Diosas Cíclicas
Greco PulidoEnsayo1 de Diciembre de 2015
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Diosas cíclicas.
Lucia Pulido Martínez.
Diosas que representan los poderes de la fuerza de la naturaleza para los antiguos, la transformación seguido de lo cíclico, madre e hija. Los ritos para celebrarlas son los llamados Misterios de Eleusis, ritos para celebrar y experimentar estados de conciencia nuevos y la percepción de la vida que surge a partir de la muerte.
Los grandes poetas griegos que pertenecieron a la segunda mitad del siglo I a. C., retomaron una tradición oral muy antigua, muchísimo después de las invasiones de los indoeuropeos. Los componían aqueos y dorios, que al conquistar la cultura de la diosa agrícola Deméter introdujeron numerosas reformas de tipo social y religioso colocándola a ella a Perséfone y a otras tantas deidades bajo la influencia del padre del rayo Zeus, de Poseidón y de Hades.
Así pues, el mito para adorar a Deméter y Perséfone nos llega de una antiquísima tradición agrícola pre-helena que adoraba a la gran diosa Gea, la creadora de todo el mundo antiguo conocido hasta entonces. Su culto continuo hasta mucho después de las conquistas, esto porque la mentalidad sagrada de los guerreros invasores no poseía una cosmovisión muy desarrollada acerca de los misterios de la vida, la muerte y el renacimiento. Para resumir esto de manera general adoptaron el mito y el culto con variantes significativas.
¿Qué paso con el mito griego?
Las versiones griegas nos relatan que Hades, dios que gobierna el Tártaro llamado “Mundo de los muertos” secuestra a Perséfone (Core), hija de Deméter, cuando ella recogía flores en los bellos campos acompañada de un cortejo de ninfas Hades se enamoró de ella y la secuestra llevándola a inframundo con la intención de hacerla su esposa a la fuerza.
Los poetas resaltan el gran dolor que sufrió Deméter, diosa de la fértil tierra, al enterarse de la desaparición de su hija y cuentan cómo con infinita desesperación ella la busca sin descanso al abandonar el Olimpo y la busca durante nueve días con sus noches sin detenerse a comer o a beber. En su peregrinaje la acompaña Hécate, diosa de las encrucijadas. Deméter cambia su esplendor divino al vestirse de negro en señal de duelo dándole esta vestimenta la imagen de una madre humana llena de angustia.
Su peregrinaje la lleva a la casa de la reina Metanira en Eleusis y la toma como nodriza de Demofonte, su hijo menor. Deméter como muestra de agradecimiento decide convertir al pequeño Demofonte en inmortal comocándolo en el fuego sagrado, pero la reina aterrada no permite que se complete el proceso y es entonces cuando la diosa revela su verdadera identidad dando indicaciones para que se construya un templo en Eleusis, lugar donde se llevarán a cabo sus misterios sagrados. Sumado a esto, entrega al otro hijo de la reina, Triptólemo, un carro tirado por serpientes y las semillas para que se distribuya uno de sus mejores dones: la agricultura.
Es el joven príncipe que le da noticas a Deméter sobre el rapto de Perséfone el cual fue presenciado por sus hermanos que vieron cómo se abría la tierra para que entrara un carro tirado por negros corceles. Describieron también que el rostro del conductor era invisible y el brazo derecho de éste sujetaba fuertemente a una joven que gritaba.
Poseyendo esta información, Deméter acompañada de Hécate se dirigen ante Helios, el dios sol que todo lo ve, para que les revele la identidad del raptor, pues Deméter tenía una triste sospecha; Helios confirma que el raptor es Hades. Indignada, Deméter deja de sustentar la vida en la tierra impidiendo que esta florezca.
Zeus envía presentes a Deméter para que desista de su actitud y se resigne a los crueles hechos, a la voluntad de su hermano. Pero ella se niega afirmando que la tierra se mantendrá estéril hasta que regrese Perséfone a su lado; Zeus preocupado ante la gravedad de no tener más tierra fértil ordena a Hades que devuelva a Perséfone, advirtiéndole que si no lo hacía todos estarían acabados. Hades le responde a Deméter que tendría de vuelta a su hija siempre y cuando no haya probado ni una migaja de la comida de los muertos, de ser así jamás la tendría de vuelta.
