Los Cuatro Acuerdos
karitoh223 de Septiembre de 2014
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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
LORENA TÉLLEZ
El libro “Los cuatro acuerdos” de Don Miguel Ruiz lo puedo definir como una guía para alcanzar la felicidad que nosotros mismos nos hemos negado. Al leerlo nos damos cuenta de que muchas de nuestras inquietudes o frustraciones tienen respuesta en sus páginas y que realmente no son tan difíciles de solucionar. “Los cuatro acuerdos” es un manual para aprender a ser felices, a disfrutar de la vida y ayudarnos a ir más allá de la simple satisfacción personal.
Para los Toltecas, cultura de la cual Miguel Ruiz saca sus enseñanzas, la realidad en que vivimos no es otra cosa más que un sueño colectivo, todo aquello que escuchamos o vemos lo estamos soñando, y soñamos las 24 horas del día. La suma de cada sueño individual recoge todas las religiones, leyes, creencias y demás que hay en el planeta y conforman el sueño de una familia, un país y en general, el sueño colectivo de un planeta.
Una vez dicho esto podemos empezar a hablar de lo que el autor llama la domesticación. Tal vez nos hallamos cuestionado en algún momento de nuestras vidas si todo lo que vemos o sentimos es realmente así, o si simplemente lo vemos y sentimos de esa manera porque fue así como nos enseñaron a interpretar una u otra situación.
Todas las creencias o convicciones, que forman nuestro sueño individual llegaron a nosotros desde pequeños cuando los adultos captaron nuestra atención y nos transmitieron lo que para ellos era bueno, correcto o bello y lo que por el contrario era malo, incorrecto o feo. De niños creímos en esto y mucha de la información del sueño del planeta quedó en nuestro sueño personal y así fuimos domesticados. Esta afirmación del autor es una de las que más me llama la atención del libro, porque en realidad cuando juzgamos a otros por sus comportamientos o actitudes no estamos haciendo más que devolvernos a dar una hojeada a nuestro sistema de creencias y decidimos si, según nuestra domesticación, eso está bien o está mal. La domesticación somete nuestra libertad y nos deja inmersos en un mundo de condicionamientos y acuerdos que hacemos con nosotros mismos, hasta el punto de que, cuando crecemos, no necesitamos que alguien más esté ahí porque nos autodomesticamos.
Tal vez una de las enseñanzas más grandes me la dejó lo siguiente que voy a explicar y es el sistema del juez y la víctima. Ese sistema de creencias al que me refería cuando queremos saber si algo está bien o mal, es como un libro de leyes y todos los juicios, tanto personales como a nivel exterior los basamos en él. El autor toca un tema muy importante que es el miedo. Cualquier cosa que no vaya de acuerdo a nuestro sistema de creencias nos genera inseguridad y miedo, y estos son los responsables de nuestra infelicidad. Tenemos miedo al rechazo y al castigo porque así nos enseñaron y sin embargo casi todas las creencias que almacenamos son mentiras. Si pudiéramos superar ese miedo, veríamos la verdad y lógicamente dejaríamos de sufrir por lo que no lo es; seríamos libres. Para mi esta enseñanza me ayudó a entender cosas que me hacían sufrir y creo que de aquí se desprende la clave de la felicidad.
“Nadie, en toda tu vida, te ha maltratado más que tú mismo”.
Como queremos sentirnos lo suficientemente buenos para los demás, creamos una imagen para ser aceptados pero como no logramos ser perfectos según nuestro sistema de creencias, nos castigamos y nos juzgamos, sin saber que es lo peor que podemos hacer contra nosotros.
Tenemos algo que el autor llama a lo largo de la obra acuerdos. Tenemos acuerdos que nos hacen fracasar y que evitan que seamos felices. Si no rompemos con esos acuerdos estaremos siempre llenos de miedo y el miedo nos quitará la energía. Para romper con estos que tanto daño nos hacen,
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