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Freud-represión


Enviado por   •  24 de Agosto de 2011  •  3.846 Palabras (16 Páginas)  •  720 Visitas

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Represión

Puede ser el destino de una moción pulsional chocar con resistencias que quieran hacerla

inoperante. Bajo condiciones a cuyo estudio más atento pasaremos enseguida, entra entonces

en el estado de la represión. Si se tratase del efecto de un estímulo exterior, es evidente que la

huida sería el medio apropiado. En el caso de la pulsión, de nada vale la huida, pues el yo no

puede escapar de sí mismo. Más tarde, en algún momento, se encontrará en la desestimación

por el juicio (juicio adverso) un buen recurso contra la moción pulsional. Una etapa previa al

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juicio adverso, una cosa intermedia entre la huida y el juicio adverso, es la represión, cuyo

concepto no podía establecerse en el período anterior a los estudios psicoanalíticos.

La posibilidad de una represión no es fácil de deducir en la teoría. ¿Por qué una moción

pulsional habría de ser víctima de semejante destino? Para ello, evidentemente, debe llenarse la

condición de que el logro de la meta pulsional depare displacer en lugar de placer. Pero este

caso no se concibe bien. Pulsiones así no existen, una satisfacción pulsional es siempre

placentera. Deberían suponerse constelaciones particulares, algún proceso por el cual el placer

de satisfacción se mudara en displacer.

Para deslindar mejor la represión podemos traer al debate algunas otras situaciones

pulsionales. Puede ocurrir que un estímulo exterior sea interiorizado, por ejemplo si ataca o

destruye a un órgano; entonces se engendra una nueva fuente de excitación continuada y de

incremento de tensión. Tal estímulo cobra, así, notable semejanza con una pulsión. Según

sabemos, sentimos este caso como dolor. Ahora bien, la meta de esta seudo-pulsión es sólo el

cese de la alteración de órgano y del displacer que conlleva. Otro placer, un placer directo, no

puede ganarse con la cesación del dolor. El dolor es también imperativo; puede ser vencido

exclusivamente por la acción de una droga o la influencia de una distracción psíquica.

Pero el ejemplo del dolor es muy poco trasparente para que sirva de algo a nuestro propósito.

(Ver nota(189)) Tomemos el caso en que un estímulo pulsional como el hambre permanece

insatisfecho. Entonces se vuelve imperativo, únicamente la acción de satisfacción puede

aplacarlo, (ver nota(190)) y mantiene una continuada tensión de necesidad. Pero en todo esto

no asoma nada parecido a una represión.

Por consiguiente, el caso de la represión no está dado cuando la tensión provocada por la

insatisfacción de una moción pulsional se hace insoportablemente grande. Los medios de que

el organismo dispone para defenderse contra esa situación han de elucidarse en otro orden de

consideraciones.

Atengámonos preferentemente a la experiencia clínica tal como nos la brinda la práctica

psicoanalítica. Aprendemos entonces que la satisfacción de la pulsión sometida a la represión;

sería sin duda posible y siempre placentera en sí misma, pero sería inconciliable con otras

exigencias y designios. Por tanto, produciría placer en un lugar y displacer en otro. Tenemos,

así, que la condición para la represión es que el motivo de displacer cobre un poder mayor que

el placer de la satisfacción. Además, la experiencia psicoanalítica en las neurosis de

trasferencia nos impone esta conclusión: La represión no es un mecanismo de defensa

presente desde el origen; no puede engendrarse antes que se haya establecido una separación

nítida entre actividad conciente y activ idad inconciente del alma, y su esencia consiste en

rechazar algo de la conciencia y mantenerlo alejado de ella(191). Este modo de concebir la

represión se complementaría con un supuesto, a saber, que antes de esa etapa de la

organización del alma los otros destinos de pulsión, como la mudanza hacia lo contrario y la

vuelta hacia la persona propia, tenían a su exclusivo cargo la tarea de la defensa contra las

mociones pulsionales (ver nota(192)).

Ahora caemos en la cuenta de que represión e inconciente son correlativos en tan grande

medida que debemos posponer la profundización en la esencia de la primera hasta saber más

sobre la composición del itinerario de instancias psíquicas y sobre la diferenciación entre

inconciente y conciente. Antes de ello no podemos hacer más que resumir de un modo

puramente descriptivo algunos caracteres de la represión que conocemos por la experiencia

clínica, y ello a riesgo de repetir tal cual mucho de lo ya dicho en otros lugares.

Pues bien; tenemos razones para suponer una represión primordial, una primera fase de la

represión que consiste en que a la agencia representante {Representanz} psíquica (agencia

representante-representación) de la pulsión se le deniega la admisión en lo conciente. Así se

establece una fijación; a partir de ese momento la agencia representante en cuestión persiste

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