Perséfone, mientras tanto, llora desconsolada en el Tártaro negándose a comer o beber los deliciosos manjares que le ofrece Hades; él muy astuto oculta el disgusto que le produjo la discusión con Zeus y se acerca a Perséfone anunciándole que la dejará en libertad puesto que la ve desdichada y le dice que su madre llora mucho por ella y siente un hondo pesar en su corazón a causa de ella. Perséfone deja de llorar y contenta acepta las semillas de una granada que Hades le ofrece; ella se reencuentra con su madre en Eleusis pero un testigo le informa a Deméter de las semillas de granada que su hija probó y la diosa se siente desdichada al saber que al probar las semillas, su hija queda vinculada para siempre a Hades y sentencia que nunca regresará al Olimpo y mucho menos anularía la sequía en la tierra.
Zeus sin saber qué hacer si dirige a su madre Rea para que suplique a Deméter que no cumpla su amenaza, Rea acepta y si bien no logra que Deméter no cumpla su amenaza si llegó a un acuerdo con ella: Perséfone pasará tres meses del año con Hades en el Tártaro y el resto de los meses que queden del año los pasará en la tierra, junto con su madre. Por su parte Hécate se encargará personalmente de la protección de Perséfone ofreciéndose como garante para que el pacto se cumpla.
Esto es grosso modo lo que el mito griego nos cuenta, veamos ahora algunas de las alteraciones hechas al mito original.
Mucho antes que Hades, Perséfone era la reina de los muertos y su fruto sagrado era la granada. Ella junto con su madre Deméter, y Hera formaban una triada divina femenina muy antigua conocida con distintos nombres y eran conocidas en la Europa Antigua y Medio Oriente.
Es en los tiempos helenos cuando su mito es escrito y ambas diosas, tanto madre como hija, pierden su estatus subordinadas ahora a los héroes y dioses. En la cultura griega los Misterios de Eleusis eran practicados por ambos sexos y por todas las clases sociales. Las mujeres conservaron algunos ritos femeninos como la Tesmoforia, en un marco de creciente subordinación de la mujer al hombre.
Veamos, en las ciudades-estados la mujer no podpia votar ni poseer bienes y sus matrimonios eran concertados entre el padre y el novio. Por su parte, las hetairas y cortesanas, antiguas sacerdotisas orgiásticas de la Diosa, conservaron relativa libertad y autonomía interviniendo en la vida intelectual y hasta política de los varones gracias a sus habilidades erótico-poéticas.
Un ejemplo de esto es Aspasia, cortesana amante y compañera intelectual de Pericles, y a Diótima que fue lo semejante para Sócrates, sacerdotisa que enseñó filosofía del amor en “El Banquete” de Platón. A pesar de esto, tanto Pericles como Platón consideraron a la mujer como inferior al hombre cuya única y exclusiva función era crear ciudadanos griegos en el gineceo.
Podemos ver cómo la amenaza de Deméter de dejar la tierra infértil hasta que su hija le fuera devuelta del Inframundo, revela el antiguo poder de la Gran diosa como gobernante y legisladora de las leyes ecológicas y éticas. Pero el engaño de la granada y los tres meses que Perséfone pasaría en el Inframundo como esposa de Hades es una metáfora patriarcal a modo de que sea aceptada la supremacía de los dioses masculinos.
Los dioses y héroes invasores, además de someter a Deméter y a Perséfone, persiguen, violan o matan a otras manifestaciones de lo divino femenino encarnado en las ninfas y sacerdotisas. Los mitos griegos sirvieron en este punto para crear en la conciencia femenina la dependencia al hombre y de esa manera atemorizar a las mujeres con la violencia o la violación para que no actuaran libremente como sucedía en la época de la Gran diosa y así se afirmara el dominio masculino tanto en lo sagrado como en lo cotidiano. Por esta razón, para comprender el porqué de la importancia de este mito necesitamos de la visión original que nos pueden aportar los valores del mito.
DEMÉTER.
Para algunos arqueólogos, las diosas del tipo de Deméter representan a la dadora de vida y dispensadora de la muerte cíclica. Representa el útero y la tumba al mismo tiempo. Y su hija Perséfone, es la doncella del renacimiento y la regeneración identificada con la luna, la primavera y por supuesto, con el mundo subterráneo.
Representa el poder sustentados de la vida que se encuentra presente en las fuerzas de la tierra, ya sea en sus repliegues estacionales que de cierta manera influían en la vida de las personas y en sus formas culturales. Los pueblos agrícolas veneraban estos arquetipos femeninos para obtener alimento, salud y bienestar conociendo que Deméter y Perséfone eran su fuente de origen, así, la diosa de la creación periódicamente volvía a recrear el mundo manifestando la abundancia de los comienzos en cada primavera que hacía volver y en cada cosecha que hacía abundante.
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