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Trauma Y Arte

cavano19005 de Agosto de 2012

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Terapia, Trauma y las Artes

La víctima de trauma se experimenta a sí misma como reviviendo la experiencia traumática una y otra vez. La repetición viene en contra de su deseo, dominando el campo de la conciencia e inhibiendo cualquier posibilidad de pensamiento o acción. El trauma nunca abandona, ¿cómo puede ser superado?

En los últimos años la terapia ha sido re definida como la cura de las heridas traumáticas. El sufrimiento humano es entendido bajo el signo del trauma y la curación aparece como la superación de la repetición de la herida original.

En 1960 la terapia, especialmente el psicoanálisis, se focalizó en el tema del abandono. El sufrimiento fue entendido no como una intrusión sino como una retirada y retención de amor. Los terapeutas buscaban indicios de abandono materno en las historias de sus pacientes.

El psicoanálisis pone el foco en la fantasía y no en la memoria del abuso. Las memorias incestuosas podrían tener una cualidad imaginativa.

Hoy en día en los círculos terapéuticos la única posibilidad para un perpetrador de abuso es ver como su conducta abusiva es una consecuencia de su propia victimización. Se ve la actitud del abusador como una defensa inherente.

Si el perpetrador puede admitir su crimen y percibirlo como una consecuencia de su propio sufrimiento, entonces podrá curarse. El siguiente paso será ser un mensajero que presente a los otros abusadores la verdad de sus conductas. Emerge entonces una “cultura del abuso” en el que tanto abusado y abusador entienden sus conductas dentro de un contexto simbólico. Entonces uno nunca escapa del trauma pero lo entiende dentro de su propio rol social.

Hay muchas consecuencias problemáticas en la dominación de este modelo de practicar la psicoterapia.

Hoy en día la experiencia es entendida más y más como un resultado de las funciones neurológicas, como un regreso a la concepción positivista.

Si la experiencia es entendida dentro de un marco positivista y si el abuso puede ser visto como un dejar huellas en el cerebro, entonces la característica del trauma en terapia puede ser justificada dentro de una manera científica.

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Así mismo, si la consecuencia del trauma es un mal funcionamiento del cerebro y si el perpetrador del trauma viene de ser abusado anteriormente, entonces no solo la secuela sino la etiología del trauma, tendrían que ser primeramente explicadas neurológicamente.

De esta manera, la invalidación de lo terapéutico es una señal de preocupación. Representa un alejarse de los grandes descubrimientos del siglo pasado: lo central de la experiencia, lo importante de cuidar las relaciones, el valor de los sentimientos y la imaginación. Esto se deja de lado y se busca estar en una sociedad de una sola dimensión.

¿Cómo podemos salvar lo terapéutico? ¿Cómo podemos honrar el sufrimiento y la vida humana? ¿Cómo podemos sobreponernos a la historia sin tener que repetirla?

Probablemente tenemos que re pensar la noción de trauma en si misma.

Ruth Leys en su libro: “Trauma, una genealogía” demuestra como en el discurso del trauma, el sufrimiento humano es realmente mostrado bajo el signo de la imitación (mimesis). Más precisamente, para ella, el discurso del trauma oscila inevitablemente entre mimesis y anti mimesis.

En la visión de Leys la terapia también es concebida como una re actuación de la memoria traumática que fue reprimida de la conciencia o como una narrativa de re- cuerdo del evento traumático.

La re actuación es entendida como que ocurre sin ninguna conciencia de representación (como una abreacción catártica) y el re- cuerdo es visto como una distancia contemplativa de la experiencia. Esta experiencia es recordada más que re- vivida. En esta visión es como que el discurso del trauma es inherentemente incoherente. Leys critica la “política de la memoria” pero no argumenta con algo de ella misma. Algo esta mal en este brillante trabajo.

Tal vez el problema tenga que ver con la naturaleza de la mimesis en sí misma. Mimesis no es sólo la imitación del otro. Tiene también una cualidad auto- duplicadora. Se imita a sí misma. El fenómeno de la mimesis es visto como formas de contagio, como la histeria por ejemplo. Puede ser vista también como un tipo de hipnosis, como una identificación inconsciente del deseo del otro (en la que uno actúa pasivamente como en un estado hipnótico sin ninguna responsabilidad).

¿Qué es entonces la mimesis que retorna una y otra vez, retorna en experiencia y discurso? ¿Cómo podemos pensarla sin repetirla? ¿Cómo, en otras palabras podemos escapar de la sombra del pasado, la pesadilla de la historia de la cual tratamos de despertar?

