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Amar, Alimentar Y Seguir


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2013  •  581 Palabras (3 Páginas)  •  333 Visitas

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Después de haber comido con los discípulos lo que había preparado, el Señor dijo a Pedro: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?” (v. 15). En realidad, el Señor estaba diciendo a Pedro: “Hace unos días, tú dijiste que aun cuando los demás me negaran, tú no lo harías. Pero lo hiciste, y lo hiciste tres veces; por lo tanto, Yo también tengo que preguntarte tres veces: ¿me amas más que todos los demás?” Pedro contestó: “Sí, Señor Tú sabes que te amo”. Lo que Pedro probablemente quiso decir era: “Señor, no sé si te amo o no, Tú sabes. Aun si lo supiera con certeza no me atrevería a decirlo. Hace pocos días dije que nunca te negaría, pero poco después lo hice. No importa lo que yo diga, sino lo que Tú sabes. Señor, Tú sabes que te amo”. Pedro no sabía cómo contestar. Pero éste no es el punto. ¡Escuche! El Señor Jesús dijo a Pedro: “Apacienta Mis corderos”. La segunda vez, el Señor le dijo: “Pastorea Mis ovejas”. Y la tercera vez le dijo: “Apacienta mis ovejas”. El Señor no le pidió que enseñara o instruyera, ni siquiera que edificara, sino únicamente que alimentara. Nuestro amor por el Señor debe producir éste resultado, el de alimentar a Sus corderos. Finalmente, el Señor Jesús dijo a Pedro: “¡Sígueme!” (vs. 19, 22).

Quisiera decirles especialmente a los hermanos y hermanas jóvenes: ¡amen al Señor Jesús, alimenten a Sus corderos y síganle a El! Eso es suficiente. No se requiere nada más. El verdadero servicio al Señor consiste en amarlo, en alimentar a Sus corderos y en seguirlo. ¿Dónde está El? El está en nuestro espíritu. Debemos seguirle en nuestro espíritu. Debemos ejercitar nuestro corazón y amarlo: amar es un asunto del corazón (Mr. 12:30). Sin embargo, seguir al Señor es un asunto del espíritu, porque el Señor está ahora en nuestro espíritu (1 Co. 6:17). Debemos amarlo con nuestro corazón y seguirlo al ejercitar nuestro espíritu; entonces seremos nutridos por El, y con la misma nutrición que recibimos, podremos nutrir a Sus corderos.

Esto no tiene nada que ver con la religión. No piense que tiene que conocer toda la Biblia, ir al seminario o al instituto bíblico, y recibir una gran educación religiosa. No necesita eso. Lo que necesita es el primer amor, el mejor y verdadero amor por el Señor Jesús. El Señor le preguntó a Pedro: “¿Me amas más que éstos?” Debemos contestar: ”Sí, Señor; Tú sabes que te amo". El servicio al Señor en la dispensación neotestamentaria no es un asunto de conocimiento ni de educación, sino un asunto de amar al Señor. La degradación de la iglesia se inició por la pérdida de este amor: “Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor” (Ap. 2:4). Mientras tenemos el primer, el mejor y el verdadero amor por el Señor, estamos salvaguardados. Entonces debemos seguir al que está en nuestro espíritu. Lo amamos con todo nuestro corazón, y

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