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Tipos De Mexicanos


Enviado por   •  6 de Octubre de 2013  •  917 Palabras (4 Páginas)  •  253 Visitas

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Para declararse mexicano, uno debe serlo más que de nacimiento. No basta haber nacido aquí, ni haberse nacionalizado, o ser hijo de mexicanos. El hijo de extranjeros que nace aquí pero nunca se quedó a vivir su nacionalidad, puede adoptar otras idiosincrasias; el que se nacionaliza, tiene cierta posibilidad de culturalizarse, y con ello, adoptar las tradiciones, vicios y costumbres del país; el que es hijo de mexicanos y lo llevan lejos, hereda de sus padres esto que traemos en el habla, en la cara y en el sentido del humor, y que nos hace diferentes a todos los habitantes de este planeta.

Octavio Paz, en su ensayo “Mascaras mexicanas” presenta sus reflexiones sobre las caretas que él y la mexicana contemporáneos, usamos para ocultar o disimular la pureza de nuestro sentir, pensar, actuar y devenir.

México, país con alma. Pero con un alma atormentada por las tiranías prehispánicas, y el saqueo gachupín. País colorido, rebelde pero agachado; florido pero pisoteado; folklórico pero contaminado: cósmico pero enmascarado; ortodoxo pero permisivo.

Mexicano celoso de su intimidad, rejego a la socialización abierta y confesa. Practicante de un lenguaje tradicional colmado de metáforas, frases populares y albur. La cultura del piropo y el chiste sexista. Las trampas verbales e ingeniosas, combinaciones lingüísticas que confunden y atrapan en una red.

Un modo de habla que estigmatiza, colmado de denominaciones y títulos que reflejan un carácter, en su literatura y su folklor. Donde lo importante es siempre herir al contrario. Ente social que reacciona por su preservación y defensa.

Paz dice que los mexicanos nos apropiamos de formas ajenas, amantes de la desnudez pero con hostilidad y recelo. La frecuencia con la que usamos el sarcasmo, la ironía, la sátira es una insistencia de ocultar mensajes. Y que no obstante, nos jugamos sucio a nosotros mismos, nuestra espontaneidad se venga de la represión.

Mexicanos amantes de la forma cerrada, verdugos de lo que se raja o se abre. Lo vemos en la reproducción artesanal, amante del orden, obediente de ciertos principios. Perseguidor de la estabilidad y la seguridad, servidores de esas máscaras.

Ser mexicano no siempre es un orgullo, tenemos una larga cola varias veces pisoteada. Nos pisoteamos entre nosotros; el mexicano se pisotea a sí mismo. La concepción de la vida es un sufrir, tanto hombres como mujeres jugamos el apremiante juego de “la basurita”: donde nos tiramos para que nos levanten, y si no nos levantan, mejor.

De ese hacernos las víctimas es que toma sentido el “¡ya vine a molestarte, comadrita!”, o el “mesero, lo molesto con un vaso de agua…” el “ya vine a darte lata”, el emplear insultos como pseudónimos o muestras de afecto. Simpatizamos con el otro al jugar a hacer sentir al interlocutor una víctima. En qué problema metemos a los traductores, sobre todo europeos u

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