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“La maternidad en nuestra época”

Mariana PacchioniApuntes18 de Noviembre de 2021

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FACULTAD DE HUMANIDADES Y ARTES

MAESTRIA “PODER Y SOCIEDAD DESDE

LA PROBLEMÁTICA DEL GÉNERO”

Seminario: GÉNERO Y FAMILIA

Docente: Ana Esther Koldorf

Trabajo Final

“La maternidad en nuestra época”

Autora:

Mariana Pacchioni

Psicóloga

e-mail: marianapacchioni@outlook.es

2020

La maternidad en nuestra época.

Resumen:

Pare reflexionar acerca de la relaciones entre género y familia el presente trabajo se enfoca en la maternidad en nuestra época. Pivoteando sobre el eje de lo materno se analiza esta cuestión desde tres perspectivas: el psicoanálisis, el feminismo y una selección de realizaciones audiovisuales contemporáneas de cine argentino. Este último eje está planteado con el fin de dar cuenta los interrogantes propios de la época actual, entendiendo que el arte expone las preguntas que interpelan cada período sociohistórico. 

Palabras clave: Maternidad. Psicoanálisis. Feminismo. Cine.

Introducción:

La familia es un sistema que le permite al capitalismo reproducirse y perpetrarse. Para ello la función de las mujeres ha sido históricamente fundamental dado que se ha adherido de manera arbitraria el significado mujer con el de madre. A principios del siglo XIX comienzan a instituirse cuestiones médico-higienistas atadas al rol materno, entendido éste como una especie de enfermería de los niños. Las mujeres quedaron entonces conminadas al ámbito doméstico, porque ello garantizaba el bienestar de los hijos y del marido.

Pero con el paso del tiempo los modos de maternaje fueron cambiando, por ello la idea es  reflexionar acerca del tema de la maternidad en la época actual a partir de la revisión de los abordajes del psicoanálisis clásico y el feminismo, siendo éstas dos perspectivas diferentes. El eje del atravesamiento epocal será trabajado con películas argentinas contemporáneas que muestran un viraje en el posicionamiento de las mujeres frente a la maternidad y la aparición de nuevos interrogantes al respecto. En este caso he seleccionado dos films contemporáneos de ficción que enuncian específicamente la temática de la maternidad con el propósito de interpretar su tratamiento y qué cuestiones propias de nuestra época aparecen allí.

Lo femenino y lo maternal: la postura psicoanalítica.

Freud en sus primeros escritos explicó el desarrollo sexual de niños y niñas de manera análoga. De hecho, establecía un paralelo entre ambos suponiendo en la niña una inclinación al padre y en el niño una tendencia a la madre.  A partir de 1919, en el texto “Pegan a un niño” Freud comienza a manifestar una insatisfacción con éste paralelismo. Será en 1924 en “El sepultamiento del complejo de Edipo” donde acentúe un curso distinto en la sexualidad de varones y niñas.  Sin embargo, reconoce allí que el desarrollo de la niña se le presenta poco claro,  por estar también la niña bajo la determinación de una economía fálica y un complejo de castración, que darán lugar a un sepultamiento del Edipo, la formación del superyó y el consiguiente período de latencia. En el mismo escrito y siguiendo con la experiencia edípica de la niña Freud expone:

“El complejo de Edipo de la niñita es mucho más unívoco que el del pequeño portador del pene; según mi experiencia, es raro que vaya más allá de la sustitución de la madre y de la actitud femenina hacia el padre. La renuncia al pene no se soportará sin un intento de resarcimiento. La muchacha se desliza —a lo largo de una ecuación simbólica, diríamos— del pene al hijo; su complejo de Edipo culmina en el deseo, alimentado por mucho tiempo, de recibir como regalo un hijo del padre, parirle un hijo.” (Freud, 1925, P.186).

Es éste planteo de una ecuación simbólica el que liga el desarrollo sexual infantil femenino con el deseo de un hijo, idea que retomará un año más tarde para explicar que:

“la libido de la niña se desliza —sólo cabe decir: a lo largo de la ecuación simbólica prefigurada pene = hijo— a una nueva posición. Resigna el deseo del pene para remplazarlo por el deseo de un hijo, y con este propósito toma al padre como objeto de amor” (Freud, 1925, p.274)

Queda claro que Freud hace derivar diferencias de constitución psíquica en varones y mujeres a partir de su diferencia anatómica genital, enlazando de ésta manera lo biológico y lo psíquico. Desde éste enlace es que su postura al respecto del deseo de hijo es un equivalente al deseo de pene de la mujer a partir del descubrimiento de la castración consumada que según el autor existe en las corporalidades de las mujeres.

Posteriormente volverá sobre la cuestión femenina para reformular alguna de las ideas ya expuestas, reconociendo explícitamente que ya resignó su expectativa de establecer un analogía entre el desarrollo sexual femenino y masculino.

