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El Cristianismo


Enviado por   •  19 de Marzo de 2015  •  3.029 Palabras (13 Páginas)  •  214 Visitas

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El cristianismo es una religión de tipo monoteísta, es decir, creen en un solo dios. Ésta religión está basada en la vida y las enseñanzas que le son atribuidas a Jesús de Nazaret (Cristo, término cuyo significado es “ungido”), las cuales son presentadas en el canon bíblico y en las escrituras del Nuevo Testamento. Los creyentes de esta religión son llamados cristianos, y creen que Jesús es el hijo de Dios, el cual fue mandado según las profecías del Antiguo Testamento para ser el Mesías, quien moriría para la redención de nuestros pecados y resucita al tercer día después de su muerte.

Es una de las tres grandes religiones monoteístas, junto con el Judaísmo y el Islam, y la segunda por orden cronológico. En la actualidad, se duda si considerarlo una derivación (secta) del Judaísmo o una forma de oposición al mismo.

Este sistema religioso es considerado, en el contexto de las religiones, como perteneciente al grupo de las religiones salvadoras. Fue iniciada en Judea, en tiempos en los que los grupos de judíos (saduceos, fariseos, esenios y zelotes) se encontraban dominados por los romanos y, en esta región, fue donde Jesús de Nazaret inició su predicación pública ante todos sus camaradas judíos. En sus predicaciones Jesús aclaraba que no estaba ahí para abolir la ley judía o a los profetas, al contrario, él estaba ahí para hacerlas cumplir. De acuerdo con Jesús, lo importante no era el rígido fanatismo de la letra de la ley y el sometimiento a las reglas y a las prohibiciones, sino la transformación de lo íntimo de la persona: “Así, en todos los casos, haz a los demás lo que te gustaría que los otros te hicieran, porque esto resume la ley y los profetas”.

Si bien hubo gente que saludó a Jesús como el Mesías que libraría a Israel de la opresión y establecería el reino de Dios sobre la tierra, Jesús habló de un reino celestial, y no de un reino terrenal: “Mi reino no es de este mundo”. En consecuencia, defraudó a los radicales. Por su parte, los líderes religiosos conservadores juzgaron que Jesús socavaba el respeto hacia la religión judía tradicional; mientras que las autoridades romanas de Palestina y sus aliados locales, el nazareno era un revolucionario en potencia capaz de transformar las esperanzas judías de un reino mesiánico en una revuelta contra. Por consiguiente, Jesús se descubrió como objeto de diferencias en diversos ámbitos, y al final fue entregado a las autoridades romanas. El procurador Poncio Pilatos ordenó su crucifixión, pero, esto no resolvió el problema ya que unos pocos fieles seguidores de Jesús difundieron la noticia de que Jesús había vencido la muerte, había resucitado y luego había ascendido a los cielos. La creencia de la resurrección de Jesús se volvió un dogma importante de la doctrina cristiana, en este punto fue cuando Jesús era aclamado ahora como el “ungido” (Cristo en griego), el Mesías, quien regresaría e instauraría el reino de Dios en la tierra.

No se conoce con precisión el número de seguidores que pudo alcanzar el cristianismo en vida de Jesús de Nazaret, ni cuántos seguían dentro de la comunidad cristiana por él fundada tras su muerte, ajusticiado por las autoridades seculares. Sin embargo es bien conocido que, solo algunos años después de su muerte, Pablo de Tarso, un judío que, según el libro de los Hechos de los Apóstoles, poseía la ciudadanía romana, tuvo un papel destacado predicando y poniendo en contacto a diversos grupos cristianos del Oriente próximo.

El papel fundamental de Pablo de Tarso ha dejado una influencia notoria en la historia posterior. La tarea de estos primeros cristianos llevó a la formación de comunidades cristianas en numerosos lugares del Imperio Romano, especialmente en su parte oriental.

Llamado el “segundo fundador del cristianismo” (ya que el que se conoce como el primero es Juan Bautista), Pablo fue un judío, ciudadano romano, muy influido por la cultura griega helenística. Creía que el mensaje de Cristo debería ser predicado no sólo a los judíos, sino a los gentiles (los no judíos). Pablo fue pionero en la fundación de comunidades cristianas a todo lo largo de Asia Menor y en las costas del mar Egeo.

Fue Pablo quien proveyó un fundamento universal para la difusión de las ideas de Cristo. Enseñó que Cristo era, en efecto, un Dios redentor, el hijo de Dios, que había venido a la Tierra para salvar a todos los seres humanos, pecadores, de hecho, a causa del pecado original cometido por Adán al desobedecer a Dios. Con su muerte, Cristo había expiado los pecados de la humanidad y había hecho posible que todos los hombres y mujeres experimentaran un nuevo comienzo con la posibilidad de la salvación personal. Aceptando a Cristo como salvador, ellos también podrían ser salvados.

Al principio, el cristianismo se diseminó con lentitud. Aunque las enseñanzas del primitivo cristianismo se difundían mayormente por la prédica de los cristianos proselitistas, también hicieron su aparición materiales escritos. Pablo escribió una serie de cartas, o epístolas, que delineaban las creencias cristianas en diferentes comunidades. Asimismo, algunos de los discípulos de Cristo bien pudieron conservar algunos dé los dichos del maestro en forma escrita, y los transmitieron como memorias personales, que más tarde llegaron a constituir las bases de los evangelios escritos —la “buena nueva” respecto a Cristo— los cuales trataron de formular un registro de la vida y de las enseñanzas de Cristo, y establecieron el núcleo del Nuevo Testamento.

Aunque Jerusalén fue el primer centro del cristianismo, su destrucción por los romanos en el año 70 de nuestra era dejó a las iglesias cristianas con una considerable independencia. Alrededor del año 100 se habían fundado iglesias cristianas en muchas de las ciudades principales del oriente, así como en algunos lugares de la parte occidental del imperio.

Muchos de los primeros cristianos provenían de las filas de los judíos helenizados y de las poblaciones del oriente de habla griega. Pero en los siglos III y IV, un creciente número de seguidores hablaban latín.

Los grupos de primeros cristianos se reunían al atardecer en casas privadas para compartir una comida comunal, llamada ágape, o banquete de amor, y para celebrar lo que llegó a conocerse como el sacramento de la eucaristía, o cena del Señor, celebración comunal de la última cena de Cristo.

Al formarse las primeras comunidades cristianas tenían una organización flexible, en la que hombres y mujeres desempeñaban funciones importantes. Algunas mujeres ejercían posiciones relevantes y, a menudo, como predicadoras.

Las iglesias locales se congregaban bajo el gobierno de consejos de ancianos (o presbíteros), pero, a principios del segundo siglo, ciertos funcionarios

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