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La Gracia Barata


Enviado por   •  1 de Julio de 2013  •  652 Palabras (3 Páginas)  •  309 Visitas

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La gracia barata Una de las características importantes de la teología protestante desde la Reforma de Lutero, es la salvación por gracia. Así, además del conocido texto “mas el justo por la fe vivirá”, nos gusta mucho el otro texto “por gracia sois salvos, por medio de la fe”. También el lema de la Reforma es “sola gracia, sola fe, sola escritura”. Y todo ello es correcto y no hay ningún evangélico que dude de ello. Pero ya un teólogo protestante alemán, llamado Dietrich Bonhoeffer, se daba cuenta de un cierto peligro para los cristianos al aplicar de forma ligera la expresión de que sólo es suficiente la gracia para la salvación. Se dio cuenta que puede haber un concepto de “gracia barata”. Es decir, una aplicación de la gracia que nos suma en una despreocupación por el compromiso con el hombre, una irresponsabilidad hacia las implicaciones de la propia gracia y de la fe, una pasividad ante el esfuerzo de ayuda al prójimo sufriente, una insolidaridad vana que nos impida cumplir con nuestros deberes de projimidad. La gracia no es una carta blanca para ya vivir despreocupados, porque ya se ha hecho todo para nuestro perdón. Ponemos tanta confianza en la gracia que pasamos de las implicaciones que tiene el vivir el don de la gracia. Es como si la gracia ya nos dispensara de cualquier esfuerzo humano solidario con el prójimo y de cualquier preocupación por seguir los estilos de vida y los compromisos del Maestro. Pues esa “gracia barata” es una trampa de Satanás. El descansar sobre la gracia y sobre la fe, para no estar preocupado por los problemas del mundo y por el sufrimiento de los hombres, es señal de que no se posee la auténtica gracia y la auténtica fe que llevan unas implicaciones naturales de compromiso con el hombre sufriente. Adherirse a la “gracia barata”, es devaluar el concepto de gracia. La gracia genuina que nos lleva al arrepentimiento, al cambio y a una nueva vida en Cristo, es una gracia que nos ilumina y nos convierte en las manos y los pies de Jesús en medio de un mundo de dolor. La gracia genuina implica unas renuncias y la asunción de unos compromisos en el seguimiento a Jesús. Nos va a llevar a que también participemos en llevar la cruz de Jesús, en el acercamiento del Reino de Dios y lo que implica toda la justicia del Reino, a los más pobres, despojados, marginados y proscritos. Ese es el Evangelio de Jesús y, para poder seguirlo, necesitamos de su gracia, pero no de esa “gracia barata” que devalúa la vivencia cristiana y que transforma a la fe en una fe pasiva y no actuante, pues la fe y la gracia como don de Dios es una fe y una gracia actuante, comprometida en el seguimiento al Maestro. Es la “fe que obra por el amor”, una fe activa que necesita del compromiso amoroso con el hombre para no morirse y dejar de ser. Pero es una gracia activa y motivadora que, aunque nos cueste compromiso

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