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Personalidad Y Celos En Universitarios

jucaro20 de Mayo de 2012

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Relación entre celos y personalidad en hombres y mujeres universitarios

Objetivo general: Conocer la relación que existe entre celos y personalidad en hombres y mujeres universitarios.

Palabras claves: celos, neuroticismo, extroversión, psicoticismo y disimulo

MARCO TEÓRICO

Personalidad

La palabra personalidad etimológicamente proviene de la palabra persona, que en griego es prosopón y significa "máscara"; se define como la organización dinámica dentro del individuo, de aquellos sistemas psicofísicos que determinan su conducta y su pensamiento característico. Es una organización relativamente estable y perdurable del carácter, temperamento, intelecto y físico de una persona, lo cual determina su adaptación única al ambiente. Son formas la mayor parte del tiempo estables, características del individuo, de pensar, experimentar y comportarse.

Se desarrolla y cambia a través de la vida, pues es el resultado de la interacción de la herencia genética y el ambiente del ser humano, por el aprendizaje social y las experiencias personales. Es la manera habitual en que se comportan las personas, donde manifiestan sus conductas y experiencias. Es individual y social; individual porque cada persona es única e irrepetible y social porque somos conscientes de nuestros actos vemos como nos condiciona el entorno y lo construimos. No tienen una existencia, se infiere a partir de la conducta de los seres humanos. Es una abstracción que nos ayuda a ordenar la experiencia y predecir el comportamiento.

La personalidad tiene dos componentes, uno de base genética, denominado temperamento, y otro que es identificado como carácter, que depende de determinantes sociales y del ambiente del individuo. Por medio del carácter es como desarrollamos nuestras virtudes y habilidades, nos indica el modo que tiene el ser humano de actuar, pensar y expresar afectividad.

Es sobradamente difícil definir lo que constituye la personalidad de alguien. Al final de todas las cuestiones que tiene sin resolver la Psicología de la Personalidad, lo que en el fondo interesa son las «diferencias individuales». Pero las distintas características por las que se distinguen una persona de otra tampoco se corresponderían con aquello que constituye la verdadera personalidad tal -y como queremos entenderla por nuestra parte. El intento sería determinar y estudiar las funciones de un sistema global que permita delimitar los procesos constituyentes de lo que se entiende por personalidad

Personalidad como configuración de sistemas

La Psicología cognitiva acostumbra a concebir la «Psyche» como un «aparato uniforme de elaboración de la información» y para poder alimentar ese sistema uniforme desarrolla distintas estrategias y programas. Frente a esta postura cognitiva homogénea, presentamos una «Psyche» que parte de una heterogeneidad funcional de diversos sistemas psíquicos, interactuando entre sí.

Las diferencias individuales descansarían así sobre configuraciones o coaliciones características de los distintos sistemas. Si se habla de la motivación, por ejemplo, para cada tipo de personalidad, no sólo se requiere una estructura básica concreta de sus necesidades, impulsos, intenciones, etc., sino que también se debe conocer su modo específico de elaborar la información. Puede hacerlo quizá intelectualmente, racionalizando o de manera intuitiva; dejándose llevar quizá por sus emociones o de manera absolutamente pragmática. Si el núcleo de la motivación consiste en el ensamblaje de los sistemas cognitivo y emocional como guías de las sistemas reguladores de la acción, no deberíamos examinar la cognición, la emoción y la motivación como tres disciplinas psicológicas separadas entre sí. Para activar por ejemplo la necesidad de «afiliación», es más conveniente, con frecuencia, una elaboración espontánea e intuitiva que otra analítica y racional, mientras que para conseguir unas metas concretas o la solución de un problema, más bien podría ser al revés.

Consideramos, por tanto, a los sistemas como interdependientes. Las personas disponen así de distintos sistemas de elaboración que pueden activar para conseguir sus metas. La personalidad se determina también por la estructura dinámica e interacción de los diversos sistemas. Un pensador analítico se diferencia fundamentalmente de un emocional espontáneo. Por eso, si queremos aclarar las diferencias individuales, habrá que estudiar los distintos sistemas para la elaboración de la información y su correspondiente interdependencia

Las interacciones entre los sistemas definen la personalidad

Si todas estas funciones, motivos, emociones, metas y demás sistemas participan en las diferencias individuales, entonces un tipo concreto de personalidad quedará definido por la suma de todas esas características. Pero esto no sería suficiente.