Claramente puede no haber posición fuera de la mimesis. Probablemente el único camino es ir más allá dentro del fenómeno mimético y ver qué nos puede decir en sí misma, mirar las formas del fenómeno mimético y la implicación del discurso mimético en la medida de ver (o de imaginar) las maneras cómo somos y tal vez así, liberarnos.

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Trauma, mimesis y memoria

El trauma se repite así mismo, recurre en contra de su propio deseo, se presenta siempre igual, la misma violación, la misma pena y humillación. No puede ser expelida. Memorias de guerra, memorias de violación y abuso, todo vuelve como flash backs. Como si estas memorias estuviesen ocurriendo otra vez. El pasado es literalmente repetido.

Por lo menos este es el discurso corriente en trauma. La mimesis del trauma es entendida como una repetición absoluta, una recurrencia de lo mismo. Mimesis se re actúa a si misma sin ninguna diferencia. La víctima de trauma siente como si la no deseada memoria fuera una duplicación exacta del evento pasado. Se siente perseguida por los dioses del pasado.

Para Levine hay un problema en la inhabilidad de distinguir la experiencia del trauma de la victima de lo que relatan como verdad en su testimonio. Las víctimas de trauma experimentan sus memorias como absolutamente verídicas. Las memorias vienen con la cualidad de “haber pasado exactamente así” por esto es tan doloroso poner en interrogante la validación de estas memorias. Hacerlo sería visto como negar las memorias en si mismas y el sufrimiento a los que las victimas se refieren.

La memoria sólo puede ser concebida mimeticamente cuando la percepción es entendida de la misma manera. Si nuestra experiencia del presente es una copia o modelo del mundo entonces por supuesto su re cuerdo podría ser una copia así como una copia de una copia, hablando en términos platónicos.

Pero la percepción no se nos da de esta manera. La experiencia perceptual no se nos presenta como una copia de algo sino como una directa presentación del mundo. El mundo es dado como presentándose a nosotros en percepción y no re- presentado como en la memoria.

La psicología de la gestalt sólo confirma la evidencia fenomenológica: la experiencia perceptual incluye un factor activo, formativo, así como un componente pasivo, receptivo. De esta manera yo no puedo crear un objeto perceptual sólo con mi intención, este es presentado ante mi, no creado por mi. Pero por lo menos coopero en la experiencia sino, no podría manifestarse.

La misma cualidad sucede en la memoria. Lo que yo recuerdo nunca es el mismo evento, es el evento experimentado por mí, no es recordado en la forma de una copia idéntica. Sólo recuerdo momentos de la experiencia. Se puede “buscar la memoria” yo puedo re- cordar experiencias de las que no pienso cotidianamente. La memoria necesita del que recuerda, a pesar que este no sea alguien reflexivo, con un yo consciente. La memoria en otras palabras necesita intencionalidad.

Veamos de cerca el concepto de memoria traumática. En primer lugar no existe tal cosa como el trauma. Se podría decir que ningún evento es inherentemente en sí mismo traumático, debe de ser experimentado como traumático para que sea un trauma. Esto significa que un evento pequeño puede ser concebido como trauma y también que algo muy grande puede no ser visto como trauma en lo absoluto. Hasta una violación o abuso sexual

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no es necesariamente experimentado como traumático, si vemos al trauma como aquello que aparece en la memoria una y otra vez, compulsivamente e intrusivamente. Con esto Levine no dice que estos eventos no puedan implicar dolor y hasta un sufrimiento insoportable.

Entonces debemos de ser conscientes que cuando hablamos de trauma nos debemos referir a la “experiencia traumática” o “ el evento experimentado traumáticamente” .

La represión de la memoria

Otro de los aspectos de la teoría del trauma necesitaría ser analizado antes de discutir de forma más general el concepto de mimesis. Existe una tendencia en terapia de trauma en focalizarse en lo que ha sido llamado “memorias reprimidas”. Estas han sido vistas como memorias que no están disponibles para el re- cuerdo consciente pero que sin embargo se manifiestan en síntomas.

Para Freud, las memorias reprimidas son memorias de fantasías edípicas. Sin estas fantasías ningún acto de represión hubiera sido necesario. Esto explica porqué algunos eventos traumáticos son recordados y otros no o porque unos eventos se vuelven traumáticos y otros no.

Freud más adelante postula un impulso de muerte, que representa la compulsión a repetir los acontecimientos con la

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