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TEST DE IMPULSIVILIDAD

yozitha2915 de Junio de 2014

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1 PERSPECTIVA HISTÓRICA Y DEFINICIÓN DE LA IMPULSIVIDAD

La palabra impulsividad viene del latín impulsus que significa golpear o empujar, su evolución pasa por los mecanicistas franceses y hace alusión a comportamientos primitivos que escapan al control de la voluntad.

Actualmente se puede considerar la impulsividad como un buen ejemplo de algo que todo el mundo sabe lo que significa pero que nadie acaba de saber definir, como bien han afirmado algunos autores es un concepto polisémico presente en toda la bibliografía y que ha sido empleado para designar múltiples aspectos psicopatológicos. Así se ha considerado como un rasgo de personalidad, como un estilo de acercarse y procesar la información, o como un conjunto de conductas caracterizadas por el corto tiempo de reacción, la no previsión de las consecuencias, la ausencia de motivación consciente, etc.

La Real Academia de la Española de la Lengua establece como impulsivo a aquél que habla o procede sin reflexión ni cautela, dejándose llevar por la impulsión del momento. A un nivel más específico desde la perspectiva psicopatológica se pueden atribuir al término tres significados: como síntoma, como tipo específico de agresión y por último como rasgo general de la personalidad. En el primero de estos significados se incluye la tendencia a provocar actos perjudiciales sin premeditación o planificación. Esto sería también aplicable al segundo de ellos, sin embargo, el tercero, que lo considera como rasgo general de la personalidad, sería aplicable a dos de los trastornos de la personalidad más representativos del grupo B del DSM-IV, como son el antisocial y el límite.

Sin embargo, la impulsividad, como parte integrante de las patologías de la voluntad, fue estudiada principalmente durante el siglo XIX, quedando parcialmente olvidada a finales del mismo, en parte por la aparición del experimentalismo, el psicoanálisis y el conductismo. Es a mediados del siglo XX cuando la impulsividad vuelve a cobrar el interés que merece, en la psiquiatría, tal y como apunta Sims en su libro Symptoms in the Mind y como muestra el aumento de publicaciones sobre este tema. Es por ello que la mayor parte de los textos científicos de la psiquiatría clásica se encuentran en aquel periodo. Además, Novella ha destacado recientemente que “para el completo conocimiento de la enfermedad mental, sería conveniente realizar una reflexión conjunta entre psiquiatras, filósofos y otros expertos de las ciencias humanas y sociales”.

Para Garcia, Santamarina, Huerta y Alonso (2005), la impulsividad es una predisposición a reaccionar de forma brusca y no planificada ante estímulos internos o externos, sin considerar las consecuencias para sí mismo o para los otros; es un tipo específico de agresión inmediata, una respuesta ante un estímulo ambiental interpretado como amenazante o como un rasgo de personalidad. Para Alcázar, Verdejo, Bouso, y Bezos (2010), la impulsividad también se define también como la tendencia a emitir una respuesta de forma rápida, en ausencia de reflexión, y se caracteriza por comportamientos inadecuados, poco planificados y que frecuentemente ponen al individuo en riesgo de implicación delictiva. Para Pueyo (2004), las personas impulsivas se califican como temerarias, imprudentes, arriesgadas, poco reflexivas, espontáneas, naturales, rápidas e inconscientes; en el diccionario se describen además como irresponsables.

De otra forma, teniendo en cuenta a Pueyo (2001), la impulsividad es vista como un estado: marcada falta de control de impulsos transitoria; como un rasgo: disposición estable al comportamiento impulsivo, o como un proceso, donde hay fallas en los mecanismos inhibitorios; dicho proceso, para Servera Barcelo y Pascual (2002), citados por Scandar (Sin fecha), hace referencia a la impulsividad cognitiva es la que trata sobre fallas en el procesamiento de la información y la resolución de problemas. Para Barkley citado por Scandar (Sin fecha), la impulsividad es una incapacidad para demostrar reforzadores a la que se le suma una falta de adecuada evaluación de los estímulos. Según Servera Barceló y Pascual (2002), citados por Scandar (sin fecha), hablando específicamente de impulsividad cognitiva, esta se define como una tendencia del sujeto a precipitar sus respuestas; y para Dickman citado por Pedrero (2009), la impulsividad se define como la tendencia a recapacitar menos que la mayoría de la gente con iguales capacidades antes de realizar una acción

2 CARACTERÍSTICAS DE UNA PERSONA IMPULSIVA

Las personas con comportamiento impulsivo tienen un umbral de tolerancia más bajo que el resto de las personas y sufren una tasa emocional elevada ante situaciones de la vida diaria sencillas que no debieran alterarlas pero que sí lo hacen.

