Mateo 6:26-34
mal2pr25 de Octubre de 2014
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Sistema Universitario Ana G. Méndez
Escuela de Estudios Profesionales-Programa Ahora
Universidad Metropolitana, Cupey
Ensayo Narrativo
Mateo 6:26-34
Alberto Maldonado
Sábado, 13 de septiembre de 2014
Prof. Yazmín Díaz Torres, Ph. D. (C)
Español Básico I
SPAN 101
Mateo 6:26-34
Como olvidar aquel 5 de enero de 2013. Fiesta de Reyes, el comienzo de las octavitas y final de navidades borriqueñas. Noche en la cual todos se reunían con familiares y amistades para juntos esperar la gran llegada de los Tres Reyes Magos. Allí nos encontrábamos mi esposa Lehyrin, mi hija Keiliany y yo. Frente a la puerta de la casa de una familia la cual nos invitó para que fuéramos a recoger los regalos que habían dejado por adelantado para nuestra hija. Las primeras navidades de mi hija, yo sin trabajo y mi mente dando vueltas porque no había podido regalarle a mi hija los famosos bloques de colores que con tantas ansias deseaba que tuviese. Sin saber qué nos esperada adentro y con pocas ganas de celebrar, se abrieron las puertas de la casa y entramos.
Ambiente de alegría, gozo y felicidad. Fiesta de Reyes, las tan deseadas navidades en Puerto Rico. Con cuatro y guitarra en mano, entremeses y refrescos, tocamos y cantamos como sabemos hacer aquí en la isla. Cada vez que había una pausa, mientras me daba un buche de refresco miraba al techo y le preguntaba tantas cosas a Dios. Fuera del trabajo desde septiembre, sin sueldo y sin saber cuándo volvería a cobrar. Hombre al fin, solo quería poder ser el proveedor de mi hija y de mi casa. Lo más que anhelaba era poder regar bloques por toda la sala de nuestra casa y juntos construir lo que imagináramos mientras le enseñaba los colores.
Llegó el momento de repartir los regalos, momento donde se me hizo un nudo en la garganta, momento el cual no quería que llegara. Mientras mi hija abría los primeros regalos y todos alegres por la reacción de Keiliany por sus nuevos juguetes, yo me rasqué la cabeza y volví a preguntarle a Dios cuál era el plan esa noche. Vi como los anfitriones discutían en el pasillo con una enorme caja en las manos sobre algún desacuerdo. Después de varios minutos me entregaron la famosa caja. La sacudí loco por saber que había en ella. Todo cambió en ese momento, miré a mi esposa y entendimos que Dios había estado en el asunto desde el principio. Les pregunté porqué discutían y me explicaron que todos los regalos los habían escogido según la edad de mi hija pero éste en específico era para niños de tres años en adelante y Keiliany no tenía un añito todavía.
Ellos, sabiendo por la situación difícil que mi familia atravesaba, organizaron este compartir sin entender su rol dentro de la enseñanza. Les expliqué sobre el regalo que quería para mi hija pero no podía darle. Me contaron que en una actividad de voluntarios en diciembre les permitieron escoger un regalo. Escogieron los bloques y los llevaron a la casa sin saber para quien serían. Sin estar de acuerdo, envolvieron el regalo. Discutieron hasta el último momento, pero al final fueron el canal que Dios utilizó para bendecir a nuestra familia.
Nos despedimos después de una larga noche de nuevas experiencias. Miré hacia el cielo con la caja en mano y di gracias a Dios por mi regalo. Según Mateo 6:25-34 Dios Habla Hoy (DHH)
Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en el cielo les
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