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Tanatoestética rumana. Tradiciones y preparación del difunto

Moved AccTrabajo14 de Diciembre de 2025

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Tanatoestética Rumana

i. Introducción

En Rumanía, situado en el este europeo, prevalece la religión ortodoxa y por lo tanto vemos que se han formado diferentes prácticas funerarias a las que estamos acostumbrados a ver en España; sin embargo, continúa teniendo similitudes con la religión cristiana al tratarse de una rama de esta y dirigirse a la misma escritura.

La religión ortodoxa gira entorno a sus santos o iconos; defienden la doctrina y sus prácticas como manda el nuevo testamento pero también el Septuagint, es decir, el testamento antiguo griego. Cabe destacar que creen dogmáticamente en la resurrección y santidad del cuerpo, que lo ven fundido al alma y al Espíritu Santo, por lo que la cremación se descarta como fin: se llega a pensar que esta es una forma de negar así el más allá y además profana la previamente dicha santidad del cuerpo.

Al contrario que en España, donde los trámites y prácticas funerarias suelen llevarse a cabo por terceros y empresas, Rumanía es más doméstico y privado, lo que quiere decir que los familiares se suelen encargar de preparar al difunto y su ceremonia. Adicionalmente, los rumanos son (especialmente en zonas rurales) ricos en cultura pero también en superstición y espiritualidad. Piensan, por ejemplo, que varios incidentes o entidades pueden ser un omen de muerte próxima:

El romper repentino de espejos o muebles

Sonidos extraños en animales

El búho, que son un animal relacionado con la muerte

Que los perros de casas aúllen o hurguen en la tierra

Más adelante veremos cómo sus supersticiones afectan a sus costumbres y ceremonias, especialmente el por qué espiritual de estas. (El por qué de las velas, ataduras, comidas…)

ii. Tradiciones y preparación del difunto

Antes de la muerte de un familiar, cuando esta está anticipada, es importante acompañar al individuo y encenderle varias velas. Esto es importante ya que las velas se consideran una luz guiadora que uno solo no puede encontrar, sino que deben ser ofrecidas para él por otras personas. Se considera la luz que le guiará al más allá, a una muerte tranquila y con Dios. Estas velas, usualmente de pilar o alargadas, suelen ser colocadas en la cabecera del enfermo o al difunto en las esquinas del féretro. Las personas solían preparar su propia muerte en vida, haciendo baúles de ropa que llevar y objetos que necesitarán para llegar limpios al más allá. (peines, cuchillas, tijeras…)

Al fallecer el enfermo, el proceso tanatoestético empieza inmediatamente por mano de los familiares, a veces en presencia de un sacerdote ortodoxo o guía como medio de purificación. Se empieza lavando al difunto no con desinfectante o bactericidas, sino con agua bendita para una limpieza más bien espiritual. Se le viste tradicionalmente de blanco, con ropa preferiblemente nueva, ya que se piensa que el negro (especialmente en mujeres) en los difuntos puede atraer el mal al hogar, profanando la pureza del cuerpo y, en su extensión, el alma. Los zapatos deben ser siempre nuevos, porque son símbolo de encaminarse a una nueva forma de vida. Se taponan orificios craneales de forma cuidadosa con algodón, similar a nuestro acondicionamiento básico.

En lugar de coser la boca, que se consideraría violencia, ambas partes de la mandíbula eran atadas de forma delicada y manual, uniéndose así para que queden juntas.

Se cierran los ojos a mano, cuidando así que el difunto se vea honorable y sereno para una despedida digna. Las manos se atan con cuerda con el objetivo de manejarlas para que pueda el difunto sostener una vela entre sus dedos. Los pies se atan también para ajustar su postura, pero también con la superstición de que el muerto no se “levante” de la muerte. Se los prepara con el mínimo maquillaje y afeitado, para que se vean lo más naturales y limpios posible, y se colocan en su féretro.

Por su religión, se suele colocar un ícono de Jesucristo en el pecho del difunto. Por influencia griega, es posible encontrar monedas en el féretro o difunto también, basándonos en el mito griego de Carón (el barquero del inframundo) para “pagar” el tránsito al más allá.

El cuerpo se vela por una duración de 3 días y 2 noches, usualmente con un féretro abierto. Asociamos esta cifra con Jesucristo, quien resucitó al tercer día, para asegurarnos de que el difunto realmente falleció. Por esto es el velar tan largo, especialmente por la influencia y superstición de los vampiros en el folclore rumano.

En la imagen apreciamos el atado de manos del difunto,

junto a una moneda sutilmente apreciada sobre sus

manos. Vemos también el ícono de jesucristo y un

crucifijo, además de las velas.

iii. Ceremonia funeraria y Rituales

Como ya hemos visto, una vez preparado el cuerpo del

difunto, se organiza un velatorio de extensa duración,

cuidando de las velas y manteniendo así al difunto bien

acompañado mientras que éste, por creencia, viaja

al más allá. Tras una misa de 3 horas de duración, donde el difunto tomaba su última liturgia (el pan y el vino, tomado por otra persona en nombre del difunto), el sacerdote guía al difunto al cementerio, ofreciendo una oración en cada intersección para que el muerto no se “desvíe”.

Durante el camino al cementerio es importante, por costumbre, el llanto. A veces se hace poesía de este, contratando a “lloronas” (bocitoare) para que canten sobre la vida del difunto y su fallecer. El llanto rumano es muy exagerado, tanto que de hoy en día se opta por contratarlo para que se lleve a cabo aunque la iglesia ortodoxa no lo pida. Es un acto proveniente de la superstición, de que el muerto debe ser llorado y honorado o este les podría atormentar.

Al llegar al cementerio, entra primero el sacerdote y bendice la entrada al difunto; luego entra el difunto,

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