Reconocer nuestras emociones y canalizarlas

Reconocer nuestras emociones y canalizarlas.

Las emociones forman parte de todos los seres humanos, hombres y mujeres de todas las edades y culturas.  Pero las emociones también pueden ser moduladas, canalizadas, podemos aprender a manejarlas, para que no nos dañen ni hagamos daño con ellas.

Cada emoción genera una experiencia en el cuerpo, a veces agradable, a veces no. La alegría, por ejemplo, nos hace respirar, más ampliamente, nos genera una sensación de apertura, sonreímos, relajamos el cuerpo, tenemos pensamientos positivos…

Cuando experimentamos tristeza, normalmente el cuerpo se encoge, se empequeñece, nos cerramos; nuestra respiración se hace más pequeña y superficial tenemos pensamientos negativos…

El miedo nos hace contener la respiración, hacemos a veces -como en la tristeza una respiración – una respiración corta, cortada, entrecortada y superficial. Nos paralizamos, pensamos en cuerpo y deseamos huir…

La cólera, la ira, nos hace tensar los músculos (por ejemplo, las mandíbulas…), agitamos la respiración, nos puede subir la tensión arterial, nos sentimos dañados / AS, nos colocamos a la defensiva, y deseamos descargar esa energía de rabia que se a producido. A veces, no reconocemos el malestar que tenemos he inconscientemente, tampoco lo resolvemos con lo que, poco a poco vamos acumulando el malestar hasta que en un momento surge en forma de alguna de estas manifestaciones, frecuentes:

1. Desarrollamos una depresión
2.  Volcamos en malestar, abrupta he inesperadamente, de manera inadecuada.

Hay personas que dicen : “ Tengo miedo de expresarme porque siente que soy como un volcán que va a explotar”.

Las emociones no son buenas, ni malas, son expresiones humanas, energéticas, que nos ayudan a reconocer que nos está pasando. Por lo tanto, nos dan claves, también, de nuestro momento, de nuestra historia, de nuestros valores, de nuestras heridas … Porque, aunque las emociones forman parte del ser humano, la forma en que las manejamos – o nos manejan – tiene que ver – como todos los procesos –con nuestra forma de vida.

Cualquier emoción nos da claves, pero si no las transformamos y nos dominan, podemos hacernos daño y hacer daño a los demás.

¿Cómo podemos manejarlas? Fundamentalmente:

1. Tomando conciencia de ellas, es decir, con el autoconocimiento.
2. Reconociendo las claves que nos dan, tomándose el tiempo necesario. A veces se requiere un espacio – Tiempo de soledad para la reflexión.
3. Aprendiendo a entender el lenguaje del cuerpo: cada emoción tiene un lenguaje del cuerpo, una respiración, una expresión del cuerpo.
4. Aprendiendo también a respirarla, para que se recicle, para que se disuelva. Con ello, conseguimos que no nos haga daño al no quedar bloqueada en nuestro cuerpo.
5. Andar consiente, respirándola también ayuda a reconocerla y transformarla.
6. Una de las emociones que genera más problemas relacionales es la ira, la ira es un fenómeno mental, y relacionada con elementos biológicos y bioquímicos. La ira densa los músculos. Cuando te relajas y sonríes, la ira disminuye.

THICH NATH HANH Propone algunas herramientas para manejarla:

1. Respirar y andar de manera consiente.
2. Abazar la ira y observar la naturaleza de nuestras percepciones y
3. Observar a los demás para comprender que también sufren y necesitan nuestra ayuda.

Este autor maestro espiritual que trabaja para las relaciones de paz, utiliza metáforas muy bellas:

La ira que hay en ti es como las patatas, a de cocinarse. Al principio está cruda y, como bien sabes, las patatas crudas no se pueden comer. Es difícil poder disfrutar de tu ira, pero si sabes como cuidar de ella y cocinarla, la energía negativa de la ira se convertirá en la energía positiva de la comprensión y la compasión.

Así como para transformar el malestar de la ira – la basura – en las flores:

1. Abrazar la ira y
2. Observa la naturaleza de la ira para averiguar como ha surgido.

Es decir, de alguna manera, hemos de hacernos cargo también de nuestras emociones, reconocer nuestras heridas y utilizar las herramientas de transformación de estas.

RECONOCER NUESTROS DESEOS

Para reconocer nuestros deseos tenemos que escucharlos, mirar hacia dentro. Escuchar nuestros deseos es importante para conocer en cada momento de nuestra vida donde estamos, que nos parece importante, que nos gustaría, hacia a dónde queremos ir. Saber que deseo y que quiero me ayuda también a saber lo que no quiero. Pero también implica tomar una dirección dirigirme hacia aquello que deseo o que quiero y ver que recursos tengo o necesito para conseguirlo.

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