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La Felicidad


Enviado por   •  30 de Agosto de 2014  •  1.757 Palabras (8 Páginas)  •  241 Visitas

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La apariencias nos permiten ver que los hombres entran en relaciones entre si y forman grupos o “sociedades” y en cada una de estas, se implican distintos tipos de socialización, basados en varios aspectos especiales de esa región o esa cultura.

Cada sociedad es una estructura, en la cual vivimos bajo un sin número de creencias.

Para la mayoría de las personas la felicidad no tiene una definición universal, pero la perciben estrechamente vinculada a la riqueza, la belleza, la salud, la fama o el poder.

Y al parecer todo mundo tiene una concepción errada, ya que percibimos de diferente forma la realidad, y lo qué para unos es felicidad, para otros, puede no serlo.

Podemos decir que la felicidad es un estado avanzado del ser humano, el cual crea condiciones, complementa y combina unidades: entre espirituales, sensaciones físicas agradables del cuerpo y realización material. Esta combinación representa la calidad de vida más fructuosa y reconfortante que un ser humano puede experimentar.

También se cree que la felicidad no es ni tiene por qué ser permanente, sino que se constituye de momentos felices; por lo cual será más feliz quien acumule mayor número de momentos felices. Pero hay que aclarar que no todos los eventos agradables tienen por qué ser felices. Por tanto, resulta conveniente saber diferenciar entre un acto agradable y un acto feliz. Lo cual determina espacios en los cuales la persona no es feliz, por ende se puede deducir que nadie puede asegurar con propiedad que siempre ha sido feliz o infeliz. Y podemos decir que quienes decidimos, cual evento nos hace felices y cual no, somos nosotros mismos, porque nosotros somos quienes le asignamos la cualidad de positivo o negativo a cada acto a cada momento que vivimos.

Ahora bien entonces, por qué preguntamos: ¿qué es la felicidad?; si somos felices o no lo somos, si sería completamente diferente nuestro mundo si lo fuéramos. O si solo somos seres humanos infelices, insignificantes, carentes de valor, peleadores vanos, si tan solo nos rodeamos de cosas inútiles, nos satisfacemos con falsas ambiciones, con el dinero y la posición social. Si nos sentimos seres infelices, aunque podamos poseer conocimientos, dinero, propiedades, muchos hijos, automóviles, experiencia. Si somos seres humanos tristes, sufrientes, y debido a que sufrimos, deseamos la felicidad; y así nos dejamos arrastrar por aquellos que nos prometen esa felicidad tan codiciada, ya sea social, física, económica o espiritual.

Ahora bien revisemos un poco de la filosofía griega para ver si podemos encontrar algunas pautas para responder a nuestras propias cuestiones y así darnos una vaga idea de lo que podría ser o es la felicidad.

Desde el inicio de la reflexión filosófica, se ha entendido que la felicidad es un estado último de aspiración del ser humano, sobre todo para Aristóteles. En otras palabras, todo ser humano aspira a la felicidad.

Para Platón, la felicidad sólo es posible en el mundo inteligible. La felicidad, es esa sensación de plenitud, de paz y serenidad que nos llena de alegría interior, y nos permite disfrutar de la vida. Pero esto parece ser una fantasía inalcanzable para la mayoría de la gente. Para Platón, la felicidad es posible cuando el hombre puede contemplar las esencias de las cosas, las cuales son las ideas de Dios.

Platón reconoce que no se puede ser feliz sin ver la obra de Dios en el mundo que se manifiesta como modelo para la felicidad humana. Para que el hombre pueda alcanzar la felicidad es necesario que se identifique con Dios practicando la virtud.

Nunca un ser humano podrá ser como Dios pero la tarea del hombre para ser feliz es parecerse a Dios lo más que pueda por medio de la sabiduría; ya que los dioses se ocupan de cuidar a todos los que desean ser justos.

Platón consideraba que ofrecerle sacrificios a Dios y elevarle súplicas, para el hombre justo es la mejor forma de lograr una vida feliz.

Aristóteles en la Ética a Nicómaco afirma que el bien moral coincide con el bien completo de la persona en la medida exacta en que ese bien está en juego en la conducta humana y ha de ser realizado a través de ella.

El filósofo griego se preguntaba ¿cuál es la meta de la política y cuál es el bien supremo entre todos los que pueden realizarse? Las respuestas serán diversas teniendo en cuenta los diferentes modos o géneros de vida de cada persona. Así, los ignorantes identifican la felicidad con el placer y aman la vida voluptuosa. Los mejor dotados y los activos ubican el bien en los honores, que es el fin de la vida política. Los contemplativos, que van más allá y descubren que la felicidad se identifica con el bien supremo.

Es necesario aclarar que el concepto de bien y felicidad están íntimamente relacionados en la doctrina aristotélica.

Para Aristóteles el bien que se busca por sí mismo lo llamaba más perfecto que al que se busca por otra cosa, y al que nunca se elige por causa de otra cosa, lo considera más perfecto que a los que se eligen, ya por sí mismos, que por otra cosa. Sencillamente, llamamos perfecto lo que siempre se elige por sí mismo y nunca por otra cosa. En este sentido, el filósofo griego afirma que ese fin o bien perfecto (bien supremo) es la felicidad, pues la elegimos por ella misma y nunca por otra cosa, mientras que los demás bienes o fines los deseamos a causa de la felicidad que producen. Este fin último es definitivo y mucho más perfecto. “En palabras afirma Aristóteles: lo perfecto, lo definitivo, lo completo es lo que, siendo eternamente digno de ser buscado por si mismo, no es buscado en relación con otro objeto que él mismo.”

