Las oportunidades de Dios

Quiero comenzar con la siguiente frase: “Cuando Dios Cierra una Puerta, Abre una Ventana”. Romanos 8:28-30; Salmo 37:23-25

Muchos hemos escuchado esta frase y cada uno le ha dado un distinto significado de acuerdo a lo que nos ocurre día a día. Lo que generalmente entendemos en esta frase, o más bien el significado que le asociamos es que en momentos difíciles, Dios nos ofrece siempre una salida o más bien una solución

Es a través de esta frase que me gustaría contextualizar mi relato. Durante todo el año pasado estuve preparándome para dar una prueba, la cual definiría la universidad a la que entraría, la carrera que estudiaría, en resumen, definiría todo mi futuro. Fue un año muy duro y me costó mucho sobrellevarlo debido a que sentía que todos avanzaban en sus vidas y en su futuro mientras yo me quedaba ahí esperando algo. Pasaron los meses y llegó el esperado día, en el que me tenía que enfrentar a aquella prueba. Al momento de rendirla me sentí muy tranquila, pues confiaba en todo lo que había estudiado y me había preparado durante el año, por lo que no tuve mayores dificultades y di lo mejor de mí. Después de casi un mes, salieron los resultados y al momento de verlos, quedé sorprendida de mis resultados, pero no de una manera positiva. Sentí que todo mi sacrificio no sirvió de nada, sentí que esos resultados no demostraban todo lo que había estudiado y todo lo que sabía, me sentí sola, sentí incluso que Dios me había abandonado, no podía dejar de pensar por qué si lo había pedido tanto, Dios no me había ayudado a obtener los resultados que yo esperaba.  Pasaron un par de días y mi entorno más cercano  me apoyó tanto que ya no sentía que estaba sola frente a este obstáculo, ya no sentía que mi vida se había acabado y que no tendría el futuro que yo quería. Terminó el año y se llevó todo lo malo, me dije a mi misma que debía recibir este nuevo  año con  las mejores energías, y mi gran propósito de año nuevo fue acércame más a mi espiritualidad, y por ende a mi religión. Días antes de saber si había quedado o no en la Universidad de mis sueños, me sentía tranquila ya que volví a confiar en que todo iba a estar bien y se iba a resolver, y volví a confiar en que Dios me ayudaría en esto. El día tan esperado llegó y a mi sorpresa, quedé en la Universidad que quería, en la carrera que de a poco se convirtió en mi primera opción  

Mi objetivo, no es ser autorreferente, ni mucho menos  sino que expresar que como dice la frase que puse arriba, yo llegué a pensar que mi vida se había acabado, que ya no tenía nada, sentía que Dios me había abandonado, que estaba en el momento más oscuro por el que había pasado en toda mi vida, que ya no había solución, que me había fallado a mí y a todos los que creyeron en que podía lograrlo. Pero después que pasó la conmoción, me di cuenta que si había salida, que la vida no se acaba porque te va mal en una prueba sumamente estandarizada, que todavía podía cumplir mi sueño de ir a la Universidad y estudiar la carrera de mis  sueños, y que todo el periodo de oscuridad por el que pasé me serviría para apreciar más todo lo que tengo. Pero jamás habría salido de ese momento difícil sin la ayuda de mi familia, de mi entorno más cercano y sin duda  sin el  infinito apoyo de Dios.

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