Psicopatología De La Posición Esquizo-Paranoide - Capítulo IV - Melanie Klein.
Marsa2329 de Abril de 2015
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La psicopatología de esta posición es una de las fases del desarrollo más difíciles de estudiar, ya que cuando la persona llega al análisis, sus primeras experiencias ya han sido confundidas con las más recientes. A pesar de esta dificultad, su estudio es de gran importancia, pues es en estos primeros meses del bebé donde se generan los puntos de fijación psicóticos; quedando en esta fase rasgos patológicos a los cuales regresaría el enfermo posteriormente.
El desarrollo normal de la posición esquizo-paranoide se caracteriza por la escisión de los objetos en buenos y malos, y por la prevalencia de las experiencias buenas sobre las malas; condición necesaria para que luego se produzca la integración del objeto, tanto interno como externo. Sin embargo, todo esto se complica cuando son las experiencias malas las que predominan sobre las otras.
En el desarrollo normal, el bebé proyecta objetos internos y parte del yo en el pecho y en la madre. Pero cuando la ansiedad y los impulsos hostiles y envidiosos son muy frecuentes e intensos, la parte proyectada es “destruida” en diminutos fragmentos, que a su vez son proyectados en el objeto desintegrándolo en diminutas partes. Cuando sucede esta identificación proyectiva, se odia tanto toda experiencia de la realidad (atacando y destruyendo al aparato perceptual) como al objeto responsable de la percepción (queriendo destruir ese fragmento de realidad).
Como resultado de esto, se percibe el objeto escindido en diminutos pedazos, cada uno con una parte hostil del yo, a los que Bien denomino como “objetos extraños”. Estos intentos por liberarse del dolor producido por la realidad generan un círculo vicioso ya que originan en el niño más percepciones dolorosas, las cuales ocasionan una identificación proyectiva patológica, que a su vez hace que la realidad se vuelva cada vez más persecutoria y dolorosa. Así, el niño enfermo siente que el mundo está lleno de objetos hostiles que lo persiguen amenazando a su yo despojado y mutilado. Lo que queda del yo intentando escindir y apartar los “objetos extraños” se denomina “tercer área”.
En el primero de ellos, demuestra que cuando se ataca la realidad mediante una identificación proyectiva, también se ataca el vínculo con cualquier órgano o función que percibe; entre el Yo y el objeto; o entre diversas partes del Yo. Esta incapacidad de vincular le produce al niño una envidia hacia aquellos que poseen dicha capacidad. Ejemplo de ello es el Complejo de Edipo.
Mantener un objeto ideal cuando prevalecen procesos esquizo-paranoides también es un proceso complejo y una patología de esta etapa. Tal es el caso de la segunda paciente, por ejemplo, quien idealizaba a su marido y a otros hombres creando una dependencia con ellos o que proyectaba su problema en otras personas, viéndolos después a estos objetos ideales como sospechosos de padecer su propio problema. Esto también sucede con el primer paciente, quien tras idealizar a su esposa y su analista y ceder a ellas su “mejor parte”, comienza a sentir que su objeto ideal le había robado todo lo bueno que tenia, causando que éste vuelva ser blanco de ataques y proyecciones hostiles.
El bebe esquizoide posee ciertas características que lo diferencian de un niño normal, a saber: Un aparato perceptual dañado; Sentimiento de estar rodeado de objetos hostiles; Vínculos dolorosos con la realidad; Incapacidad de establecer vínculos; y Envidia.
Y por último, vemos el ejemplo de una joven esquizofrénica donde se ilustran claramente ciertos procesos patológicos. En un primer momento, la paciente realiza un cambio de percepción, y compara a su analista con sus padres: sanos, casados y con hijos; motivo por el cual envidia a los tres.
En un segundo momento se muestra la disociación que hay en la mente de la muchacha y la idealización de personajes de libros; luego un
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