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Agradar A Dios


Enviado por   •  27 de Febrero de 2015  •  2.419 Palabras (10 Páginas)  •  336 Visitas

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Para agradar a Dios

Planeado para agradar a Dios

"Porque el Señor se complace en su pueblo"

SALMO 149:4 (NVI)

Agradar a Dios se conoce como adoración. El propósito primario de la vida debiera ser agradar a Dios. Todo lo que hagas para complacer a Dios en un acto de adoración. Así como el diamante, la adoración tiene muchas facetas.

La adoración es un estilo de vida.

Cuando adoramos, nuestro objetivo debería ser complacer a Dios, no a nosotros mismos. La adoración no es para ti. Es para Dios. Por supuesto, adorar tiene sus beneficios; pero no adoramos para darnos el gusto. Nuestro motivo debe ser glorificar a nuestro Creador y complacerlo o agradarlo.

"El Señor se complace en los que lo adoran, en los que confían en su gran amor"

SALMO 147:11 (PAR)

La adoración no es lo que hacemos con nuestros labios; es lo que hacemos con nuestra vida. Todos los cantos, las oraciones y las alabanzas son en vano si no van unidas a un cambio y compromiso personal. No hay lugar para espectadores en la adoración. La adoración pasiva es una incongruencia. La verdadera adoración es ofrecer nuestra vida para agradar a Dios.

¿Qué hace sonreír a Dios?

Ya que agradar a Dios es el principal propósito de nuestra vida, la tarea más importante que tenemos es descubrir cómo hacerlo con exactitud. Es una dicha que la Biblia nos presente un ejemplo claro de una vida que agradó a Dios.

El hombre se llamaba Noé. Del estudio de su vida aprendemos cinco actos de adoración que hacen sonreír a Dios.

Dios sonríe cuando lo amamos por encima de todo.

Cuando confiamos en él completamente.

Cuando lo obedecemos de todo corazón.

Cuando lo alabamos y le manifestamos una gratitud continua.

Y cuando cumplimos sus propósitos.

Lo que Dios más quiere de nosotros es que tengamos comunión con él. Él te ama de todo corazón y desea, en reciprocidad, que tú también lo ames. El anhelo de Dios es que lo conozcamos y que pasemos tiempo con él. Él se complace con nosotros. Tener comunión con Dios, aprender a amarlo y ser amado por él, debería ser el mayor objetivo de nuestra vida. No hay ninguna otra cosa que tenga tanta importancia.

Jesús dijo:"Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con tu alma y con toda tu mente... Éste es el primero y el más importante de los mandamientos"

MATEO 22:37-38 (NVI)

"Agradamos a Dios por lo que hacemos y no solo por lo que creemos"

SANTIAGO 2:24 (PAR)

La palabra de Dios nos dice claramente que no podemos ganarnos la salvación. La salvación es por gracia, no por ningún esfuerzo de nuestra parte. Pero como hijos de Dios podemos agradar a nuestro Padre celestial mediante la obediencia. Busquen es sus Biblias y hagan una lista de todos los pequeños actos de obediencia que agradan a Dios. Todos esos actos de obediencia son también actos de adoración. ¿Por qué a Dios le agrada tanto la obediencia? Por que es la demostración de que realmente lo amamos.

Jesús dijo: "Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos"

JUAN 14:15 (PAR)

"Dios, desde el cielo, mira a hombres y mujeres; busca a alguien inteligente que lo reconozca como Dios"

SALMO 14:2 (BLS)

Cuando vivimos a la luz de la eternidad, nuestro enfoque cambia. En lugar de plantearnos: "¿Cuánto placer me proporciona la vida?" llegamos a pensar: "¿Cuánto placer le proporciono a Dios con mi vida?"

Dios está buscando personas como Noé: personas dispuestas a vivir para agradarlo. La adoración como estilo de vida es la única manera sabia y sensata de vivir

El corazón de la adoración

“Entréguense por completo a Dios… preséntenle todo su ser para propósitos justos”

ROMANOS 6:13 (PAR)

El corazón de la adoración es rendirse, entregarse a Dios. La verdadera adoración (agradar a Dios) se da cuando nos entregamos completamente a él. Ofrecerte a Dios es la esencia de la adoración. A este acto de entrega personal se la llama de diversas maneras: consagración, que Jesús sea el Señor de nuestra vida, tomar la cruz, morir al yo, ponerse en manos del Espíritu. Lo que importa es lo que se haga, no cómo se llame. Dios quiere nuestra vida: toda nuestra vida. El noventa y cinco por ciento no es suficiente.

La confianza es un ingrediente esencial de la entrega. No puedes entregarte a Dios si no confías en él, pero tampoco puedes confiar en él hasta que lo conozcas mejor. El temor impide entregarnos, pero el amor echa fuera el temor. Cuando más nos demos cuenta de lo mucho que Dios nos ama, más fácil nos resultará la entrega. Dios es amante y libertador, y cuando nos entregamos a él obtenemos libertad, no esclavitud. Cuando nos entregamos completamente a Jesús, descubrimos que no es un tirano sino el Salvador; no es un jefe sino un hermano; no es un dictador sino un amigo.

La entrega se demuestra mejor con la obediencia; trabajando codo a codo con el Creador. Dices: Sí Señor a cualquier cosa que te pida. El ejemplo supremo de entrega personal es Jesús. La noche antes de su crucifixión, Jesús se entregó al plan de Dios. Oró pidiéndole al Padre: “¡Padre!, todas las cosas son posibles para ti. Aparta de mí esta copa (de sufrimiento); pero no se haga la que yo quiero, sino lo que quieres tú” MARCOS 14:36 (RVR1995). La entrega auténtica dice: Padre, si este problema, dolor, enfermedad y circunstancia son necesarios para cumplir tu propósito y para tu gloria en mi vida o en la de otro, ¡no me libres de este trance!

“Así que debemos someternos completamente a Dios”

SANTIAGO 4:7 (PAR)

Si Dios va a trabajar a fondo contigo, comenzará con la entrega. Entrégale todo a Dios: lo que lamentas de tu pasado, tus problemas presentes, tus ambiciones de futuro, tus sueños, tus temores, tus debilidades,

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