La impulsividad los lleva a la desesperación y a perder el control sobre sí mismos. Se dice que alguien se comporta de manera impulsiva cuando responde o actúa sin reflexión ni prudencia, dejándose llevar por la impresión del momento.

Cuando la situación es percibida como una provocación, el comportamiento impulsivo se manifiesta a través de la cólera y el individuo actúa con agresividad. Aunque parezca que se obtiene un beneficio a corto plazo (cambiar la situación, por ejemplo) a medio plazo ya no es tan beneficioso. Afloran los sentimientos negativos, la culpa, baja autoestima y las posibles consecuencias jurídicas de lo que pueda haber hecho el sujeto colérico.

La frustración, el sentirse provocado o la falta de corrección de la pareja que relata un hecho privado delante de otras personas o un acontecimiento irritante pueden desencadenar la indignación y la consecuente reacción impulsiva.

Las personas impulsivas funcionales se caracterizan por tomar decisiones rápidas y sin meditar. Es característico en personas creativas y seguras de sí mismas, capaces de asumir cierto nivel de riesgo y con un alto nivel de actividad y audacia.

Por último, están los individuos en los cuales la impulsividad agresiva es una reacción incontrolable. Las causas que desencadenan su impulsividad no justifican el nivel de violencia que desarrollan. Cuando no pueden distinguir que las situaciones de impulsividad son contraproducentes.

2.2 Cuando estamos ante una persona impulsiva

Ciertos indicadores nos permiten saber cuándo estamos ante una persona impulsiva. Deben experimentar más de cuatro de los siguientes indicadores:

 Actúa sin pensar

 Siempre busca vivir experiencias arriesgadas.

 Baja tolerancia al aburrimiento y la frustración.

 Desorganizado, no planifica sus actividades.

 Olvidadizo, siempre llega tarde a todos lados.

 Inconstante. Cambia de actividad con mucha frecuencia.

 Actúa de manera inapropiada generando problemas.

 No puede esperar su turno para hablar.

 Es creativo pero siempre presenta las cosas sin perfeccionarlas demasiado.

3 TEORÍAS DE LA IMPULSIVIDAD

3.1. La teoría de Personalidad de Eysenck y las controversias acerca de dónde incluir a la impulsividad

Eysenck elaboró su teoría de la personalidad partiendo del modelo hipocrático-galénico y basándose en estudios transculturales, psicométricos, psicofisiológicos, tanto con modelos animales como con humanos, y en el estudio comparativo de gemelos (Eysenck, 1959, 1982, 1987, 1990, 1992).

Su teoría se basa en la posible reducción de las diferencias individuales a tres grandes fuentes disposicionales distintas. Por un lado investiga la Extroversión, e indica que las diferencias en activación cortical provocarían diferencias entre los individuos. Aquellos con una baja activación cortical buscarían generar experiencias excitantes para elevar sus bajos niveles de “arousal” (Eysenck, 1987; Eysenck, 1990). Estos sujetos manifestarían los rasgos comportamentales definidos bajo la tipología extrovertida, por ejemplo alta sociabilidad, dominancia, optimismo, vitalidad, asertividad, tendencia al aburrimiento y búsqueda de sensaciones (Cale, 2006; Colom Marañon, 1998; Eysenck, 1978). Los extrovertidos necesitan de una mayor intensidad de los estímulos para aprender y por lo tanto serían menos condicionables que los introvertidos quienes presentan en cambio altos niveles de actividad cortical (Eysenck, 1987).

La segunda dimensión propuesta de la personalidad es el Neuroticismo. Eysenck refiere que los niveles de activación emocional dependen de las diferencias en el funcionamiento del sistema nervioso autónomo, a su vez, regulado por estructuras del sistema límbico y del hipotálamo. Los niveles altos de Neuroticismo generan una disposición de aumento o “drive” del comportamiento. Dichas propiedades multiplican la tendencia a la conducta presente incrementando la emocionalidad del individuo. Las características asociadas con un elevado Neuroticismo son la experimentación de sentimientos de ansiedad, tristeza, preocupación, culpa, timidez, baja autoestima, irritabilidad, tensión y una mayor emocionalidad general (Cale, 2006; Colom Marañon, 1998; Eysenck, 1978).

Posteriormente postulará un tercer factor de personalidad, el Psicoticismo o dureza emocional. Fue bautizado “Psicoticismo” porque se lo pensó relacionado con la esquizofrenia y la psicopatía. Se lo consideraba un constructo que reflejaba un espectro poligenético que hacía vulnerables a los portadores al desarrollo de cuadros psicóticos si se poseían dichas características en alto grado, a comportamientos

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