Según Freud: la civilización es la historia de la represión humana

Según Freud: “la civilización es la historia de la represión humana.”

Para poder explicar dicha frase, tenemos que tener claro unos conceptos. Que son el de Hominización y Humanización. El proceso de hominización, incide directamente en la conducta, y los cambios que se producen constituyen el patrimonio cultural de la humanidad.
Así la naturaleza del ser humano se abre al mundo cultural. Tanto es así, que la capacidad de crear cultura será el rasgo que más identifique al ser humano.
El proceso de hominización estableció una secuencia de cambios evolutivos favorecidos por el proceso de selección natural que llevaron al homínido hasta el ser humano.
Se señalan como característicos del ser humano: el bipedismo y la cerebración que son los responsables de su configuración anatómica. Todo ello junto a la interrelación que presentan, han hecho posible el surgimiento de la actividad cultural humana y manera de ser y existir propia del ser humano. La aparición de la cultura separó definitivamente a los seres humanos del resto de seres vivos, pues es la verdadera responsable de su diferenciación.
En suma, el proceso de hominización explica el surgimiento del ser humano como especie y la humanización, la aparición y desarrollo de cultura en estos.

En consecuencia de estos procesos, Freud introdujo tres términos que rigen nuestra forma de pensar y de actuar. El “Ello”, “Superyó” y el “Yo”.

El “Ello” se mueve a partir del principio del placer inmediato, y por eso lucha por hacer que las pulsiones primarias rijan la conducta de la persona, independientemente de las consecuencias a medio o largo plazo que eso pueda conllevar. Por ello se suele considerar que el Ello es "la parte animal" o "instintiva" del ser humano. El Superyó aparecería a partir de los 3 años de vida, y es consecuencia de la socialización (básicamente aprendida a través de los padres) y la interiorización de normas consensuadas socialmente. Es la instancia psíquica que vela por el cumplimiento de las reglas morales. El Yo está más enfocado hacia el exterior, y nos lleva a pensar en las consecuencias prácticas de lo que hacemos y los problemas que puede generar una conducta demasiado desinhibida. Esto hace que se enfrente al Ello para aplacar las pulsiones que emanan de él, para lo cual utiliza los mecanismos de defensa.

Dicho todo esto llegamos a la conclusión de que la cultura restringe no sólo la existencia social, sino también la biológica, no sólo partes del ser humano, sino su estructura instintiva es sí misma. Sin embargo tal restricción es la precondición esencial del progreso.

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