Represion Freud

i. Introducción

En el siguiente texto, “La Represión”, Freud hace un desarrollo sobre la conceptualización de la represión a partir de un largo recorrido. Freud declaró que la doctrina de la represión es “el pilar fundamental sobre el que descansa el edificio del psicoanálisis” y esto acompañando de lo inconsciente que le permitió hacer una profundización del tema. Si bien Freud no fue el primero en emplear este término, sino Herbart a comienzos del siglo XIX, es Freud quien más adelante por medio de su maestro Meynert se entera del concepto e insiste en su desarrollo. Él hace un análisis exhaustivo para finalmente describir a la represión como un mecanismo psíquico para rechazar ideas, pensamientos y representaciones y mantenerlos en el inconsciente. Además, a raíz de este concepto se enfoca a analizar las distintas dimensiones de la misma, partiendo del significado, diferenciando sus distintas fases y también sus distintos destinos.

ii. Desarrollo

Como punto de partida, Freud inicia el texto estableciendo que puede suceder que el destino de una moción pulsional choque con resistencias que la puedan hacer inoperante y bajo estas condiciones empieza el estudio de la represión. Así, define a la represión como una etapa previa al juicio adverso, una cosa intermedia entre la huida y el juicio adverso. Es importante aclarar la descripción de su complejidad, en donde en la represión no se trata del efecto de un estimulo exterior que posteriormente tendría una huida por el medio apropiado, sino que no puede escapar. Se trata de que el logro de la meta pulsional depare displacer en lugar de placer, pero pulsiones así no existen porque las satisfacciones pulsionales siempre son placenteras. Entonces, debe suceder alguna particularidad por el cual el placer de satisfacción se mudara en displacer.

Por consiguiente, el caso de la represión no está dado cuando la tensión provocada por la insatisfacción de una moción pulsional se hace insoportablemente grande, sino que se debe a otras consideraciones. La satisfacción pulsional es sin duda siempre placentera, por lo tanto, producirá placer en un lugar y displacer en otro. Tenemos así, que la condición para la represión es que el motivo de displacer cobre un poder mayor que el placer de la satisfacción. Entonces, Freud establece que la represión no es un mecanismo de defensa presente desde el origen, su esencia consiste en rechazar algo de la consciencia y mantenerlo alejado de ella.

Ahora, sabemos que existe una clara correlación entre la represión y el inconsciente y que existe una diferenciación entre lo inconsciente y consciente. Esto permite a Freud señalar las distintas fases de la represión. En primer lugar, está la “represión primordial”. Esta primera fase de la represión consiste en que la agencia representante psíquica de la pulsión se le deniega la admisión en lo consciente. Así, se establece una fijación. En otras palabras, esta primera fase al ser denegada a la consciencia el acceso a las representaciones intolerables que están asociadas a la pulsión, marca una delimitación entre lo consciente e inconsciente y además posibilita la represión posterior.

En segundo lugar, está la siguiente etapa de la represión, “la represión propiamente dicha”, que recae sobre retoños psíquicos de la agencia representante reprimida o sobre unos itinerarios de pensamiento que, procedentes de alguna otra parte, han entrado en un vinculo asociativo con ella. Debe tenerse en cuenta la atracción que lo reprimido primordial ejerce sobre todo aquello con cual puede ponerse en conexión. Para Freud, probablemente, la tendencia a la represión no alcanzaría su propósito si estas fuerzas [atracción y repulsión] no cooperasen, si no existiese algo reprimido desde antes, presto a recoger lo repelido por lo consciente.

La represión solo perturba el vínculo con un sistema psíquico: el de lo consciente.

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