Crisis de fe en la actualidad
Renato PignanoMonografía12 de Julio de 2017
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Resumen:
Fe viene del latín Fides que significa creer. Lo curioso es que en la actualidad hay muchos a quienes “creer les parece poco, quieren saber”. El catecismo de la Iglesia Católica (CEC) define la fe como “la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a Él dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida”. Fe es así confianza y respuesta. Frente a esto surge, irremediablemente, la siguiente interrogante. ¿Por qué el hombre no se adhiere a la fe? Veremos que la crisis de fe muchas veces se da porque esta pierde su importancia a raíz de que tanto esta como la Iglesia están mal entendidas. Además, las distintas corrientes y proyectos humanos que se oponen y buscan remplazar la fe. Ante esta crisis de fe, veremos cómo afecta esta a la persona y a la sociedad, que significa y que implica vivir sin una confianza en un ser supremo que está esperando con los brazos abiertos su adhesión a Él. Y ante esta situación la esperanza que nos proporciona la fe. Para finalmente poder analizar los modelos de fe que nos invitan a imitarlos para alcanzar nuestra felicidad en Dios.
Sommario:
Fede viene dal latino fides che significa credere. La novità è che nella attualità ci sono molti per chi “credere sembra poco, vogliono sapere”. Il Catechismo della Chiesa Cattolica (CEC) define la fede come “la risposta del uomo a Dio che si rivela e se consegna a lui concedendo a lo stesso tempo una luce sovrabbondante all'uomo che cerca il senso ultimo della sua vita”. Fede è così fiducia e risposta. Davanti a questo sorge, irrimediabilmente, la seguente domanda. Perché l'uomo no si aderisce alla fede? Vedremo che la crisi di fede molte volte si verifica perché questa perde la sua importanza quando questa come la Chiesa si capiscono male. Anche, le distinte corrente e progetti umani che si oppongono y cercano sostituire la fede. Davanti a questa crisi di fede, vedremo come influisce questa alla persona e alla società, che significa e che implica vivere senza una fiducia in un essere supremo che spera con le bracchi aperti la accettazione dell'uomo e davanti a questa situazione la speranza che ci da la fede. Finalmente analizzeremo i modelli di fede che ci invitano a imitarli per raggiungere la nostra felicità in Dio.
- Introducción
Como grupo hemos reconocido nuestra vocación de anunciar la verdad que se nos ha dado de manera gratuita. Por esta razón, para este trabajo decidimos abarcar la problemática actual de la fe en un mundo que parece reclamarla a gritos y que, sin embargo, no se adhiere del todo a ella.
El hombre ha tenido siempre en su interior un fuerte reclamo, la necesidad de una verdad que sacie su sed de infinito. Y esto hace que nos preguntemos qué ocurre en la sociedad y en el interior de cada individuo para que se decida por una vida lejos de Dios. Pero no solo esto, sino también que hace falta para que el mundo recobre esa esperanza que solo la fe en Dios nos puede dar.
- La fe, esencia e importancia
Laura Miyagui
La palabra fe viene del latín fides, que significa creer. Lo curioso es que en la actualidad hay muchos a quienes creer les parece poco; quieren saber[1] .
Recuerdo que en una catequesis de confirmación un joven de dieciséis años hizo una pregunta. El catequista respondió con un dudoso “creo que sí”. Y el joven, después de meditar unos segundos en silencio, exclamó firmemente: “me parece que tendríamos que dejar de decir “creo que sí” y que deberíamos empezar a decir “sí, creo. ¿No les parece?”. Esa intervención nos dejó asombrados y él solo sonrió sin comprender el peso de lo que había expresado. Y es que no es lo mismo creer en algo –estar casi seguro sobre algo– que tener la certeza; en su corazón él empezaba a descubrir, a mitad de la catequesis, un fuerte anhelo de verdad.
La encíclica Fides et Ratio define al hombre como “aquél que busca la verdad”[2]; nada más cierto. Todos necesitamos algo firme en qué creer, algo superior a nosotros, una verdad tan grande que sea capaz de sostener nuestra vida entera.
Así, a lo largo de la historia, podemos ver que el hombre ha sido siempre un buscador; desde los primeros hombres que, asombrados por el mundo desconocido en el que vivían, empezaron a preguntarse sobre el origen y la existencia de las cosas, interrogantes que dieron paso a los primeros mitos que a su vez dieron paso a la ciencia de las grandes preguntas: la filosofía.
