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Lo más indignante es que siempre lo supe


Enviado por   •  7 de Mayo de 2018  •  Apuntes  •  393 Palabras (2 Páginas)  •  60 Visitas

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Lo más indignante es que siempre lo supe

Yo lo sabía, siempre lo supe, lo nuestro no iba a funcionar, lo sabía incluso antes de que iniciara, entonces, ¿porqué insistirle a algo que iba a fracasar? Bueno, no sé, quizá no solo fuese amor, quizá el capricho y la placentera sensación de nadar en contra de la corriente, tuvieron algo que ver.

Él siempre fue tan distinto a mí, supongo que nuestra historia confirma el hecho de que los polos opuestos se atraen, pero la atracción nunca es suficiente para que todo funcione bien.

Él era bastante atractivo, alto, robusto, piel canela y ojos oscuros, posiblemente podría tener a la mujer que quisiera, la que deseara, pero justamente la desafortunada terminé siendo yo.

Desde el momento de nuestra boda hasta el día de su trágica muerte, mi vida junto a él fue un infierno, lo más indignante es que yo siempre supe, desde el inicio, que así seria.

Afortunadamente no tuvimos hijos, sería una tragedia que hubiera que tenido evidenciar el estado de alicoramiento en el que llegaba su padre cada fin de semana, lo más indignante es que yo siempre supe, desde el inicio, que así seria.

Al final, ya no encontraba más excusas para justificar los moretones e hinchazones de mi cara, de mis brazos, de mis piernas, de mi abdomen; para toda mi familia, el problema siempre fue lo peligrosas que eran las baldosas del baño y lo torpe que era yo al salir de él, lo más indignante es que yo siempre supe, desde el inicio, que así seria.

Para él, cualquier hombre que pudiese acercarse a mí, era motivo suficiente para gritar, tirar cosas y amenazarme, acusándome de serle infiel, como si yo no supiese que él andaba con varias mujeres, cómo si los ojos de los vecinos que me miraban con compasión no lo hubiesen delatado hace rato, lo más indignante es que yo siempre supe, desde el inicio, que así seria.

Recordé que el cura dijo que sólo la muerte nos podía separar, así que, señor juez, acepto la sentencia que usted decida y la acepto con valentía, con la misma con la que me defendí de los golpes de mi difunto esposo e introduje la navaja en su vientre, una y otra vez, como cobrando desesperadamente cada maltrato, lo más indignante es que yo siempre supe, desde el inicio, que así terminaría todo.

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