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Carta A Quien Busca Un Amigo Verdadero


Enviado por   •  27 de Octubre de 2013  •  1.252 Palabras (6 Páginas)  •  522 Visitas

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Me da mucho gusto poder hablar largo y tendido contigo sobre la verdad. Creo que el tema nos interesa a los dos. Las respuestas a las preguntas que vamos haciendo no son algo trivial ni irrelevante: según se responda habrá que tomar distintos comportamientos en la vida.

Te escribo con mucha confianza, y, sobre todo, con amor: amor de amigo, porque queremos encontrar la verdad y ayudar a los demás a encontrarla.

Voy a intentar seguir un orden, aunque normalmente soy un poco revuelto. Lo primero es una pregunta que me viene espontáneamente: ¿para qué hacerse preguntas? Yo creo en unas verdades, puede ser que tú las aceptes o no, y muchos otros tienen otras opiniones distintas. ¿Vale la pena preguntarse por qué yo pienso A mientras otros piensan B? ¿No será mejor no hacer preguntas, y dejar que cada uno siga el camino que le sugiera su conciencia?

A veces parece que estoy perdido, en medio de un bosque tupido, con muchos caminos que se entrecruzan delante de mí, y con una dirección que he escogido al azar; mientras avanzo, veo a unos y a otros que van por distintos caminos, felices o tristes, seguros y dudosos, pero caminan. Yo sigo otro camino. Hay unos versos de Machado que dicen así:

Yo voy soñando caminos

de la tarde; las colinas

doradas, los verdes pinos,

las polvorientas encinas.

¿A dónde el camino irá?

Yo voy cantando, viajero,

a lo largo del sendero:

la tarde cayendo está.

“¿A dónde el camino irá?” ¡Pero si ya estoy caminando! Quizá lo importante es caminar, cada uno según lo que piense sea mejor. Si éste cree que es bueno el camino de la honradez y del sacrificio, habrá que dejarle en paz. Si el otro vive feliz como un hombre que va todos los días a misa, ¿para qué molestarle? ¡Fíjate en aquel! Es un hombre que gasta todo su dinero en emborracharse y en apostar con los amigos, mientras en su casa su esposa tiene que trabajar y sacrificarse para sacar adelante a sus hijos... Todos caminan, y yo también.

De nuevo, la pregunta: ¿serán iguales todos los caminos? ¿Lo único que importa es escoger un camino, y no hay ninguna señal que nos indique si algún camino puede ser bueno o malo?

En nuestras autopistas y carreteras vemos miles de indicaciones: de peligro, de prohibición, informativas, o simples anuncios de ciudades o pueblos cercanos. En el bosque de las opciones humanas, ¿hay que poner señales? ¿O lo único que importa es que cada quien escoja libremente?

No sé si hay alguien que piense que debemos respetar cualquier decisión de los demás sin imponerle ni la más mínima norma o freno. A mí me daría miedo decir eso, pues entonces, cuando alguien se me acerque para robarme o para dejarme como recuerdo una navaja en el estómago, no puedo decirle nada si es que quiero ser coherente con el principio “hay que respetar cualquier opción”.

Es lícita, por tanto, la pregunta: ¿hay caminos permitidos, y caminos prohibidos? ¿Hay alguna “norma” o regla a la hora de escoger un camino? ¿Hay alguien que pueda exigir el cumplimiento de esas normas? Me interesa esta pregunta, y tengo el derecho de descubrir una respuesta. Si no la encuentro, corro el riesgo de someterme al capricho de los demás, o de vivir yo mismo en un capricho continuo que me permita hacer lo que quiera, incluso también dañando a otros.

Hace poco te decía que quizá cada quien deba seguir su conciencia. Cuando digo esto, tengo que comprender qué significa seguir la propia conciencia. ¿Sigue su conciencia el que mata, explota o daña a los demás? ¿Sigue su conciencia el que engaña y roba? ¿Sigue su conciencia el que destruye la

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