Todavía se necesitaría entender, cómo todos estos sistemas trabajan en común. La clave para ello, siguiendo la lógica propuesta, consistiría en analizar los patrones de interacción entre los sistemas psíquicos. ¿Cómo actúa la satisfacción o no satisfacción de una necesidad sobre el estado de ánimo y la elaboración de las informaciones recibidas? ¿Cómo actúa el reconocimiento instantáneo de una información sobre la consecución de unas metas?

La personalidad se determinaría, por tanto, en cada individuo por la interacción «característica» de sus sistemas psíquicos.

Esta postura toma una dirección distinta a la explicación muy aceptada en Psicología de que la «Psyche» de la persona queda aclarada por una arquitectura básica, construida de antemano, en la que cabe buscar y distinguir sus diferentes características funcionales. Aquí se defiende, más bien, la idea de que con los «materiales de construcción» de la Psyche se pueden levantar arquitecturas muy variadas y, por tanto, distintas personalidades.

Los diferentes tipos de personalidad quedarían así configurados por coaliciones particulares de unos u otros sistemas. Estas coaliciones pueden ser-más o menos duraderas y estar más o menos asentadas. Puede existir una configuración de personalidad que arranque desde las experiencias infantiles y se haya mostrado muy válida en la interacción con el entorno social. Pero pueden existir otras configuraciones temporales que sólo sirven para alcanzar una determinada meta y que luego pueden disolverse de nuevo. Cuando una coalición ya asentada no cede ante otra que en ese momento dado, sería mucho más beneficiosa para la persona, entonces puede hablarse de un trastorno de la personalidad. Si una persona mantiene una coalición de tipo cognitivo-motivacional, cuando seria más beneficiosa otra de tipo emocional- motivacional, como, por ejemplo, en el caso de una relación amorosa, algo comenzaría a fallar.

Los sistemas y la personalidad

Aún en la vida ordinaria, entendemos por personalidad de un individuo, no sólo lo relativo a su temperamento, a su estabilidad/inestabilidad emocional u otras características básicas, sino también —y quizá en su primera interpretación— al conjunto diferenciado de sus propiedades psíquicas, por ejemplo, su estilo propio de elaboración de la información; cognitivo frente a emocional, o su estilo propio de autopresentación, autocontrol o autorrealización.

La personalidad, así entendida, se diferencia funcionalmente del concepto de carácter: la personalidad designa la existencia de unas fuertes disposiciones y los subsiguientes patrones interacciónales de los sistemas psíquicos, mientras que el carácter define el contenido, ya elaborado en gran parte, de los distintos sistemas, en especial, el contenido del «yo> integrado con sus actitudes y valores personales

Tras la visión del modelo, es fácil deducir que los sistemas de personalidad están, a su vez, integrados dentro de un proceso que comienza con la percepción para acabar en la acción(conducta), convirtiéndose esta en un impulse para un nuevo proceso. La conducta es lo único que en el fondo se percibe. Pero la manifestación de la conducta tampoco puede reducirse a un solo sistema. Es importante no olvidar que toda persona posee todos los sistemas «a la vez», todos «actúan» en la persona de manera continuada. Una misma conducta puede ser «causada» por cualquiera de los sistemas o una de sus coaliciones. Este hecho impone un reto complicado para la Psicología de la Personalidad, a la vez que una oportunidad, porque está en la obligación de descubrir bajo qué condiciones y en qué tipos de personalidad (coalición de sistemas) surge una forma característica de manifestación de la conducta. Esto mejoraría la aplicación de la Psicología de la Personalidad: cuanto mejor pueda determinarse en cada caso individual, cómo surge una conducta típica, con mayor precisión se podrá intervenir en el sistema concreto, en el que se localiza esa tendencia conductual. Este empeño sería quizá más fácil, cuando una característica se da por igual en todos los sistemas. Si una persona muestra características de impulsividad en todos los sistemas, podría concluirse que es, en principio, una persona impulsiva. Pero la persona es tan compleja que continuamente hay que preguntarse, cuando se quiere conocerla, dónde manifiesta características análogas o dónde aparenta disonancias; dónde obra positivamente, buscando la conducta acertada o dónde negativamente, con una conducta de evitación. El proceso de la personalidad no deja de ser también complejo.

Celos

("el vicio de la posesión", como Jacques Cardonne los denominaba) han

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