La Conducta De Los Niños

Los niños, la escuela; las actitudes y la conducta de los padres

Tras cada niño que va a la escuela hay una familia que facilita o dificulta su

adaptación escolar: la familia incide con gran impacto en los resultados educacionales de

los niños.

Una de las variables vinculadas al rendimiento de los niños y su adaptación, son las

actitudes o conductas de los padres en relación a la educación. Estas actitudes tienen que

ver con la disposición y compromiso de los padres con la educación de sus hijos; sus

expectativas en relación a su desarrollo escolar y su disposición a otorgar el apoyo

necesario para un mejor rendimiento.

¡Involucrarse!

Cuando los padres se involucran en la educación de sus hijos hay una correlación

positiva con el progreso escolar del niño.

A través del interés en el rendimiento escolar, los padres demuestran al niño la

importancia que dan a la educación y a ellos mismos como personas con futuro. Tal

interés parental frecuentemente va asociado con ayudas para resolver tareas, ir a las

reuniones de padres y, en suma, estar involucrado con al escuela. Los padres que se

ocupan de sus hijos conocen a los profesores de los niños y están mejor dispuestos a

pedirles consejo. Los profesores se benefician ya que conocen mejor el ambiente familiar

del niño y pueden encontrar en los padres aliados poderosos para la tarea educativa.

LOS PADRES Y LA DINÁMICA ESCOLAR

¿Cómo insertar a los padres en la dinámica escolar, de tal manera que su rol se

transforme en un aporte y no en un obstáculo para la labor educativa? Estas es la

pregunta frecuente que se formulan profesores, directores, psicopedagogos, etc. La

respuesta pasa por utilizar de la mejor forma las herramientas con las que cuenta elsistema escolar: reuniones de padres y apoderados, talleres o escuelas para padres,

participación en actividades extra programáticas, ayuda para las tareas escolares, etc.

¿REUNIONES INTERESANTES O ANECDÓTICAS?

Del mismo modo es importante saber por qué algunos los padres no

participan en las actividades de la escuela, no asisten a las reuniones, etc., sin emitir

juicios como ‘no les preocupan sus hijos’, ‘no les interesa la escuela’… Es mejor

preguntarse si las reuniones son interesantes; si los padres son bien acogidos, si se sienten

cómodos o intimidados… o se sienten pasados a llevar por los profesores, o se

avergüenzan de su propio nivel de escolaridad o del rendimiento de sus hijos. Esto

significa que la escuela debe encontrar la forma de interesar y motivar a los padres para

que se involucren en la educación de sus hijos: la escuela, en este contexto, debe ser un

lugar donde se sientan acogidos y puedan participar, aun independientemente de su

propio nivel de escolaridad.

La familia es parte de la comunidad educativa

Más allá de la motivación de los padres, hay que considerar que la familia

necesita sentirse parte de un sistema; lo que supone fortalecer su rol, valorarlo y asignarle

responsabilidad en el proceso de enseñanza - aprendizaje, diferenciando entre su rol y el

ámbito propio de la escuela. Cada uno en lo suyo, padres y educadores, desde sus

distintos roles, pueden contribuir para que los niños logren mejores resultados y se

comprometan más en su propio proceso de aprendizaje.

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