Según Aristóteles, casi todo el mundo está de acuerdo en que la felicidad es el bien supremo.

La felicidad para Aristóteles es el fin último querido natural y necesariamente por todos y cada uno de los seres humanos. Fin último significa aquí el bien querido por sí mismo de modo absoluto, en razón del cual se quieren todos los demás bienes. Para Aristóteles elegir implica conocer, y el conocimiento no es un saber por sí mismo, sino en función de nuestra propia vida. Es ella la que determina y orienta el significado de nuestros actos. Este significado, sin embargo, brota del establecimiento del fin último, que no es otro que el bien del ser humano, el bien que la naturaleza humana, como naturaleza individual, persigue. Por ello, conocer mejor significa influir positivamente sobre la vida misma; por tanto, todos los esfuerzos y acciones humanas van encaminados a conseguir la felicidad, ya que ésta es el bien propio de la naturaleza humana.

Aristóteles afirma que todas las cosas tienen una función que les es propia, o sea su actualidad. Por ejemplo la marcha es la actualidad del pie, la visión es la actualidad del ojo y la función propia del hombre es la felicidad. A diferencia de Platón Aristóteles considera que la felicidad requiere de otras condiciones aparte de la vida teorética, y estas son principalmente: la madurez, los bienes externos, la libertad personal y la salud.

Aristóteles concibe la felicidad no como un estado o una posibilidad de gozar el placer, sino como una actividad perfecta buscada y realizada por sí misma. La felicidad es la vida feliz, la mejor, la más bella y la más agradable. La felicidad no es el producto de una actividad ni la consecuencia de una acción, ni tampoco la conformidad de la acción con un criterio normativo externo. La felicidad es la íntima esencia de un tipo de vida, la vida feliz, que es concebida como posesión del bien humano, como actividad perfecta, ininterrumpida y autosuficiente dentro de lo posible.

Para Aristóteles la vida feliz es la vida virtuosa, la vida conforme a la virtud. Y divide las virtudes en: dianoéticas (intelectuales) y éticas (morales).

La felicidad perfecta es una actividad contemplativa, la contemplación de las cosas bellas y divinas. Por ello, hasta donde se extiende la contemplación se extiende también la felicidad, y los que tienen la facultad de contemplar más son también los más felices. Este es el campo de las virtudes intelectuales.

Pero como lo anterior sólo lo pueden alcanzar algunos pocos, la felicidad consiste también en vivir de acuerdo a las virtudes morales, un tipo de vida de “segunda clase”. Esta segunda felicidad es una felicidad a la medida humana, pues la primera pertenece más bien a la divinidad.

Para concluir esta exposición de la doctrina de Aristóteles, podemos afirmar que la vida feliz no es una meta de carácter extra-ético a la que la vida moral quedaría subordinada instrumentalmente. La vida feliz es la vida mejor, e incluye la contemplación, la virtud y de modo consecuente el gozo. La vida feliz incluye dentro de sí a las virtudes, y es inseparable de ellas, y a la vez la vida moral es una vida feliz, tanto más feliz cuanto la moralidad es más excelente.

Conclusión

Para entender la felicidad primero tendríamos que saber qué es lo que buscamos o lo que queremos, entender cuál sería nuestro bien supremo; especialmente en este mundo inquieto donde todos tratamos de encontrar algo, es importante, sin duda, averiguar qué es lo que intentamos buscar, qué es lo que intentamos descubrir.

Algunos dirán que la felicidad consiste en obtener todo lo que deseamos. Uno desea un auto, lo obtiene y, ¿ya es feliz?, Deseamos muchas cosas, el logro, el éxito, llegar a ser virtuosos y si lo conseguimos, ¿ya somos felices?, y si no las conseguimos, ¿somos infelices?, Así, lo que muchos llaman felicidad simplemente es obtener lo que desean. También buscamos la felicidad por medio de cosas, de pensamientos e ideas, a través de relaciones. Por lo tanto, se vuelven sumamente importantes las cosas, las relaciones y las ideas, no la felicidad. Cuando buscamos la felicidad por medio de algo, ese algo adquiere un valor mayor que la felicidad misma. Buscamos la felicidad en la familia, en la propiedad, en el nombre, entonces, la propiedad, la familia, el nombre, adquieren una extrema importancia, ya que la felicidad es buscada a través de un medio; de esa manera, el medio destruye al fin y ya no sería un bien supremo. Parece que el ser humano se compensa con una función intermitente que adormece o aviva la sensación de felicidad según la situación vivida sea satisfactoria o doliente.

Probablemente, la mayoría de nosotros buscamos una cierta clase de felicidad, en un mundo dominado por la confusión, las disputas, las luchas, etc. Y es muy difícil, pero así proseguimos la vida, colgando de un hilo nuestra efímera y frágil felicidad.

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