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Respeto Hacia Uno Mismo

davidxavier3 de Marzo de 2015

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EL RESPETO HACIA UNO MISMO. (FRAGMENTOS)

Nathaniel Brandem

La autoestima en la vida humana

"El peor de los males que le puede suceder al hombre es que llegue a pensar mal de sí mismo", escribió Goethe. Si bien es probable que su intención fuera desafiar ciertas creencias religiosas, su frase reconocía una profunda verdad acerca de la naturaleza humana.

La barrera que representa el mayor obstáculo para los logros y el éxito no es la falta de talento o habilidad, sino, más bien, el hecho de que aquellos, llegado a cierto punto, se vean excluidos del autoconcepto, la propia imagen de quiénes somos y qué es apropiado para nosotros. La mayor de las barreras para el amor es el secreto temor de no ser digno de ser amado. La peor barrera para la felicidad es la indescriptible sensación de que la felicidad no es el destino adecuado para nosotros. En esto, expresado en términos simples, reside la importancia de la autoestima. Así que debemos comenzar por comprender lo que significa autoestima.

Lamentablemente, al igual que ocurre con muchas otras palabras en Psicología, no existe una definición que cuente con el consenso general. Tampoco es correcto suponer que todos sabemos lo que quiere decir. Si le preguntáramos a alguien lo que significa autoestima, podríamos recibir las siguientes respuestas: "Me siento competente, seguro de mí mismo", o "Me gustó", o "Quiere decir pensar que soy superior a otras personas". Las dos primeras respuestas no serían incorrectas, pero si incompletas; la tercera sería absolutamente falsa.

No todos los que no se sienten competentes en la realización de la tarea en particular, como pilotar un avión, diseñar un programa de ordenador o llevar adelante un negocio, sufren necesariamente una impresión de baja autoestima. Pero una persona físicamente sana, que se sienta inadecuada para afrontar los desafíos normales de la vida, como ganar su propio sustento, padece de escasa autoestima. Tampoco podemos afirmar que carezca de una adecuada autoestima el individuo que se siente desmerecedor de algún premio u honor especial, como el Premio Nobel o el reconocimiento universal, por haber grabado una sencilla canción romántica. En cambio, aquel que no se siente merecedor de felicidad, que no se siente digno de ninguna alegría o recompensa en la vida, sin duda tiene falta de autoestima.

La autoestima es un concepto inherente a una sensación fundamental de eficacia y a un sentido fundamental de mérito, a la idoneidad y a la dignidad en principio.. "Tengo confianza en mí mismo para hacer las elecciones y tomar las decisiones que guiarán mi vida" es muy diferente, en términos de autoestima, de "Me siento muy seguro para afrontar los problemas planteados por la biología molecular". "Me siento con derecho a hacer valer mis legítimos deseos y necesidades" es muy distinto a "Tengo derecho a recibir 10 millones de dólares".

Puede comprenderse mejor el concepto de elevada autoestima como la suma integrada de confianza en sí mismo y respeto de sí mismo. La confianza en sí mismo es la conciencia que evalúa la eficacia de sus propias operaciones cuando está abocada a la tarea de comprender la realidad y desenvolverse en ella. ¿Soy competente para discernir? ¿Soy competente para elegir? ¿Para señalar el curso de mi vida? ¿Para satisfacer mis necesidades? El respeto de sí mismo es el sentimiento de mérito personal. ¿Es posible que sea feliz? ¿Que resulte digno de ser amado? ¿Que sea tratado con respeto? ¿Que a mis allegados les importen mis deseos y necesidades?

En resumen, la autoestima es una evaluación de mi mente, mi conciencia y, en un sentido profundo, de mi persona. No se trata de una evaluación de determinados éxitos o fracasos, tampoco de determinados conocimientos o habilidades. Es decir, puedo estar muy seguro de mí mismo en el nivel fundamental, y sin embargo sentirme inseguro de mis capacidades en situaciones sociales específicas. De la misma manera, puedo desenvolverme bien en el trato social y, aun así, ser inseguro y dubitativo en mi interior.

Más aun, puedo ser amado por todo el mundo y no amarme a mi mismo. Puedo ser mundialmente admirado y, sin embargo, no admirarme. Pueden considerarme brillante, pero yo pensar que soy intelectualmente nulo.

Puedo ser una persona de grandes éxitos y aun así sentirme un fracaso, por no haber cumplido mis propias expectativas.

Según veremos más adelante al considerar los factores que enaltecen o disminuyen la autoestima, el hecho de cumplir las propias expectativas es una condición esencial para una alta autoestima. Resulta falsa la noción de que la autoestima es simplemente una función de cómo nos ven y evalúan los demás.

