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Dogma Mariano


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2013  •  15.994 Palabras (64 Páginas)  •  259 Visitas

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El concepto de Dogma debe ser revisado y entendido de manera más amplia. No es simplemente una verdad que hay que creer obligados porque sino quedamos por fuera de la Iglesia. Al dogma se llega después de años de reflexión, búsqueda teológica, aclaración doctrinal y contraste de opiniones diversas. La Iglesia, normalmente en un Concilio que reúne gran parte de ella, por eso se llaman ecuménicos, declara verdades que desde ese momento en adelante están claramente definidas y deben ser creídas de esa manera como están definidas, como dogmas de fe; de lo contrario la persona ya no pertenece a la fe y doctrina de la Iglesia sino que pertenece a otra denominación religiosa.

Una vez definido un dogma, es como una ventana que se abre hacia el infinito, donde puede penetrar la luz de Dios y donde se sigue profundizando en la verdad revelada. El dogma no es por lo tanto un límite sino más bien una etapa en el camino de la verdad, donde se establecen ciertos contenidos con claridad y desde cuya base se va a continuar elevando el edificio doctrinal de la Iglesia.

En general el pueblo de Dios en su conjunto tiene un sentido de la fe, sensus fidei, que permite el consenso dogmático. Las posturas contrastantes son de unos pocos que no armonizan con el sentido de la fe y que por lo tanto son rechazadas como verdades reveladas de Dios, como dogmas. En nuestra fe hay muchas creencias que no han sido decretados como dogmas; hay santos que no han sido canonizados. Por ejemplo, la Virgen María es la más santa de los creyentes en Cristo, sin embargo nunca hubo una declaración o canonización de María como santa de la Iglesia.

Las definiciones dogmáticas se han hecho en la medida que han sido necesarias, pero la totalidad de la doctrina cristiana no está definida de manera específica como dogmas, sino que hay puntos clave de la doctrina que se han declarado dogmas como tales.

El Credo de la Iglesia es el resumen de nuestra fe cristiana; allí se encuentran declarados los dogmas fundamentales de nuestra fe; que son, el creer en Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo; el papel de cada cual; Dios Es Creador, Jesucristo es el Redentor, nace de María y por obra del Espíritu Santo; padece, muere y resucita para salvarnos del pecado y de la muerte, después asciende a los cielos; el Espíritu es Señor y Dador de Vida; la Iglesia, el perdón de los pecados, que es la esencia de la vida cristiana y que se da en los sacramentos; la resurrección de los muertos (de la carne) y la vida eterna.

Este es el núcleo fundamental de nuestra fe cristiana; por la cual somos cristianos y no de otra religión. Además de este núcleo fundamental, nuestra fe sigue teniendo muchas otras creencias que no están claramente definidas en el credo y que algunas de ellas se han ido definiendo a lo largo de la historia eclesial y entran en el edificio de las verdades reveladas. El Concilio Vaticano II propuso el concepto de jerarquía de los dogmas, lo cual ha permitido un mayor acercamiento ecuménico, puesto que hay muchas creencias en las que coincidimos de verdad con los otros cristianos, y las que nos separan muchas veces son pocas respecto al conjunto de verdades que nos acomunan.

Esto significa que las verdades o los dogmas menos centrales pueden durar más tiempo para ser entendidos por nuestras hermanos separados, o pueden realizarse diálogos para lograr entenderse en ellos, y encontrar un lenguaje que permita descubrir si de verdad creemos o no en forma diferente en esas verdades que consideramos son revelación de Dios. Esto ocurre especialmente con los dogmas marianos, que representan una fuerte tensión en las relaciones teológicas y doctrinales con los protestantes y también en cierta forma con los ortodoxos.

LOS CUATRO DOGMAS MARIANOS

Hasta ahora la Iglesia ha declarado cuatro verdades sobre María en forma dogmática: María Madre de Dios, María Siempre Virgen, La Inmaculada Concepción de María y la Asunción de María.

La Iglesia se fijó en María por causa de Jesús; desde la Biblia vemos aparecer a María relacionada con Jesús. Ella es nombrada en el evangelio de Lucas, el nombre de la virgen era María (Lc 1,27), porque Jesús al encarnarse tuvo que hacerlo en una persona concreta de carne y hueso, con nombre y apellido, perteneciente a una familia y un pueblo concretos.

En la medida que la Iglesia fue reflexionando en las verdades reveladas de Dios, siguió acudiendo a María para entender mejor a Jesús. Él era verdadero hombre y verdadero Dios; para ser verdadero hombre tiene que ser hijo de un ser humano; para ser verdadero Dios tiene que ser por obra del Espíritu de Dios y no por semilla humana. Y estos son los dos primeros dogmas marianos, la Maternidad Divina y la Virginidad de María, es decir, María es Madre de Dios y es siempre Virgen. María es una madre humana que da a luz un hijo que es Dios, el Mesías de Dios, pero sin tener relaciones con hombre. El relato de la Anunciación en Lucas (Cf. Lc 1,26-38), nos dice con claridad esta realidad humano-divina de Jesús, y que María es la madre, por la intervención del Espíritu Santo y no por la intervención de un varón humano. María es la madre de Cristo, que luego en el siglo V la Iglesia la proclama como madre de Dios (Theotokos), y María es al mismo tiempo Virgen, que la Iglesia en varias ocasiones declara como siempre virgen.

Ambas verdades sobre María aclaran la naturaleza de Cristo y fueron analizadas por la Iglesia durante los primero seis siglos para superar todas las discusiones cristológicas. Si Cristo es realmente humano es porque tiene una madre humana; si Cristo es realmente divino es porque fue engendrado por el Espíritu Santo en una madre virgen.

Los otros dogmas marianos, la Inmaculada Concepción y la Asunción, se centran más directamente en la figura de María, pero también tienen que ver con la cristología y la eclesiología; son la consecuencia lógica de la Historia de la Salvación, y a nivel teológico, son la consecuencia lógica de la vida de Cristo y de su acción salvífica concreta en la Iglesia.

Así como el Verbo se hizo carne en una mujer concreta de carne y hueso, sino no hubiese sido realmente humano; así mismo su acción salvífica es concreta en la Iglesia, que es su cuerpo místico. La doctrina de la Iglesia, que está plasmada en el credo, tiene como su centro el misterio pascual de Cristo, que da como resultado el perdón de los pecados y por lo tanto la limpieza del mal, para poder acceder a Dios. El poder redentor de Dios, realizado por medio de Jesucristo, tiene como resultado final la creación de su propio cuerpo que es la Iglesia; este cuerpo debe ser puro, inmaculado y santo; es la marca fundamental de la santidad de Dios, que afecta la humanidad y la hace apta para participar en el reino

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