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Sensación y Percepción. Transmisión del mensaje del ojo al cerebro


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2017  •  Documentos de Investigación  •  9.129 Palabras (37 Páginas)  •  241 Visitas

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ÍNDICE

Índice

Problemática

Contenido

Caso

Conclusiones

Referencias bibliográficas

Anexos


PROBLEMÁTICA

Muchas veces solemos confundir los términos sensación y percepción deduciendo que son sinónimos. Esta idea es completamente errónea ya que existe cierta diferencia entre un concepto y otro.

Existen muchos desórdenes de la percepción, los cuales pueden llegar a ser muy complejos y difíciles de tratar. Lo peor es la desinformación que hay respecto al tema, ya que la mayoría de la población tilda de locos u orates a personas que sufren cualquier tipo de trastorno o problema perceptivo.

Además, actualmente, la ciencia no da crédito a la percepción extrasensorial explicando que no es posible conseguir datos de veracidad científica, ya que  Por otro lado los avances en su estudio han arrojado resultados escasos y poco alentadores para la confirmación de su existencia. Sin embargo psicólogos siguen realizando experimentos con la esperanza de poder probar que la telepatía, la precognición, la clarividencia y otros fenómenos son reales.


SENSACIÓN

  1. Definición:

La sensación, también conocida como procesamiento sensorial, es la recepción de estímulos mediante los órganos sensoriales. Estos transforman las distintas manifestaciones de los estímulos importantes para los seres vivos de forma calórica, térmica, química o mecánica del medio ambiente (incluyendo en ese al cuerpo humano) en impulsos eléctricos y químicos para que viajen al sistema nervioso central o hasta el cerebro para darle significación y organización a la información.

  1. Receptores:
  1. Visión:

Sí, como dicen los poetas, los ojos son la ventana del alma, también son una ventana al mundo. Nuestras capacidades visuales nos permiten admirar y reaccionar a escenas que van de la belleza de un crepúsculo, pasando por la configuración del rostro de la amada, a las palabras escritas en las páginas del libro.

La vista empieza con la luz, la energía física que estimula al ojo. La luz es una forma de ondas de radiación electromagnética que se miden en longitudes de onda (Figura I). Los tamaños de las longitudes de onda corresponden a diferentes tipos de energía. La gama de longitudes de onda a la que son sensibles los seres humanos – llamada espectro visual – es relativamente pequeña. Muchas especies no humanas poseen capacidades diferentes. Por ejemplo, algunos reptiles y peces sienten energías de longitudes de onda más largas que los seres humanos, y ciertos insectos sienten energías de longitudes de onda más cortas que los humanos.

Las ondas de luz provenientes de algún objeto fuera del cuerpo (imagine la luz reflejada por el árbol de la figura II) se perciben con el único órgano capaz de responder al espectro visual: el ojo. Nuestros ojos dan forma a la luz para que la utilicen las neuronas, y estas sirven como mensajeras al cerebro. Las neuronas ocupan un porcentaje relativamente pequeño de la totalidad del ojo. En otras palabras, la mayor parte del ojo es un instrumento mecánico similar en muchos aspectos a una cámara sin película (Figura II).

Pese a las semejanzas entre el ojo y una cámara, la vista abarca procesos mucho más complejos y elaborados que los de cualquier cámara. Además, una vez que una imagen llega a los receptores neuronales del ojo, termina la analogía entre el ojo y cámara, pues el procesamiento de la imagen visual en el cerebro se parece más a una computadora que a una cámara.

Iluminemos la estructura del ojo:

El rayo de luz que proyectamos como reflejo del árbol en la figura 2 viaja primero a través de la córnea, una ventaja transparente y protectora. La córnea, en virtud de su curvatura, sesga (o refracta) la luz al pasar para enfocarla con mayor claridad. Después de pasar por la córnea, la luz atraviesa la pupila. La pupila es un orificio oscuro en el centro del iris, la parte coloreada del ojo, que en los seres humanos va de azul claro a café oscuro. El tamaño de la apertura de la pupila depende de la cantidad de luz en el entorno. Mientras más tenue sea el entorno, más se abre la pupila para dejar entrar más luz.

¿Por qué la pupila no debe abrirse por completo todo el tiempo y dejar entrar la mayor cantidad de luz en el ojo? La respuesta se relación con la física básica de luz. Una pupila pequeña aumenta mucho el rango de distancias a las que se enfocan los objetos. Con una pupila abierta por completo, el rango es relativamente pequeño y los detalles se distinguen con mayor dificultad. El ojo aprovecha la luz brillante al disminuir el tamaño de la pupila y, por tanto, discierne mejor. En condiciones de escasa iluminación, la pupila se expande y nos permite ver mejor la situación, pero a expensas de los detalles visuales. Tal vez una de las razones por las que las cenas a la luz de las velas se consideran tan románticas sea porque la luz tenue impide ver las imperfecciones físicas de la pareja.

Una vez que la luz atraviesa la pupila, entra en el cristalino, justo detrás de la pupila. El cristalino curva los rayos de la luz para que se enfoquen apropiadamente en la parte posterior del ojo. El cristalino enfoca la luz al modificar su propio grosor, proceso denominado acomodación: se vuelve más plano al ver objetos distantes y más redondos con objetos próximos.

Al llegar a la Retina:

Tras recorrer la pupila y el cristalino, nuestra imagen del árbol llega por fin a su último destino en el ojo: la retina. Aquí la energía electromagnética de la luz se convierte en códigos neuronales que utiliza el cerebro. Es importante señalar que, debido a las propiedades físicas de la luz, la imagen se invierte al viajar por el cristalino y llega a la retina al revés (en relación con su posición original). Aunque no parece que esta inversión ocasionaría dificultades para entender y desplazarse en el mundo, no sucede así. El cerebro interpreta la imagen en términos de su posición original.

La retina consiste en una delgada capa de células nerviosas en la parte posterior del globo ocular (Figura III). Hay dos clases de células receptoras sensibles a la luz de la retina. Sus nombres describen sus formas: bastones y conos. Los bastones son células receptoras delgadas y cilíndricas muy sensibles a la luz. Los conos son células receptoras sensibles a la luz y con forma de embudo, responsables del enfoque nítido y la percepción del color, sobre todo en condiciones de luz brillante. La distribución de los bastones y conos en la retina no es uniforme. La mayor concentración de conos se da en la parte de la retina llamada fóvea. Esta es una región en particular sensible de la retina. Si desea enfocar algo de particular interés automáticamente tratará de centrar la imagen del cristalino en el área de la fóvea para verla con mayor nitidez.

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