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Rasgos de los jóvenes de Buenos Aires año 2001


Enviado por   •  21 de Octubre de 2015  •  Síntesis  •  2.878 Palabras (12 Páginas)  •  148 Visitas

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Algunos rasgos de los jóvenes de la Ciudad de Bs. As.

Visión desde la Sociología[1]

¿Qué es ser joven?

La cultura juvenil no es una condición natural sino algo que emergió históricamente. Como fenómeno mundial se desarrolló recientemente (en los años ´50). Su importancia nos muestra que continuará creciendo.

Hablar de los "jóvenes" en Buenos Aires, hoy, suscita una serie de cuestiones que tienen que ver con el sujeto de la frase: la juventud, concepto inquietante, que nos habla de un presunto colectivo, siempre nuevo, siempre cambiante. También nos remite al espacio y al tiempo, a nuestra ciudad en este momento social e histórico, este presente contradictorio e incierto, que sirve de contexto y, por tanto, imprime significación e inteligibilidad a todo cuanto podamos decir acerca de los jóvenes.

La noción de "juventud" conlleva diferentes significados, ya que variados aspectos influyen en esa condición. El concepto no reposa estrictamente en un enclasamiento de edades, es más que una mera categoría estadística. Al hablar de jóvenes estamos sí hablando del tiempo, pero de un tiempo social, un tiempo construido por la Historia y la Cultura, como fenómenos colectivos y, también, por la historia cercana, la de la familia, el barrio y la clase social a la que pertenecen.

Hay muchas formas de ser joven, distintas juventudes, atendiendo a la diferenciación social, al género, a la generación. Ser joven en Buenos Aires, hoy, implica una variedad de posibilidades, dependiendo de que se pertenezca a una familia acomodada de Belgrano o a un hogar carenciado de la Villa 31; de la condición de género: hombre o mujer; de la tradición cultural, origen migratorio, educación propia y familiar; que se tenga un lugar medianamente previsible en el mundo del estudio o del trabajo o que se asome a la vida desde un horizonte de precariedad y carencia.

La generación alude a la época en que cada individuo se socializa, y con ello a los cambios culturales acelerados que caracterizan nuestro tiempo. Cada generación puede ser considerada, hasta cierto punto, como parte de una cultura diferente, en la medida en que incorpora en su socialización nuevos códigos y destrezas, lenguajes y formas de percibir, de apreciar, clasificar y distinguir.

        Vamos a centrarnos más específicamente en los jóvenes de la Ciudad de Buenos Aires, que comúnmente se la denomina como “clase media”, esto es, un acceso a colegio privado, universidad estatal o privada, trabajo o posibilidad de ser sostenido económicamente por la familia, salidas periódicas con los amigos a boliches, bares, cines, etc; posibilidad de vacaciones a la costa o algún otro lugar, estudio de Inglés, acceso a internet en su casa, y muchas otras características que nos ayudan a agruparlos y descubrir ciertos rasgos de la cultura juvenil de la cual forman parte:

 

Falta de identidad

        En la sociedad actual los jóvenes se sienten perdidos en el anonimato de una gran variedad de propuestas difícilmente asimilables.  El cambio de la escala de valores, la confusión ideológica, la amenaza de la violencia y la corrupción, las rupturas en la vida familiar, la influencia de una cultura de lo “cómodo” y superficial, impiden un adecuado proceso de identificación.  Los jóvenes de hoy buscan afanosamente un andamiaje interno, psicológico y social que les permita vivir con un sentido y con cierta seguridad.

        La crisis de identificación actual se debe a que no hay modelos. El joven siempre quiso ser como un adulto que admiraba.  Pero hoy se da el hecho de que los adultos quieren ser jóvenes. La vida sin compromiso, de fiesta, el look “videomatch”, el pasarla “bien”, constituye hoy el modelo de la felicidad. La juventud como realidad social y cultural dejó de ser una etapa evolutiva en el crecimiento hacia la adultez, para pasar a ser el ideal de todos a alcanzar.   Los jóvenes y adultos quieren ser jóvenes “eternamente”, por eso la etapa juventud cada vez se alarga más, hoy vemos “jóvenes” de 35 años (con todo lo que eso implica: vida sin responsabilidad, diversión, cuerpo joven, moda, etc). El ideal de vida presentado es ser joven: porque simboliza energía, fuerza física, emociones fuertes, autenticidad, espíritu de aventura y de libertad y coraje para cuestionar.

        Esta falta de identidad posiblemente explique la obsesión por la imagen, ellos  invierten mucho dinero en ropa , seducidos por las marcas que dan identidad en el mercado de las relaciones. Según lo que tengas, perteneces y sos aceptado en un determinado grupo, esto es, la necesidad social primaria de todas: la pertenencia a un grupo.

Muy vinculado a esto se encuentra, la moda, como algo efímero. Ella está sometida a permanente cambio y propicia identidades frágiles. Desean ser aceptados en determinados grupos, afirmar su identidad social, ser considerados miembros auténticos de la tribu. Para ello deberán adecuar su indumentaria, su vocabulario y sus preferencias musicales, look y hasta su lenguaje corporal a las exigencias del medio social en el que aspiran a incluirse.

Esta adaptación implica un costo: la incertidumbre que supone construir la identidad personal sobre la adecuación a una exterioridad en cambio permanente y acelerado. El joven se ofrece a la mirada de los otros (que elige como referente) y le confiere poder; espera ser reconocido, apreciado y aceptado.

Es una búsqueda de pertenecer, de ser reconocido. Se trata de una identidad muy frágil porque la moda está siempre cambiando en ritmo acelerado y está muy preocupada con las apariencias externas.

        

Una personalidad débil

Si en nuestra sociedad prima la ética de la diversión sobre la ética del esfuerzo, la búsqueda del propio interés sobre la responsabilidad pública, la exaltación del tiempo libre frente al compromiso laboral, entonces no es de extrañar que los jóvenes, en estas circunstancias orienten sus energías hacia el disfrute y el placer.  En el caso de familias más o menos acomodadas, si los padres piensan que sus hijos deben tener lo que ellos no pudieron disfrutar en su juventud, esos adolescentes y jóvenes heredarán el consumismo como algo ajeno al trabajo y al esfuerzo.

La ascética y la disciplina no están de moda.  Todo lo que supone renuncia o austeridad se ha desvalorizado en beneficio del deseo y de la gratificación inmediata. Muy protegidos en la infancia y en la adolescencia, tienen poca capacidad de soportar el sufrimiento y la renuncia. Así van emergiendo individuos vacilantes y frágiles, propensos a desfallecer o hundirse ante cualquier adversidad. Su escasa consistencia psicológica los hace muy vulnerables.  En este contexto es donde el alcohol se presenta como la alternativa de evasión para no pensar o afrontar el tener que cambiar.

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