Pero el hombre también es “aquel que vive de creencias”[3]. No solo tenemos la necesidad de creer sino que confiamos en la verdad que nos es transmitida por otro. Por ejemplo confiamos cuando los niños son enviados a la escuela, confiamos al estudiar una carrera, confiamos cuando vamos al médico… confiamos no solo en lo que podemos buscar y comprobar por nosotros mismos; suele ocurrir que creemos con más firmeza cuando alguien respalda la verdad que recibimos.
Puede ayudarnos en este punto revisar la etimología de la palabra Fe. En este caso lo haremos desde el latín y el hebreo.
En el uso latino tradicional fides era primariamente la “buena fe” con la que uno hacía una promesa o la “fidelidad” con la que se guardaba la promesa; en segundo lugar, fides era “la confianza” en quien hace la promesa o “el crédito” que se da a lo que se ha dicho. La persona que mantiene su fidelidad (entendiendo “la fe” en su primer sentido), se hace “digna de fe” (o de crédito) en el segundo sentido”.[4]
Algo similar pasa con el hebreo: Existen dos raíces para hablar de fe: una de ellas (‘ãman) enfatiza la certeza y firmeza; la otra (bãtah) indica el impulso de la fe y la confianza.[5]
Cuando creemos en alguien ese creer es “mucho más que saber, es certeza. Y esta es la fe que hizo partir a Abraham a la tierra prometida, esta es la fe que hizo que los mártires perseveraran hasta la muerte, esta es la fe que aún mantiene en pie a los cristianos perseguidos”.[6]
Podemos ver entonces, hasta ahora, el gran campo que abarca la fe. Por un lado es creer, cosa que responde a nuestra natural búsqueda de la verdad, impresa en el corazón de cada hombre y es también confiar en la promesa que nos hace alguien con su buena fe. La fe es un acto humano puesto que no es un acto contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por Él reveladas.[7] Es mucho más que solo saber, es la certeza sobre la cual podemos sostener nuestra vida. “La fe es cierta, más cierta que todo conocimiento humano, porque se funda en la palabra misma de Dios, que no puede mentir”[8].
El catecismo de la Iglesia Católica define la fe como: “la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida”[9]. Vamos a desglosar un poco esta definición.
“la respuesta del hombre a Dios que se revela…”
Fe es confianza y también respuesta. Como explica el catecismo, es la respuesta libre a aquel que es la fidelidad misma, es confianza y abandono ante Dios y sus promesas. Es dejarnos conducir por quien es el camino, la verdad y la vida. “es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado”[10]. Jesús invitó a la fe y a la conversión pero jamás forzó a nadie a hacerlo[11].
Podemos encontrar gran variedad de ejemplos de esta respuesta del hombre a la autorrevelación de Dios plasmados en las Sagradas Escrituras.
En el Antiguo Testamento, la fe “brota de una religión histórica: la alianza. La fe es prácticamente la primera respuesta del pueblo a la alianza”[12]. El pueblo de Israel recibe la promesa –a través de Moisés– de que sería conducido a la tierra prometida y cree. Moisés, a su vez, tiene un encuentro con Yahvé que se le presenta en la zarza ardiente. Yahvé no solo decide hablar con Moisés, le confía que está al tanto del sufrimiento de su pueblo y le encarga la misión de liberar a su pueblo. Le promete su compañía y su protección divina (además de la tierra prometida). El pueblo de Israel buscaría recordar para siempre la misericordia y fidelidad de Dios para con ellos, hará siempre memoria agradecida de su presencia entre ellos. Por eso buscarán cumplir los mandamientos con todo su corazón, en respuesta a la gran generosidad de Dios. El ejemplo por excelencia del Antiguo Testamento es Abrahán, nuestro padre de la fe, pero sobre él hablaremos detenidamente más adelante.
En el Nuevo Testamento, la fe se presenta como la aceptación a Jesús y su mensaje. “Se ha cumplido el tiempo y el reino de Dios ha llegado: convertíos y creed en la buena nueva”[13]. Según esto, podría definirse la fe como la aceptación del reino de Dios, tal como lo anuncia la predicación de Jesús.[14]
Uno de los pasajes más conocidos en cuanto a la fe es la famosa parábola del granito de Mostaza. Impresionan siempre esas líneas del Evangelio donde Jesús dice que si tuviéramos fe como un granito de Mostaza, seríamos capaces de mover montañas. Sobre esto Joseph Ratzinger hace una interesante reflexión: “El acto de fe no es convencerse en cierto modo de una idea o atribuir un poder a la fe. El acto de fe consiste en confiar en que Dios está ahí y puedo ponerme en sus manos. Entonces también desaparecerá la montaña”[15]. La fe entonces es respuesta del hombre frente a la misericordia de Dios que se revela y también es confianza y abandono en Él.
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