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La Conciencia

PaoNoriega5561 de Mayo de 2013

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¿Qué es la conciencia?

La idea habitual de “estar conscientes” es la de darnos cuenta de lo que nos pasa. En este sentido podríamos definir a la conciencia como el conjunto de percepciones, ideas y sentimientos que una persona experimenta en cada momento. Sin embargo, no nos damos cuenta sólo de lo que nos pasa, sino también de lo que desearíamos que nos pase, de las decisiones que estamos tomando, de las conclusiones extraídas de las experiencias pasadas, de los recuerdos, incluso somos conscientes de estar conscientes. Es tan amplio y tan ambiguo el concepto de conciencia que también se lo ha identificado con la idea de mente, de pensamiento, e incluso de Yo –es decir, nuestra identidad– o de alma. Por ello se ha hablado de la conciencia como todo lo que pasa por nuestra mente, o bien, como la capacidad de darnos cuenta de nuestra propia subjetividad, o también como la parte “espiritual” del ser humano.

En todo caso al sustantivar la idea de conciencia –decimos “la conciencia”– estamos presuponiendo una substancia con entidad propia, un sujeto que realiza, o un lugar donde ocurren, todos los procesos psíquicos. Si hay pensamientos o recuerdos o sentimientos debe haber necesariamente algo que piense, que recuerde o que sienta. O bien, estos procesos deberían darse en algún “lugar” determinado. Esta concepción “mentalista” de la conciencia o del sujeto pensante tiene su antecedente moderno en Descartes, filósofo racionalista del siglo XVII. El empirismo inglés, principalmente a través de Hume, filósofo del siglo XVIII, criticó esta idea metafísica del sujeto pensante o de alma, afirmando que de lo único que tenemos constancia es de una serie de estados o procesos mentales que se suceden unos a otros y que, por efecto de la memoria, se los atribuimos a un sujeto; pero, en realidad, no sería legítimo afirmar, de una manera empírica y racional, la existencia de una supuesta substancia espiritual actora de todos estos procesos.

En el desarrollo de la psicología moderna, esta concepción filosófica empirista de la subjetividad humana fue recogida y desarrollada por todas aquellas corrientes psicológicas que, tal como el “conductismo”, le negaron a la conciencia o a la mente el carácter de objeto de conocimiento científico. Para el conductismo los únicos aspectos del comportamiento humano que pueden ser estudiados son aquellos que son observables, es decir la conducta.

En una línea semejante se propuso como objeción a la idea de conciencia como objeto de estudio de la psicología el hecho de que la herramienta para estudiar a los fenómenos conscientes sería la propia conciencia. Y pretender estudiar a un objeto utilizando al mismo objeto como herramienta de estudio sería algo así como aquel individuo que pretende separarse del suelo tirando de los cordones de sus propios zapatos.

¿Después de pensar en todas estas objeciones, nos rendimos ante ellas y aceptamos quitar la cuestión de la conciencia de los problemas de la psicología, dejándola aparcada en el campo de la reflexión filosófica? ¿O bien, intentamos la búsqueda de otras perspectivas como, por ejemplo, indagar en la conciencia entendida ya no como “substancia” o como “lugar”, sino como estado del sujeto, cuya actividad mental presenta una serie de propiedades, y que se define por oposición a otros estados que carecen de ellas? Por ejemplo, cuando hablamos de ser o estar conscientes, en oposición a estar dormidos, en coma, o a realizar actos sin darnos cuenta, es decir de manera inconsciente.

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