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Psicología y Espiritualidad en Intervención en Desastres


Enviado por   •  29 de Octubre de 2018  •  Apuntes  •  1.890 Palabras (8 Páginas)  •  90 Visitas

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Universidad Adventista del Plata

Facultad de Humanidades, Educación y Ciencias sociales

Psicología y Espiritualidad en Intervención en Desastres

Trabajo práctico

presentado en cumplimiento parcial

de los requisitos para la cátedra de

Psicología y Espiritualidad

Docentes:

Pereira, Mario.

Freitas, Filipe.

Block, Cintia.

Pagnini, Giovanni.

Turbay, Beatriz.

Octubre de 2018

Psicología y Espiritualidad en Intervención en Desastres

Definiciones:

  • Intervención: una de las principales funciones del personal de salud (especializado y no especializado) es propiciar espacios de apoyo mutuo en donde actúa como facilitador de procesos grupales donde se comparten experiencias y promueven la autoayuda; también identificar recursos personales y colectivos que facilitan la adaptación eficaz, así como disminuir la dependencia externa (Organización Panamericana de la Salud, 2002).
  • Espiritualidad: se refiere a los aspectos de la vida que le dan un sentido de significado, una guía a la moralidad, una relación con el mundo y lo trascendente (Van Hook, 2013).
  • Emergencia: una situación catastrófica o desastre que se produce por un evento natural, accidente tecnológico o directamente provocada por el hombre en la que se ve amenazada la vida de las personas o su integridad física y/o se producen muertes, lesiones, destrucción y pérdidas materiales, así como sufrimiento humano (Organización Panamericana de la Salud, 2002).

Aspectos a tener en cuenta en caso de desastres según Manual de Protección de la Salud Mental en Situaciones de Desastres y Emergencias (Organización Panamericana de la Salud, 2002).

Primeramente, se debe conocer las características generales del país en el que se realizará la intervención. Esto incluye considerar los antecedentes y los posibles riesgos de desastres naturales, así como alguna otra emergencia que podría presentarse.

Además, se debe determinar el estado de salud mental que presenta la población afectada, y cuáles son los eventos traumáticos que se dan con más frecuencia.

Por otro lado, la capacitación de los voluntarios es de suma importancia, y se deberá proveer antes de que ocurra una emergencia. Debe estar planificada según los grupos y los niveles de atención a las que va dirigido.

Asimismo, el marco legal debe ser conocido por los voluntarios, en lo que implica: Conferencia Internacional sobre Atención Primaria en Salud de Alma Ata /1978. Resoluciones del Consejo Directivo de la OPS/OMS sobre Salud Mental, de 1997 y 2001. Derecho Internacional Humanitario/Comité Internacional de la Cruz Roja. Declaración Universal de los Derechos del Niño. Política Nacional de Salud. Política Sectorial y/o Programa Nacional de Salud Mental. Plan Nacional de Salud en Situaciones de Emergencias y Desastres. Plan Estatal Nacional de Actuación en Emergencias y Desastres. Instrumentos de políticas.

El objetivo general de la intervención es reducir el riesgo psicosocial de la población e introducir el componente salud mental en la atención sanitaria en situaciones de desastres y otras emergencias.

Con respecto a esto, consideramos la atención espiritual como una herramienta más a la hora de intervenir en una emergencia.

Históricamente, los argumentos para incluir la religión y la espiritualidad en la práctica y la educación del trabajo social han sido impugnados de varias maneras, incluyendo afirmaciones de que los currículos educativos ya están cargados en términos de contenido y protocolos de entrenamiento, y el fenómeno de religión y espiritualidad es incongruente con el principios del empirismo lógico (Barker y Floersch, 2010; Canda y Furman, 1999; Moss, 2005, citado en Benson, Dyrud Furman, Canda, Moss y Danbolt, 2015).

Inclusive, el hecho de plantear temas de fe y religión como una intervención primaria, con aquellas personas traumatizadas por el desastre puede provocar desaliento en los trabajadores sociales, debido a que las víctimas suelen presentar sentimientos de impotencia, pérdida de control personal y dudas acerca de la relación con el entorno y los sistemas tanto de creencias como culturales (Benson et al., 2015).

Pero, teniendo en cuenta que las orientaciones espirituales y religiosas de las personas pueden acrecentar la crisis o fomentar la resiliencia, es muy importante tener en cuenta estos aspectos (Benson et al., 2015).

La experiencia de shock de las víctimas puede generar desafíos existenciales a sus perspectivas espirituales, visiones del mundo y su sentido de identidad y propósito en el mundo. Incluso sin una creencia en un aspecto espiritual o trascendente, las personas pueden sentir desilusión y angustia. Las víctimas pueden encontrar consuelo al fortalecer sus compromisos religiosos y espirituales, o al regresar a valores y prácticas espirituales y religiosas abandonadas. Por el contrario, los sistemas de creencias espirituales o religiosas pueden colapsar si el sentido de seguridad y confianza de las víctimas se ve seriamente dañado (Coisman, 2002; Tan, 2006, citado en Benson et al., 2015). A veces, las diferencias y los conflictos relacionados con las creencias y valores religiosos entre los sobrevivientes y los ayudantes profesionales pueden interferir con la prestación del servicio (Rosenfeld et al., 2005, citado en Benson et al., 2015).

La capacidad de dar un sentido al evento traumático puede estar influido por las creencias espirituales que tenga la persona. También, el significado dibujado puede impactar en el funcionamiento y en los síntomas del sobreviviente (S/A, 2016).

La espiritualidad es un factor de influencia en desarrollo sano de la personalidad, permitiendo una relativa estabilidad emocional. Esto hace que los niños y jóvenes sean más vulnerables, y por lo tanto, más propensos que los adultos a presentar diversos trastornos (S/A, 2016).

Herrmann (2007) propone una serie de directrices e intervenciones para trabajar el área espiritual en desastres.

A corto plazo, el propósito principal de la intervención religiosa y de crisis con individuos y familias es ofrecer seguridad y protección. A largo plazo, el objetivo principal es ayudar y facilitar la restauración de la fe y la esperanza, y ayudar a encontrar sentido en la vida después de un desastre, particularmente cuando ha habido una pérdida de vidas.

La intervención se podría dar en las siguientes fases:  

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