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TRATADO DE LAS PASIONES


Enviado por   •  4 de Mayo de 2015  •  1.593 Palabras (7 Páginas)  •  264 Visitas

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1) Considere esta cita a fin de compara y distinguir como juegan las pasiones de odio y amor en Descartes y Hume. Tome en cuenta los ejes de cuerpo y representación en cada uno para su desarrollo.

2) Pasión, cuerpo, representación y asociación. Compare y distinga las elaboraciones de Descartes y Hume acerca de las pasiones, haciendo uso de los conceptos señalados. Ilustre con un ejemplo que dice cada uno sobre la pasión del otro.

1) Para poder comparar y distinguir los conceptos de pasión en el amor y en el odio, inherentes a las obras de los autores propuestos, considerando la cita de Santo Tomás de Aquino (1227-1274; filósofo y teólogo nacido en Nápoles) es menester llevar a cabo una breve introducción de la concepción del hombre que ellos proponen.

René Descartes (1596-1650; médico, físico y filósofo francés) sitúa su obra en el siglo XVII en el marco del Intelectualismo. Forma parte de la fundación gnoseológica, la cual intenta reconstruir el diálogo entre la naturaleza y el sujeto racional (relación sujeto – objeto) ubicando, a este último, como el sostén autónomo de los enunciados de la ciencia, logrando así mayor independencia de los poderes absolutistas de la época, a saber, Luis XIV y la institución eclesiástica (la Inquisición). Para lograr su cometido propone buscar aquella certeza absoluta que no permite dudas, el pensar. El pensamiento será el analítico (del todo a las partes; de lo oscuro a lo claro) que logra la captura de la verdad, trabajando siempre con las ideas abstractas (perfectas, matemáticas e innatas, o en otras palabras, dadas por Dios) por oposición a las percepciones de los sentidos del cuerpo, pasiones, opiniones, recuerdos e imágenes (como en el sueño y las alucinaciones ellas se distorsionan con el tiempo). También nos enseña que el pensamiento está presente en todos los hombres, ya que Dios es el garante lógico de ese don, el cual tiene que educarse (entrenarse) para su buen uso.

En el “Tratado de las Pasiones” Descartes nos invita a pensar que el ser humano está constituido por dos instancias dialécticas e inseparables, “el anverso y reverso de la misma moneda” (Rossi, L.; 2004), el alma y el cuerpo. El cuerpo es la cede de del calor, de los movimientos y de los espíritus animales. Es el soporte vital donde el alma se sustenta. Si el cuerpo no funcionase (concepción del cuerpo como máquina), ella desaparecería. Nos dice: “La muerte no ocurre nunca por ausencia del alma, sino porque alguna parte del cuerpo se corrompe” (Descartes, R.; 1649; Art. 6).

La unión entre ellas se facilita por la misma fisionomía del cuerpo. Descartes sostiene, en los artículos número 30 y 31, que el alma está unida a todas la partes del cuerpo, “porque es uno y en cierto modo indivisible” (Descartes R., 1649), empero, no es sino en una pequeña glándula ubicada en el cerebro donde ella ejerce mejor sus funciones, la cual se caracteriza por no ser doble, como si lo es el resto cuerpo. Descartes sostiene que “lo que es acción en el cuerpo y en el mundo se inscribe en el alma como una pasión” (Rossi, L.; 2004). Esto se ejemplifica en las palabras del maestro: “ningún sujeto obra más inmediatamente contra nuestra alma que el cuerpo al que está unida, y por consiguiente, debemos pensar que en lo que ella es una pasión, es generalmente en él una acción, de suerte que no hay mejor camino para llegar al conocimiento de nuestra pasiones que examinar la diferencia que existe entre alma y cuerpo” (Descartes R., 1649; Art. 2).

Del alma dependen los pensamientos que se dividen en dos, las “acciones del alma”, que son todo los tipos de actos volitivos, y las pasiones, que son todas las percepciones del mundo externo y los sentimientos o emociones que dependen del mismo cuerpo. Las pasiones, a su vez, son son causadas, mantenidas y fortificadas por los movimientos de los espíritus animales, propios del cuerpo. A través de “hilillos”, los espíritus conectan todo el cuerpo con la glándula a la cual mueven según lo que suceda en el exterior (Art. 34) y provocan, así, diversas pasiones en el alma. Las pasiones incitan y disponen en el alma de los hombres a querer las cosas para las cuales preparan sus cuerpos. El amor, según Descartes, deviene de los objetos que son buenos y convenientes para nosotros y el odio de aquellos que son malos y nocivos (Art. 56). El cuerpo, mediante los espíritus animales, incita al alma a unirse a los objetos, si es que siente amor; y a separarse de ellos, si siente odio (Art. 79).

A demás, es necesario decir que cada pasión imprime en el cuerpo diversas alteraciones. En el amor “se siente un dulce calor en el pecho”, sirve para una mejor digestión y es útil para la salud (Art. 97). En el odio, al contrario, “el pulso es desigual y más débil, y a veces más rápido”; se sienten fríos “entreverados” de un calor áspero y agudo en el pecho; el estomago no cumple su función, tiende a rechazar alimentos o a transformarlos en “malos humores” (Art. 98).

David

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