En “Sobre la sexualidad femenina” Freud equivale el destino de la feminidad a la maternidad. Lo explica diciendo que: “La preferencia de la niña —a diferencia del varón— por el juego de la muñeca suele concebirse como signo del temprano despertar de la feminidad” (Freud, 1931, p.238).  Un año después en las “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis” retoma ésta cuestión resaltando que el punto en que se diferencian el desarrollo sexual de la niña y el niño es el descubrimiento de la castración. A partir de allí Freud marca tres orientaciones posibles en la niña: la inhibición sexual, el complejo de masculinidad o la feminidad normal. Respecto de éste último destino Freud dice literalmente que “la situación femenina sólo se establece cuando el deseo del pene se sustituye por el deseo del hijo, y entonces, siguiendo una antigua equivalencia simbólica, el hijo aparece en lugar del pene” (…) “En la expresión compuesta “un hijo del padre”, muy a menudo el acento recae sobre el hijo, y no insiste en el padre. Así, el antiguo deseo masculino de poseer el pene sigue trasluciéndose a través de la feminidad consumada. Pero quizá debiéramos ver en este deseo del pene, más bien, un deseo femenino por excelencia”. (Freud, 1932, p. 119). Incluso agrega que solamente el hijo varón le brindará a la mujer una satisfacción irrestricta dado que sobre él trae consigo el pene anhelado.

En su escrito póstumo, inconcluso, Freud (1938) persiste en ésta idea de centrar todo el desarrollo sexual femenino en la envidia del pene, el cual sumerge a la niña en el Edipo, inclinándola hacia la figura del padre, esperando recibir el regalo de un hijo de él, siendo éste un derivado del deseo de pene.

Freud deriva el deseo de hijo del deseo de pene porque el eje de su teoría de la constitución psíquica del sujeto es el Complejo de Edipo y lo que el expone en los textos ya puntualizados es que la niña ingresa al complejo de Edipo a partir de la envidia del pene. Para él la niña advierte de alguna manera que hay algo que no tiene e interpreta como que fue privada de ello o que quizás la han castrado, esto es lo que conceptualiza como “complejo de castración”. Hecho que cambia el vínculo con su madre dado que la culpabiliza de su falta, y la empuja hacia su padre que sí tiene eso que a ella le falta.

Freud en éste periodo plantea la feminidad como una salida que resulta de la diferencia sexual y anatómica; postura que sostendrá hasta sus últimos escritos.

En la obra de Lacan encontramos distintos momentos teóricos que abordan la maternidad en función de la construcción de los conceptos que va desarrollando.

En un sus primeros textos vincula estrechamente lo maternal al deseo y a los avatares del complejo de Edipo.

En el Seminario IV “La relación de objeto” (1956) su abordaje es a partir de los conceptos de deseo materno, el falo y la castración, continuando por la vía del legado freudiano. Lo que allí plantea Lacan es la idea de que un sujeto que adviene al mundo necesita de otro primordial que ejerza la función materna, que permite la transmisión del Nombre del Padre a partir del deseo materno, única manera de trasmitir dicho significante.  

Siguiendo en el seminario IV, Lacan plantea que entre madre e hijo no hay armonía alguna dado que no existe como dualidad en tanto siempre estará mediada por el falo, tomando el niño un valor fálico al ser ubicado como objeto de deseo materno. Esto rompe con la idea que venía siendo articulada por los postfreudianos de la ‘buena madre’, y destaca lo insaciable, caprichoso y devorador del Deseo Materno. La posición que tenga una mujer respecto de su propia falta será lo que determine el modo de transmisión de la castración, así como el lugar que tomará el hijo en la estructura.

En el Seminario V “Las formaciones del inconsciente” Lacan aborda el tema de la maternidad, pero ahora acentuando la cuestión del padre, siendo un concepto fundamental el significante del Nombre del Padre, instaurado a partir de la Metáfora Paterna, sustitución del significante materno por éste, la que da un orden simbólico al Edipo. Literalmente dice Lacan que “la función del padre en el complejo de Edipo es la de ser un significante que sustituye al primer significante introducido en la simbolización, el significante materno” (Lacan, 1999, pág. 179).  Es en este seminario que divide al Edipo en tres tiempos, haciendo intervenir al padre a partir del segundo tiempo con el objeto de separar al niño de ese lugar de falo de la madre, siendo el padre entonces el portador de la ley; pero la castración o privación operada es sobre la madre y no sobre el niño; y el tercer y último tiempo es el del padre potente, que sí debería culminar con la identificación del niño a éste padre. En éste sentido vemos que hasta ahí Lacan habla del desarrollo sexual exclusivamente masculino. Lo que esbozará al respecto de lo femenino es que si para el niño se trata de identificarse con el padre como quien posee el pene, para la niña es reconocer al hombre como poseedor, sin llegar a decir en éste punto como Freud que de allí hará la ecuación simbólica hasta el hijo.

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