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Dia De Muertos


Enviado por   •  30 de Octubre de 2014  •  1.633 Palabras (7 Páginas)  •  253 Visitas

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En México, con el paso del tiempo, la celebración a los muertos fue diluyendo su carácter devoto y ritual y adquiriendo un tono más festivo, en ocasiones incluso burlesco, y cotidiano. Así en el siglo XIX ya se hacían los dulces típicos de calaveritas de azúcar, esqueletos de almíbar, muertos de mazapán y el llamado pan de muertos. Las crónicas de la época mencionan que en el Zócalo de la ciudad de México se vendían juguetes que representaban procesiones fúnebres, esqueletos y calaveras. Ya para entonces el Día de Muertos había adquirido el sentido de una gran fiesta. Las familias de buena situación económica daban a sus dependientes un regalo de dinero en efectivo: “la calavera”, para que pudieran gastarlo en la celebración.

En esos días, en los panteones las tumbas se limpiaban y se adornaban con flores y velas y se acostumbraba ir a ver a los difuntos familiares.

En esos años de finales del siglo XIX también empiezan a popularizarse los corridos y canciones que se ocupan de la muerte, así como poesías narrativas trágicas con episodios espeluznantes. También se integra a la tradición del Día de Muertos la representación de obras de teatro, como el muy conocido Don Juan Tenorio, del escritor español José Zorrilla, cuya tradición se mantiene hasta nuestros días incluso con versiones paródicas.

En la época porfiriana algunas capas sociales de alto poder económico se alejaron de la espiritualidad popular y le dieron a la fecha un carácter más banal. También se volvió costumbre aprovechar el Día de Muertos para estrenar ropa, asistir a los teatros y a pasear a la Alameda donde la buena sociedad porfiriana lucía su poder económico engalanándose con ropas nuevas y adornos lujosos.

Durante el siglo XIX (bajo los gobiernos liberales de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz) se popularizaron en hojas volantes y periódicos las “calaveras”, dibujos de cráneos y esqueletos acompañados de versos en los que se criticaba de manera burlona a los poderosos y a la situación del país. El mejor representante de esta costumbre en el campo del grabado fue José Guadalupe Posada, ilustrador de la famosa imprenta de Vanegas Arroyo, especializada en hojas volantes y pliegos sueltos de gran consumo popular.

Hoy en día los Altares de Muertos luchan por mantener su lugar dentro de las tradiciones mexicanas, ya que un Halloween híbrido los ha ido desplazando. En nuestros días es más fácil ver máscaras de monstruos horribles y sangrientos, calabazas anaranjadas con ninguna creatividad, murciélagos negros y brujas feísimas volando en sus escobas, que claveritas de azúcar con sus barrocos dibujos de colores, pan de muerto cubierto de azúcar, papel picado multicolor, entierros de garbanzos, tumbitas de azúcar con leyendas ingeniosas, esqueletos de papel maché caracterizados en múltiples oficios desde paleteros hasta mariachis o las magníficas “calaveras catrinas” inmortalizadas por José Guadalupe Posada o el mismo Diego Rivera en su mural de un domingo en la Alameda.

Muchos se preocupan más por repartir dulces a niños disfrazados que no saben ni por qué piden dulces a los vecinos y sólo desarrollan un lado macabro con terroríficos disfraces, que por enseñarles a recordar a aquellos seres queridos que ya no están con nosotros, y este recuerdo es de una manera alegre que se refleja en los Altares de Muertos llenos de colorido, creatividad e incluso de elementos burlescos. Esto lo podemos ver en los refranes mexicanos que de una manera humorística nos hacen presentes el hecho de que la muerte es algo que no podemos evitar: “Al fin que para morir nacimos”, “¡Mujeres juntas ni difuntas” , “El muerto y el arrimado a los tres días apestan” o “Vivos aprendan de mi, ayer tan hermosa me vi y hoy calavera soy”.

Los Altares de Muertos hoy también tiene un sentido estético y una gran complejidad en su montaje, debido a que cada elemento tiene un significado original que muchas veces se ha olvidado, pero se conserva como parte de un ritual. Estos son algunos de los significados de los distintos elementos que se integran en las ofrendas del Día de Muertos:[2]

Mantel blanco. Simboliza la pureza y la alegría.

Tierra. Representa la semilla, el fruto y el origen de los platillos; también recuerda a los mortales el principio religioso cristiano que “polvo eres y en polvo te convertirás”.

Juguetes. En los altares dedicados a los niños se coloca el juguete preferido del niño, desde luego se trata de juguetes tradicionales como muñecas de cartón o trapo, baleros, trompos o yoyos.

Agua. Sirve para que las almas de los muertos calmen la sed. Muchas veces se usan las típicas “aguas frescas” de sabores como jamaica, limón, horchata o tamarindo. Esto, además de corresponder al gusto mexicano añade un toque de color a la ofrenda.

Cirios. Representan las almas de difuntos olvidados que necesitan ser iluminados para que puedan llegar a su destino. Colocados en cruz representan los cuatro puntos cardinales.

Papel picado.

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