario crucial para su propio desarrollo y socialización infantil; así lo señala Bel (2000, p. 261) “todo acto familiar educa o deforma”.

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