Los excesos de la religión.

Los excesos de la religión

Hace no mucho me llegó la noticia de que la hermana de una de mis mejores amigas, una chica muy dulce y buena,  quiere, como dicen, “entregarle su vida a Dios”. Ella ha optado por convertirse en monja, en vez de estudiar alguna carrera universitaria, porque así siente que con la oración va a ayudar a muchas personas. Está bien que lo haga y respeto su postura y su decisión si es eso lo que la hace feliz. Lo malo está en que una vez que entre solo va a poder ver a su familia muy de vez en cuando y a través de una puerta con una pequeña ventana con rejas. Es por eso que introduzco el tema de actualizar las instituciones religiosas, porque me parece que es muy doloroso, para su familia y amigos sobre todo,  tener que dejarla ir a un lugar así, tan estricto e insensible donde tiene solo siete años para arrepentirse y salir.

Ya que esto fue introducido hace mucho tiempo, en la antigüedad, pienso y sostengo que hay que cambiar las diversas restricciones que implica ser parte de la Iglesia. Las normas tienen que ser más flexibles y adaptarse a la realidad del mundo actual. Está bien que crean en Dios, pero no hay que irse al extremo.

Si bien es correcto aferrarse a algo para sobrellevar la vida y las difíciles situaciones que vienen con ella, me parece una locura obsesionarse tanto con la religión ya que a veces los lleva a vivir como en una burbuja. Los cría para ser buenas personas con todos los habitantes de este mundo, pero no los hace tomar conciencia sobre el exterior y las cosas malas que existen, que ocurren cotidianamente.

En mi opinión los sacerdotes, cardenales y el Papa tendrían que poder casarse porque eso no interfiere en lo más mínimo con la fe y las creencias, lo les cambiaría nada, solo les daría una gran felicidad. Lo mismo con las monjas y los monjes, tendrían que tener ese tipo de libertades que no causan ningún daño o alteración.

Los conventos, monasterios u otras instituciones eclesiásticas donde las personas que ingresan quedan aisladas del mundo ya no deberían ni existir. Porque por más de que entren para compartir su vida con Dios y aunque estén haciendo algo bueno, también están dejando mal a sus seres queridos, quienes los van a extrañar muchísimo. Sinceramente me parece un acto de egoísmo, ya que toman decisiones muy importantes y casi definitivas sin tener en cuenta a los demás.

Además estarían desperdiciando la vida, lo hermoso que es convivir con las demás personas, disfrutar de recibir y dar cariño a familiares y amigos. Viajar… Lo hermoso que es viajar y conocer nuevos lugares, otras costumbres y personas. ¿Se perderían todas esas hermosas cosas de la vida por entregar su vida a Dios?

Sería mucho mejor ayudar a la gente con necesidades o problemas de forma directa y en persona, lo que genera muchas más emociones de ambos lados, es decir, para la persona que recibe la ayuda y para la que la da sería una experiencia linda e inolvidable.

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