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El Yo Según Freud


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2013  •  2.715 Palabras (11 Páginas)  •  626 Visitas

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Yo

El Yo tiene como fin cumplir de manera realista los deseos y demandas del Ello con el mundo exterior, a la vez conciliándose con las exigencias del Superyó. El Yo evoluciona según la edad y sus distintas exigencias del Ello actuando como un intermediario contra el mundo externo. El yo sigue al principio de realidad, satisfaciendo los impulsos del Ello de una manera apropiada. Utiliza razonamiento realista característico de los procesos secundarios que se podrían originar. Como ejecutor de la personalidad, el Yo tiene que mediar entre las tres fuerzas que le exigen: el mundo de la realidad, el Ello y el Superyó, el Yo tiene que conservar su propia autonomía por el mantenimiento de su organización integrada. Aunque en sus escrituras tempranas Freud comparó el Yo con nuestro sentido de uno mismo, en adelante comenzó a retratarlo más como un sistema de funciones psíquicas tales como el examen de realidad, defensa psíquica, funciones cognitivas e intelectuales (síntesis de la información, memoria y similares).

Es la entidad que actúa como regulador entre las demandas del Ello y del Superyó. No es ciento por ciento consciente, en particular, los contenidos referentes a las funciones yoicas de defensa son esencialmente inconscientes. Se basa en un concepto realista del mundo para adaptarse al mundo. Casi ejemplificado como un poder o una persona dentro de la mente, que nos presta atención en todo momento, incluso en nuestras acciones más íntimas, esta observación no es lo mismo que una persecución, pero no está muy lejos de serlo.

Todas las acciones ejecutadas, son analizadas por el Yo y a menudo se les comunica los resultados: “ahora debe decir esto…”, “ahora deberá salir”. Amenazando con el castigo en caso de incumplimiento. El Yo, en su observación nos permite reconocer las acciones que realizamos, la oportunidad de elegir el camino a seguir, y razonar los impulsos que realizábamos con tal de no ceder lugar a la liberación libidinosa, y velar por la integridad general de la realidad. Es el primer paso del reconocimiento, para afrontar las alegrías, culpabilidad o castigo.

Freud dirá que al autoerotismo deberá agregarse un nuevo acto psíquico para que el yo se constituya. Este acto consiste en que las pulsiones se conjugan en una unidad y el yo es tomado como objeto, es el objeto que ha venido a colocarse en el lugar vacío del objeto de la pulsión A partir de éstos conceptos Freud diferenciará “libido del yo” de “libido objetal”. En tanto este dirigida al yo o a objetos. Freud presentará al bebé como el captador de la libido objetal de la madre y se refiere a él como “His Magestic the baby”. Al respecto plantea que aquello que hace que el cachorro humano sea visto como un niño se debe buscar en el narcisismo redivivo de los padres, desde el cual ese niño es mirado. Parece ineludible la presencia del otro para que el yo se constituya y Lacan lo expresa en su”Estadio del espejo” al marcar la necesidad de un otro que sostenga la imagen del niño frente al espejo. El yo hace su aparición en un momento determinado, en el que se precipita como imagen del cuerpo, imagen en la que el sujeto se reconoce y que lo cautiva. El Yo esta constituido por un proceso de identificación y es además el resultado de identificaciones ya que una vez constituido se agregan sobre la primera otras identificaciones divergentes entre si. Freud reconoce tres tipos de identificaciones. La identificación primordial que es aquella formadora del ideal del yo, es la ligazón afectiva previa a toda elección de objeto. Alude a la primera marca del significante (Rasgo Unario) que el atravesamiento por el lenguaje deja tras de sí. Esta primera identificación es la que sirve de base para la constitución del yo ya que posibilita un lugar para que luego se den secundarias, este es el segundo tipo del que Freud nos habla, implica tomar en préstamo un solo rasgo de la persona objeto de allí que las llame identificación al rasgo. En cuanto al tercer tipo, son aquellas en la que se prescinde de la relación de objeto. Freud así los expresa en el siguiente párrafo: “Esto nos conduce a la génesis del ideal del yo, pues tras éste se esconde la identificación primera, la de mayor valencia, del individuo: la identificación con el padre de la prehistoria personal.”1 El ideal del yo es el punto desde el cual el yo se ve siendo amable, en el sentido de objeto amado implica siempre una distancia entre el yo y otra cosa, es quien mide permanentemente la distancia entre el yo y el yo ideal. Es la exigencia interna de superarse, es siempre simbólico y se expresa a través de significantes; mientras que el Yo ideal funciona a modo de imagen de perfección a alcanzar marca que queda del paso por el narcisismo. Ahora bien, luego dirá, que las elecciones que se producen a posteriori del complejo de Edipo lo que hacen es reforzar la identificación primaria, e introduce en este punto la temática del complejo de Edipo y de Castración con sus avatares particulares para el varón o la mujer. Digamos al respecto que los primeros objetos de amor deben caer para encontrar la salida heterosexual y exogámica. Pero que a su vez, una vez caídos, estos advienen en identificaciones que conforman el Súper Yo, esta nueva instancia psíquica que presenta Freud, de observación y crítica reúne un carácter normativo y otro reactivo ya que no se agota en él ‘Así como el padre debes ser’, sino que se extiende al “Así como el padre no te es lícito ser”. Como tal el Súper Yo es heredero del Complejo de Edipo, en tanto que el ideal del yo pasa a ser una función de éste. Nos resta señalar, que el reservorio de libido se encuentra en el Ello, antes lo nombramos como autoerotismo, es para Freud la más antigua de las instancias y el reino de las pulsiones (de vida y de muerte) y que de él parte la libido hacia los objetos. Recapitulemos, el Súper Yo es el representante de la potencias del Ello, es más bien su abogado. En cuanto al Yo, lo observa, le imparte órdenes, lo corrige, lo amenaza con castigos y lo condena al sentimiento de culpabilidad. El Súper Yo es la conciencia moral que no solo llama a rendir cuentas al Yo por sus actos sino también por sus pensamientos y acciones no realizadas.

El Ello, el Yo y el Súper yo

La realidad psicológica freudiana empieza con el mundo lleno de objetos. Entre ellos, hay uno especial: el cuerpo. El cuerpo (Nos referiremos a cuerpo como vocablo para traducir “organism”, ya que en psicología es más aceptado el término. N.T.) es especial en tanto actúa para sobrevivir y reproducirse y está guiado a estos fines por sus necesidades (hambre, sed, evitación del dolor y sexo).

Una parte (muy importante, por cierto) del cuerpo lo constituye el sistema nervioso, del que

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