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Catequesis de confirmación


Enviado por   •  23 de Noviembre de 2023  •  Apuntes  •  15.453 Palabras (62 Páginas)  •  49 Visitas

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Catequesis de confirmación

Aportes para los temas.


Un ser que dialoga

        Cada persona tiene un nombre. Dar el nombre significa dar algo de nosotros mismos; ponernos a disposición. Es decir al otro que puede contar con nosotros y que le damos entrada en nuestra vida hasta el punto que puede llamarnos; puede pedirnos y exigirnos lo que afecta al bien de ambos, pues de antemano aceptamos compartir nuestras vidas.

        Cada persona vive en sociedad: en una familia, en una comunidad, en un pueblo o en una ciudad. No vivimos solos. Por una ley natural somos empujados a reunirnos en grupos. Unos grupos pequeños, como la familia o el círculo de amigos, donde uno recibe seguridad y confianza. Otros grupos, como la comunidad, la ciudad o el país, que permiten una mayor efectividad en el trabajo, potencian la cultura y la religión, facilitan acciones recreativas, etc. Las diferencias de carácter, de gustos y preferencias, no han de servir para crear división, sino para enriquecernos mutuamente, corregir los defectos y beneficiarnos de las diferentes cualidades que cada uno posee.

        Durante nuestra vida hemos experimentado la necesidad de comunicarnos. Necesitamos tener encuentros personales. El diálogo es un encuentro de persona a persona. El hombre necesita hablar con quien le puede responder. Comunicarse no es pronunciar palabras y oír palabras. Es manifestarse a sí mismo y captar al otro. Dejar a un  lado mi punto de vista para situarme en el punto de vista de los demás. Y no sólo a un nivel de ideas, sino de hechos, de alegrías, tristezas, trabajos e ilusiones.

        El diálogo es una comunicación bondadosa, comprensiva, sincera, confiada y exenta de egoísmo, de vanidad, de deseo de dominio y de crítica agresiva.

        El diálogo no es gritarle al otro, ni decir muchas palabras bonitas, ni imponer nuestro pensamiento. Es buscar luz y construir entre todos.

        La palabra es un medio de comunicación, pero no el único. Los sentimientos y las ideas pueden transmitirse por imágenes, signos, mímica, miradas... todos esos medios tienen la capacidad de conectarnos con la persona misma que se está expresando. Para que la comunicación adquiera niveles de profundidad es necesario que se dé un clima de sinceridad y confianza; superando las deficiencias de lenguaje, se debe intentar captar todo lo que la palabra evoca, todo un mundo interior, toda una vida que se comunica.

        Toda comunicación tiende a buscar y trasmitir la verdad, no “mi verdad”, y obedece a un íntimo impulso de amor que reúne a los hombres. La discusión es una parte esencial en la búsqueda de la verdad. La diferencia de opiniones o puntos de vista es necesaria.

        El diálogo y la discusión llevados con valentía y respeto, nos ayudan a analizar las ideas, los sentimientos, las actitudes, las opiniones y las experiencias de cada uno para adherirnos a las que estimemos útiles y buenas.  

La amistad

        

        Nuestra vida se construye en sociedad y nuestras relaciones son un continuo reencuentro de amigos. Es preciso que juntos busquemos el sentido a esta vida social, y lo primero que se requiere es descubrir al “otro” gracias al cual vivimos y con el cual nos relacionamos. El otro son todos aquellos que viven junto a mí. Son los vecinos, los compañeros, los amigos, los propios familiares. Es innegable que nuestra forma de existir es en sociedad y en grupo; pero debemos traspasar el interés personal t egoísta para valorar al otro  por lo que es y no por lo que tiene o podemos sacar de él. El egoísmo destruye la amistad.

        Un hombre es alguien cuando tiene amigos. Para ser felices, e incluso para realizarnos en la vida, necesitamos tener amigos; alguien en quien poder confiar y con quien poder conversar y que nos tienen en cuenta, y nos aceptan tal como somos.

        La amistad exige compartir. Sólo cuando compartimos con los demás, nuestra unión es real y nuestra amistad es sincera. Otras exigencias de la amistad son: el ser leales, ser discretos, ser tolerantes, evitar las ofensas, perdonar los errores, corregir y aceptar la corrección, construir al amigo y dejarse construir por él.

        Al incorporarnos a un grupo llevamos con nosotros cualidades y defectos que influirán en el grupo. A su vez, el grupo influirá en nosotros. Todos tenemos valores que aportar a un grupo, pero también algo negativo que el grupo puede ayudarnos a superar. Nadie es tan completo que no tenga que adquirir nada, ni tan carente que no tenga nada que ofrecer. Es importante que poco a poco vayamos descubriendo las cosas positivas y negativas que hay en nosotros. También debemos conocer las cualidades y defectos de nuestros amigos para poder ayudarnos. Cuando hay verdadera amistad, ésta asume la responsabilidad del destino del amigo.

Dignidad de la Persona

        ¿Quién soy yo? ¿Qué soy yo? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Qué significa ser persona? Estas son preguntas que todos nos hacemos y que no pueden dejarnos indiferentes porque van unidas al deseo de ser felices. Sin embargo, lo peor que puede ocurrirle a un hombre o a una mujer es equivocarse en el objetivo de su vida y no desarrollar su personalidad. La persona no nace hecha, sino ha de ir construyendo su propia vida, desarrollando las cualidades de su ser y formando su propio carácter.

        Ser persona es saberse importante; ser consciente de que nadie en la vida hará por mí lo que yo tenga que hacer; que soy alguien único e irrepetible; que tengo un mensaje propio que trasmitir. Ser persona es afrontar los acontecimientos con valentía, ser responsables de nuestros actos, reaccionar de manera propia, es luchar apoyándose en los demás pero sin esperar que ellos vengan a solucionar nuestros problemas.

        El hombre es constructor y responsable de su propio destino. Estos son los valores que caracterizan la dignidad de la persona. Todos los hombres están constituidos en igual dignidad. Nadie puede quitar o disminuir la dignidad de un semejante.        

        Los hombres están de acuerdo en que el hombre es el centro del universo y que a él deben ordenarse la ciencia, la técnica y todos los bienes de la tierra. A partir de ese hallazgo se comprende la expresión del Génesis “Dios creó al hombre a su imagen y semejanza”. La imagen de Dios en el hombre se manifiesta en su capacidad de relación y diálogo; en su poder creativo, en el señorío sobre los demás seres. Cada persona expresa algo de Dios.

        Mirar al otro como persona es hacerlo persona. Esto significa valorarlo por encima de lo que hace o deja de hacer y hacerle sentir que necesitamos de él. Significa preocuparse porque crezca y se desarrolle tal como es.

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