REGULACIONES RELACIONALES Y SOCIOCOGNITIVAS DEL CONFLICTO SOCIOCOGNITIVO

“REGULACIONES RELACIONALES Y SOCIOCOGNITIVAS DEL CONFLICTO SOCIOCOGNITIVO”

Para que el niño saque provecho de una interacción sociocognitiva debe dispone de los prerrequisitos que le permitan una elaboración constructiva de nuevos instrumentos cognitivos. Es necesario que la interacción adopte un tono conflictivo, es decir, que oponga los interlocutores a nivel de sus sistemas de respuesta. Este puede ser el caso cuando los niños pertenecen a niveles cognitivos diferentes o cuando, perteneciendo al mismo nivel, muestran respuestas divergentes como reflejo de centraciones opuestas.

Siguiendo a Piéron se puede definir una regulación social como una determinación del comportamiento de los agentes psicosociales que ayudan a mantener ciertas propiedades de un sistema social. Una regulación es definida como relacional cuando la resolución del conflicto consiste en una modificación de la respuesta de uno o de varios de los partenaires, que tienden a establecer el estado de la relación interindividual anterior a la aparición del conflicto de respuestas, sin que se acompañen al mismo tiempo de un trabajo cognitivo real.

La regulación sociocognitiva se define por la elaboración, unas veces colectiva y otras individual, de nuevos instrumentos cognitivos, lo que es característico del progreso cognitivo.

La importancia de esta distinción entre regulaciones relacionales y sociocognitivas residen en que estos tipos de resolución del conflicto tienden a oponerse mutuamente.

La complacencia es la modificación superficial y momentánea de las respuestas con el objetivo de reabsorber o de evitar el conflicto de una situación en la que la fuente detenta los medios de control. El cambio de respuestas esta únicamente orientado a eliminar la diferencia de respuesta que caracteriza al conflicto, sin tener ningún alcance sobre la definición inicial del objeto en cuestión dada por el sujeto. “Para evitar la imitación, el adulto también debe evitar no dar una definición demasiado explicita de su modelo alternativo de respuestas, a fin de permitir al niño que trabaje sobre los principios que subyacen a las respuestas, más que sobre las respuestas específicas.

Frente al grupo se da una relación fundamentalmente asimétrica y tiende a predominar una regulación relacional, a pesar de que se den los medios adecuados el adulto debe orientar la resolución del conflicto en términos sociocognitivos, sobre todo cuando organiza la relación para que sea difícil que se instaure una regulación relacional. Una regulación racional del conflicto puede, pues, consiste en una mera yuxtaposición de respuestas que a pesar de ser potencialmente conflictiva, no dé a lugar a una confrontación real.

Las relaciones entre iguales da a lugar a rendimientos colectivos muy híbridos, que no corresponden a ninguna estructuración cognitiva explicita o implícita sobre la que las parejas se hubieran puesto de acuerdo. Un factor muy importante que puede inducir una regulación de tipo relacional proviene de la diferenciación jerárquica: es evidente que a veces aparece una relación de dominio, y esto es tanto más fácil cuando las parejas provienen de la misma aula, en cuyo caso las elaciones sociometricas ya están establecidas.

Es cierto que ciertas modalidades de la interacción conllevan regulaciones puramente relacionales en las que la relación social suplanta de alguna manera la actividad cognitiva. Pero también es cierto que otras modalidades particulares de la interacción orienta al individuo o al grupo de individuos hacia una elaboración sociocognitiva que da lugar a una autentica reestructuración cognitiva.

El marcaje social abarca las situaciones sociocognitivas en las que el individuo establece una correspondencia psicológica entre los principios de respuesta que se desprenden del conocimiento que

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