La Regresion

L

A REGRESIÓN

Sigmund Freud

El escenario de los sueños es otro que el de la vida de representaciones de la vigilia.

Se propone la idea de “localidad psíquica”, sin caer en la tentación de determinar esa localidad psíquica como si fuera anatómica.

Imaginamos el aparato psíquico como un instrumento compuesto a cuyos elementos llamaremos instancias o sistemas.

Este aparato, compuesto por sistemas ψ (psíquicos), tiene una dirección. Toda nuestra actividad psíquica parte de estímulos (internos o externos) y termina en inervaciones (transmisión de energía a un sistema de nervios, proceso que tiende a la descarga de energía). Por eso asignamos al aparato un extremo sensorial, en el que se encuentra un sistema que recibe las percepciones, y un extremo motor, que abre las exclusas de la motilidad. El proceso psíquico transcurre en general desde el extremo de la percepción hacia el de la motilidad.

P

M

El proceso de reflejo sigue siendo el modelo de toda operación psíquica.

Una primera diferenciación: de las percepciones que llegan a nosotros queda una huella llamada huella mnémica. A la función atinente a esa huella mnémica la llamamos memoria. La huella mnémica solo puede consistir en alteraciones permanentes sobrevenidas en los elementos de los sistemas. Hay dificultades en suponer que un mismo sistema deba conservar fielmente alteraciones sobrevenidas a sus elementos y mantenerse siempre abierto y receptivo a las nuevas ocasiones de alteración.

Suponemos que un sistema, el delantero, recibe los estímulos perceptivos, y que tras él, hay un sistema que traspone la excitación momentánea del primero a huellas permanentes.

P

M

Mn

Mn’

Mn’’

Nuestras percepciones se revelan también entrelazadas entre sí en la memoria, sobre todo de acuerdo con el encuentro en simultaneidad que en su momento tuvieron. Este hecho se llama “asociación”. La base de la asociación son los sistemas mnémicos.

El significado psíquico de un sistema semejante residiría en la intimidad de sus vínculos con elementos del material anémico en bruto.

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El sistema P (perceptivo) brinda a nuestra conciencia las cualidades sensoriales. Nuestros recuerdos, son en sí inconcientes. Es posible hacerlos concientes, pero en el estado inconciente despliegan todos sus efectos.

Nos resultaba imposible explicar la formación del sueño si no osábamos suponer la existencia de dos instancias psíquicas, una de las cuales sometía la actividad de la otra a una crítica cuya consecuencia era la exclusión de su devenir conciente.

La instancia criticadora, mantiene con la conciencia relaciones más estrechas que la criticada. Se sitúa entre esta última y la conciencia como una pantalla.

Mn Mn’

P

Pcc

Los procesos de excitación habidos en el preconciente pueden alcanzar sin más demora la conciencia, siempre que satisfagan ciertas condiciones. Es el sistema que posee las llaves de la motilidad voluntaria.

El sistema inconciente es el punto de partida para la formación del sueño. En la noche los pensamientos oníricos se abren acceso a la conciencia por el hecho de que disminuye la resistencia que monta guardia en la frontera entre inconciente y preconciente.

En el sueño alucinatorio la excitación toma un camino de reflujo, en lugar de propagarse hacia el extremo motor del aparato, lo hace hacia el extremo sensorial, y por último alcanza el sistema de las percepciones.

Esta regresión es una de las peculiaridades de psicológicas del proceso onírico, también el recordar deliberado corresponde a una marcha hacia atrás. Pero en la vigilia, esta retrogresión no va más allá de las imágenes anémicas, no puede producir la animación alucinatoria

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