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El Perado Personal Y Social


Enviado por   •  3 de Agosto de 2014  •  640 Palabras (3 Páginas)  •  228 Visitas

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RELIGIÓN 9 GRADO.

Tema: La conversión y el nuevo nacimiento como condición para recuperar la integridad moral.

Competencia: Conoce el sentido de la conversión predicada por Jesucristo y las exigencias morales a quien cree en Él y se hace su discípulo.

Actividad: Taller por aprendizaje cooperativo (ver preguntas al final)

Las cosas tienen que cambiar Para hablar de la «conversión» que pide Jesús, los evangelios utilizan el verbo metanoein, que significa cambiar de manera de «pensar» y de «actuar».

Entre los judíos se conocía muy bien el término teshubá «<conversión»), que literalmente significa «retorno» o «vuelta», e indica la respuesta a la llamada que tantas veces habían hecho al pueblo los profetas: <<Volved a Yahvé».

¿Qué esperaba Jesús en concreto? ¿Cómo se imaginaba la implantación del reino de Dios? ¿Qué tenía que suceder para que, de verdad, el reino de Dios se concretara en algo bueno para los pobres? ¿Pensaba solo en la conversión de los que le escuchaban para que Dios transformara sus corazones y reinara en un número cada vez mayor de seguidores? ¿Buscaba sencillamente la purificación de la religión judía? ¿Pensaba en una transformación social y política profunda en Israel, en el Imperio romano y, en definitiva, en el mundo entero? Ciertamente, el reino de Dios no era para Jesús algo vago o etéreo. La irrupción de Dios está pidiendo un cambio profundo. Si anuncia el reino de Dios es para despertar esperanza y llamar a todos a cambiar de manera de pensar y de actuar. Hay que «entrar» en el reino de Dios, dejarse transformar por su dinámica y empezar a construir la vida tal como la quiere Dios.

Pronto comienza Jesús a hablar un lenguaje nuevo: está llegando el «reino de Dios». No hay que seguir esperando más, hay que acogerlo. Lo que a Juan le parecía algo todavía alejado, está ya irrumpiendo; pronto desplegará su fuerza salvadora. Hay que proclamar a todos esta «Buena Noticia». El pueblo se ha de convertir, pero la conversión no va a consistir en prepararse para un juicio, como pensaba Juan, sino en «entrar» en el «reino de Dios» y acoger su perdón salvador.

Jesús lo ofrece a todos. No solo a los bautizados por Juan en el Jordán, también a los no bautizados. No desaparece en Jesús la idea del juicio, pero cambia totalmente su perspectiva. Dios llega para todos como salvador, no como juez. Pero Dios no fuerza a nadie; solo invita. Su invitación puede ser acogida o rechazada. Cada uno decide su destino. Unos escuchan la invitación, acogen el reino de Dios, entran en su dinámica y se dejan transformar; otros no escuchan la buena noticia, rechazan el reino, no entran en la dinámica de Dios y se cierran a la salvación.

Jesús

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