En párrafos anteriores, he dicho que la autoestima positiva significa sentirse competente para vivir y merecer la felicidad o, para expresar lo mismo de un modo un tanto diferente, ser adecuado para la vida y sus exigencias y desafíos. Sería más preciso decir que la autoestima positiva consiste en la disposición a sentir de este modo, ya que, como ocurre con cualquier otro sentimiento o estado, no se experimenta siempre con igual intensidad. La autoestima es un encauzamiento hacia el sí-mismo. Este representa el esencial fundamento de la conciencia, fundamento de todas las experiencias particulares: el único concepto crucial que debe comprenderse sobre su función en la psicología humana.

Sentirse competente para vivir significa tener confianza en el funcionamiento de la propia mente. Sentirse merecedor de la vida quiere decir tener una actitud afirmativa hacia el propio derecho de vivir y ser feliz.

En contraposición, tener una baja autoestima es sentirse inapropiado para la vida, inadecuado, no acerca de un tema o conocimiento, sino inadecuado como persona, inadecuado en la propia existencia, y responder a los desafíos y tareas de la vida con un sentimiento fundamental de incapacidad y desmerecimiento.

Por supuesto, podemos preferir juzgarnos por criterios relativamente superficiales como el éxito o fracaso en determinadas tareas, o nuestra capacidad de obtener amor, admiración o aprobación, entre otras cosas. Pero hacer esto ya significa tener un problema con la autoestima, como veremos al tratar la seudoautoestima.

No obstante lo cual, las personas que más tendemos a admirar son, precisamente, aquellas que logran mantenerse leales a su propio punto de vista, a pesar de no contar con demasiado apoyo, ni con la comprensión o aprobación de los demos, debiendo afrontar la hostilidad y la oposición. Cuando vemos a personas poseedoras de una seguridad fundamental en sí mismas que permanece relativamente intacta ante las vicisitudes de la vida, percibimos la presencia de un mérito psicológico inusual; no siempre nos damos cuenta de que estamos frente a casos de alta autoestima.

En el mismo grado en que confiamos en la eficacia de nuestra mente, perseveramos al enfrentarnos en desafíos difíciles o complejos, además de que, si reafirmamos y reforzamos nuestra sensación de eficacia, tenemos más posibilidades de triunfar que de fracasar. La elevada autoestima busca el estimulo de objetivos difíciles. En tanto dudamos de la eficacia de nuestras mentes, dejamos de perseverar. De este modo, reafirmando la autoevaluación negativa, nos será más fácil fracasar que triunfar. Es típico de la baja autoestima buscar la seguridad de aquello conocido y que carece de enigmas.

Consideremos el caso de dos personas que trabajan en la misma oficina. La primera intenta aprender todo lo concerniente al trabajo para el cual ha sido contratada, en constante búsqueda de nuevos conocimientos y maneras más efectivas de realizar las tareas que se le han encomendado. La segunda se preocupa principalmente por no equivocarse para no llamar la atención con sus errores; por lo demos, opta por pasar desapercibida con el menor esfuerzo posible; para ella, un trabajo es un refugio, no una oportunidad. La primera no se sentirá desconcertada por el éxito; la segunda quizá confiese sentirse apabullada por su fracaso.

Si gozamos de una buena autoestima, en vez de sentirnos amenazados por ese mismo rasgo en otras personas, sabremos valorarlo. Las personas con baja autoestima terminan en compañía de las de su especie; el miedo e inseguridad compartidos reafirman la autoevaluación negativa.

Del mismo modo, si nos sentimos dignos de ser amados y merecedores de respeto, trataremos bien a los demos y esperaremos que nos traten bien. Pero si nos sentimos indignos de amor y desmerecedores de respeto y nos tratan con desprecio, lo soportaremos y creeremos que es nuestro destino.

La baja autoestima tiende a generar depresión y ansiedad. Si nos sentimos significativamente carentes de eficacia y valor, casi con seguridad sentiremos que la existencia es aterradora e infructuosa.

Por otro lado, si bien una buena autoestima es sólo uno de los elementos necesarios para alcanzar la felicidad y no garantiza indefectiblemente la felicidad en si misma, el hecho de tener un elevado nivel de confianza en sí mismo y respeto de sí mismo se encuentra íntimamente relacionado con la capacidad de disfrutar de la vida y hallar fuentes de satisfacción en nuestra existencia.

La alta autoestima representa una poderosa fuerza al servicio de la vida.(1)

Es necesario distinguir el concepto de autoestima positiva del de orgullo, ya que a menudo se confunden. La autoestima, como hemos visto, atañe a la convicción interior de nuestra eficacia y valor fundamentales. El orgullo tiene que ver con el placer más explícitamente consciente que nos producen los logros o acciones

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