Crisis De Fe

Ahora brevemente abordaremos otro tipo de crisis que se da en varias personas, sobre todo en una edad adulta porque comporta su visión de la vida, de si mismo y de los demás desde una óptica de relación con el trascendente, en nuestro caso con Dios. Garrido habla de una crisis personal de fe, de esa vivencia que se tuvo en una etapa de la vida y que después confronta esa misma con la realidad con se encuentra ahora. No podemos hablar de la experiencia de fe mas que a través de la condición humana porque es ahí donde Dios se revela.

Cuando se ha fundamentado el sentido de la vida en Dios se aprende a esperar en Él en los acontecimientos de la vida, pero la crisis de fe se hace inseparable a la historia misma de la persona que cuando ha llegado a solo ser una idea o comportamiento junto a otros, en la edad madura puede seguir superficialmente intacta.

Más o menos a los cuarenta años y con la experiencia de descalabros y problemas se llega a dudar de esa vivencia de fe y puede brotar espontáneamente la pregunta: ¿valía tanto la pena esperar tanto de Dios? Características propias son las dudas de fe que son mas frecuentes a esta edad que pueden ser restos del inconsciente manifestadas en crisis existencial y que se manifiestan por dudas racionales; aparece también la desesperanza porque la fe vivida esta asociada al proyecto de vida y en la madurez todo parece sospechoso e ilusorio. Finalmente aparecen la aridez y la acedia en la que el individuo ya no espera nada o se canso de esperan un sin sentido vivido en la relación trascendental con Dios por la que se siente frustrado .

Inmerso el sacerdote en la relación cotidiana y personal con Dios, también se puede notar, concluimos, con este tipo de crisis pues también manifiesta algunas ocasiones como lo vimos en el apartado de las crisis afectivas que su relación se puede ver fracturada o alejada por muchas de las situaciones personales que viva. Como tal crisis se debe ver en manera positiva para sacar un crecimiento humano y espiritual que le permita seguir entregándose a Dios y a su rebaño por pequeño que sea.

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