Un desafío a la violencia, desde el amor

Un desafío  a la violencia desde el amor

Es muy cotidiano para aquellas personas que nos dedicamos a trabajar con la conducta humana encontrar un gran incremento de comportamientos humanos agresivos, sus causas y sus repercusiones así como el gran incremento en el porcentaje estadístico lo cual es indicador de un aumento progresivo de la violencia en diferentes sectores y subsistemas de la red social. Son muchas y muy diversas las variables que observamos, el maltrato, conyugal y entre padres e hijos, abuso infantil, brotes xenófobos, exclusión social, la desatención  y desarmonización de las relaciones familiares.      

Toda esta tensión social, se traduce en una gran dificultad para educar, entendiendo  educación como la transmisión de valore éticamente legítimos. Ahora bien si esta si esta sociedad esta tan enferma, ¿qué podemos hacer para modificar esta forma de convivencia contemporánea? La respuesta que desde aquí se propone esta enmarcada  dentro de un enfoque constructivista y existencial, que haga resaltar los recursos que esta misma sociedad posee para modificar sus pautas de interacción.

PENSAMIENTO LINEAL  VS  PENSAMIENTO CIRCULAR

Tanto el racionalismo francés como la filosofía pragmática anglosajona dieron lugar al conocimiento positivista occidental, que a su vez, ha producido numerosas teorías productivas para el ser humano, pero también ha sido responsable de la institucionalización del pensamiento lineal como única fuente de verdad y de explicación de la realidad (Foucault, 1975) “sometiendo” a otros saberes, relegándoles formas gnoseológicas no legitimas.

Esta  concepción divide a la observación y el análisis de todo aquello que nos rodea en una dicotomía de “causa – efecto”; “bueno-malo”; “victima-victimario” de tal forma que no acepta otras posibilidades. El pensamiento lineal define al ser de un modo determinista, cosificado a una variable rígida. Los seres solo pueden ser de una manera y no solo actuar en consecuencia, sino que los demás observadores esperan que así lo hagan, es decir,  se crea la necesidad de que la trayectoria de los seres siga siendo inalterable; y si en los    observadores carece el sentimiento de empezar a creer que pueda producir un cambio, desde este paradigma, se puede ayudar poco.

Durante el siglo XX diferentes ciencias, tanto del ámbito físico, matemático biológico, como del ámbito social, consiguieron independizarse de este encorsetamiento epistemológico, pero no tuvieron tanto éxito estos conjuntos teóricos. Aun hoy, ciertos investigadores sociales subrayan una concepción de la realidad con los parámetros lineales del pensamiento único, que lleva a algunos pensadores articular una respuesta de revolución social, y a otros a mostrar como la sociedad se ha ido “anestesiando”  frente al dolor producido por la violencia, pero sin dar una alternativa a esta actitud resignada y pasiva.

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