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Cuando Nace Un Niño, Nace Un Mundo Nuevo


Enviado por   •  24 de Enero de 2012  •  1.316 Palabras (6 Páginas)  •  787 Visitas

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Muchos se manifiestan preocupadísimos por los niños de la India o por los de África, donde tantos mueren, sea por desnutrición, hambre o lo que fuera.

Pero hay millones deliberadamente eliminados por el aborto.

Madre Teresa de Calcuta

Calificaba el gran filósofo español Julián Marías, que lo más grave que ha acontecido en el siglo XX "sin excepción", ha sido la aceptación social del aborto.

El Comité de Bioética de España, ha emitido su dictamen en el que concluye que matar a un ser humano no es ninguna imposición, pero si un derecho. Un dictamen tan escandaloso como obsceno. Ha habido un voto particular: el de César Nombela —el vocal más respaldado por las autonomías, microbiólogo y ex-presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas— que ha votado en contra semejante panfleto, sacando los colores al resto del comité al denunciar “la radical contradicción en la que incurre, al reconocer que desde la concepción, existe una vida humana nueva diferenciada de la de la madre gestante; pero al mismo tiempo admitir que se puede acabar de manera voluntaria con esta vida, durante las primeras catorce semanas de su desarrollo.”

Pero hoy no quiero remover la nauseabunda inmundicia en la que al parecer, por ignorancia, resentimiento o provecho personal, muchos se revuelcan gustosos.

Ponía de relieve en mi artículo “Que difícil es defender el honor de Dios” —el que al parecer ha provocado un interesado revuelo entre la reaccionaria y ultraconservadora progresía— el insaciable egoísmo e hipocresía de que estamos impregnados, enfermedad que nos ha llevado a sustituir los más altos valores del humanismo cristiano, en los que ahonda sus raíces la civilización occidental, por las conveniencias personales y el becerro de oro, terreno abonado para que emergiendo de la negrura de nuestro vacío inmaterial, fructifique en él, la semilla sanguinaria de nuestra propia destrucción que es el aborto, cual nuevos Chronos devorando a nuestros propios hijos.

El ser humano y como tal imperfecto, simultáneamente es capaz de llevar cabo las acciones más sublimes y las más abyectas, sin que por ello sufra desdoro o menoscabo su dignidad. Por el contrario, es precisamente en esta ambivalencia en la que radica su grandeza. Por ello hoy quiero dar un aldabonazo a la puerta de nuestra sensibilidad y que una vez abierta, penetre a través de ella el germen vivificador del amor que siembre de esperanza nuestras vidas. Quizá para que el estiércol se convierta en esplendoroso fruto, podría ser oportuno conocer un hecho que alguien —con infinita sensibilidad y amor— me envió.

“Hace algunos años, en las olimpiadas de Seattle, para personas con discapacidad, también llamadas "Olimpiadas especiales", nueve participantes, todos con deficiencia mental, se alinearon para la salida de la carrera de los cien metros lisos.

A la señal, todos partieron, no exactamente disparados, pero con deseos de dar lo mejor de si, terminar la carrera y ganar el premio.

Todos, excepto un muchacho, que tropezó en el piso, cayo rodando y comenzó a llorar.

Los otros ocho escucharon el llanto, disminuyeron el paso y miraron hacia atrás. Vieron al muchacho en el suelo, se detuvieron y regresaron. ¡Todos!

Una de las muchachas, con síndrome de Down, se arrodilló, le dio un beso y le dijo: "Listo, ahora vas a ganar". Y todos; los nueve competidores entrelazaron los brazos y caminaron juntos la prueba hasta la línea de llegada.

El estadio entero se puso de pie y en ese momento no había un solo par de ojos secos. Los aplausos duraron largos minutos. Las personas que estaban allí aquél día, repiten y repiten esa historia hasta hoy. ¿Por qué? Porque en el fondo, todos sabemos que lo que importa en esta vida, más que ganar, es ayudar a los demás para vencer, aunque ello signifique disminuir el paso y cambiar el rumbo. Porque el verdadero sentido de esta vida es que TODOS JUNTOS GANEMOS, no cada uno

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