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La misión.


Enviado por   •  24 de Julio de 2016  •  Trabajos  •  902 Palabras (4 Páginas)  •  205 Visitas

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La Misión

EL PROPÓSITO DE LA MISIÓN

La palabra misión se deriva del sustantivo latino missio, que significa «envío». Y para la mayoría de nosotros el concepto de misión que tenemos es el de una actividad de la iglesia local, o de sus enviados más señalados, los misioneros. No es que este concepto sea erróneo, pero es incompleto.

En vez de centrarnos en el envío y quién lo lleva, debemos poner nuestro enfoque sobre todo en quién lo envía y el propósito final que pretende alcanzar. Esta es la visión que la Biblia nos presenta. Desde Génesis a Apocalipsis se revela el carácter de Dios pero también su propósito de redimir la creación y cómo invita a sus siervos a participar con él en llevarlo a cabo. Descubrimos un Dios misionero que delega una misión especial a su pueblo Israel, a su hijo Jesucristo, y finalmente a la iglesia.

Nos remitimos ahora al final del evangelio de Mateo donde encontramos un texto muy conocido. Jesús dijo a los apóstoles: «id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén» (Mateo 28:19,20). Encontramos versiones de este mandato en cada uno de los cuatro evangelios y también al principio del libro de Hechos. Las últimas palabras de Jesús en la tierra fueron: «y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria y hasta lo último de la tierra» (Hechos 1:8). Pero, de nuevo debemos tener mucho cuidado con enfocarnos en los enviados y no en el propósito final. Hacemos discípulos, pero ¿para qué? Plantamos iglesias, pero ¿para qué? La carta de Pablo a los Efesios nos da la respuesta:

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra (Efesios 1:3-10).

Este es el «para qué». El propósito de Dios en escogernos como sus hijos, en hacernos sus discípulos, en formar comunidades de fe, es reunir todas las cosas en Cristo. La misión de Dios va mucho más allá que decisiones individuales para Cristo o el establecimiento de una iglesia en un pueblo donde no hay. La misión de Dios tiene dimensiones cósmicas, tiene el fin de «reunir todas las cosas en Cristo». La misión de Dios es la extensión de Su Reino hasta que todo se reúna bajo la autoridad de Cristo.

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