Psicologia
Ragnus2 de Abril de 2015
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MANIFESTACIONES INESPECÍFICAS Y MODELOS DE ENFERMEDAD
Es difícil diferenciar entre el deterioro secundario con el paso del tiempo y lo que puede interpretarse como una manifestación de la enfermedad, entre lo que puede parecer físico y lo que además puede tiene un origen social o emocional. La salud y la enfermedad es habitual en la persona envejecida. El proceso de la enfermedad es diferente, existen trastornos que se presentan con síntomas propios, según sean las edades a las que aparecen. Los síndromes geriátricos como caídas, inmovilidad, incontinencia, abatimiento funcional o delirium son cuadros casi propios o específicos de los individuos mayores, más que enfermedades son manifestaciones de un proceso subyacente, en la mayor parte de los casos no reconocidos o mal diagnosticados con múltiples componentes.
Los cambios fisiológicos, la prevalencia del deterioro cognoscitivo, la baja reserva homeostática, una visión negativa de la vejez y el deseo del anciano de no ser una carga para la familia y no quejarse, influyen de manera sinérgica para la presentación atópica de las enfermedades. La suma de estos factores propicia una demora en la consulta, una mala interpretación de los síntomas; un diagnóstico equívoco y un tratamiento inespecífico, casi siempre erróneo en consecuencia, los padecimientos simples que pueden solucionarse llevan al deterioro y a una mayor dependencia en el anciano.
Los ancianos presuponen que sus quejas no serían oídas ni atendidas; temen parecer quejumbrosos ante la familia reconocer que están enfermos y envejecidos para iniciar un camino hacia la dependencia por temor a las consecuencias económicas, sociales o funcionales; aún más si se agrega un proceso depresivo tan común en circunstancias, los sentimientos de fatalismo, minusvalía y desconfianza se acentúan y son un obstáculo para conseguir bienestar.
El paciente consume numerosos fármacos de forma simultánea (polifarmacia), que pueden inducir efectos adversos o agravar afectaciones subyacentes. La frecuente participación de varios especialistas y la institución de múltiples tratamientos a la vez comprometen el frágil equilibrio homeostático y contribuyen a concebir erróneamente y malinterpretar los problemas geriátricos. Otro factor que contribuye a la presentación atípica es el deterioro de las funciones mentales, que contribuyen al paciente y sus cuidadores porque entorpece la comunicación, ya de suyo alterada por el déficit sensorial, las barreras culturales, los conflictos familiares, etc.
El primer signo de enfermedad aguda o exacerbación de una cronicidad es casi siempre el abatimiento funcional o la confusión mental (delirium), más que una queja específica referida al órgano o sistema afectado. La confusión, las caídas, la incontinencia de esfínteres y la inmovilidad son 4 síndromes que se encuentran con frecuencia en el paciente geriátrico y pueden ser el signo final común de muchos trastornos diferentes. Estos síndromes representan siempre alguna enfermedad de base y no deben considerarse episodios únicos, ni mucho menos normales de la vejez.
• MANIFESTACIONES ATÍPICAS MÁS FRECUENTES
Delirium o confusión. Se caracteriza por alteraciones de la atención, agitación o inactividad y confusión, de gran importancia en la geriatría por su elevada frecuencia, así como dato principal e indicativo de enfermedad, sobre todo entre los individuos muy viejos o los que experimentan deterioro cognoscitivo. Puede ser signo inicial de cualquier problema físico, mental, emocional y aun social, sin que se relacione en todos los casos con el sistema nervioso. Los problemas que producen delirium con mayor frecuencia son los procesos infecciosos (pulmonares y urinarios), seguido del mal uso de fármacos, desequilibrio electrolítico, problemas cardiovasculares, hemodinámicos, hospitalización, operaciones, ansiedad
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