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Novena . ACTO DE CONTRICIÓN


Enviado por   •  28 de Julio de 2016  •  Síntesis  •  5.333 Palabras (22 Páginas)  •  267 Visitas

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NOVENA

 En el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Jesús amabilísimo, a quien ofendí. Mi dulce Salvador, contra quien pequé. Yo soy aquel pecador ciego, que horrorizado de mis gravísimas culpas, temiendo caer en manos de vuestra justicia, apelo con tiempo, al tribunal de vuestra misericordia; y viendo que en figura del tierno y delicado Niño habéis colocado en María Santísima del Carmen este solio, confiada acude mi alma por el perdón y remedio, cierta de que nada le negaréis mediante tan eficaz y poderoso patrimonio. Vos, Señor, la constituisteis vida, dulzura y esperanza nuestra. Vos la destinasteis con el singular título del CARMEN, para Madre y especial abogada de nuestro pueblo, con pregorrativa tan insigne, que aún no había venido al mundo en realidad, y ya lo favorecía en figura; pues el Santo Profeta Elías diviso su sombra en aquella pequeña nube (como la huella de un hombre) que subía del mar, trayendo consigo la deseada fertilidad para la tierra. Señor, mi corazón perverso es la tierra más seca, infructífera y pésima que hay en todo el mundo. Dadle Vos un riego de vuestra misericordia. Descienda hasta mí la piadosa nube de María Santísima del Carmen vuestra querida Madre, ¡amén! y se verificara lo que dijo por boca de Salomón: penetré el profundo del abismo. Desde aquí clamo a Vos mi Jesús. Oíd las voces de mi dolor, angustia y arrepentimiento. Atiendan a mis ruegos vuestros piadosos oídos. Tened misericordia de todos vuestros redimidos, y perdonadme, y serviros fielmente hasta el fin de mi vida. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Oh María dulcísima, Virgen y Madre de Dios. Carmen suavísima que entre las lamentaciones de mis culpas y severas amenazas de la Divina Justicia, medias como un iris de clemencia, mejor que el Profeta Ezequiel en un libro que se le mostró escrito. GLORIA ESPECIAL DEL Monte Líbano, y graciosa hermosura del Carmelo, que solo con tu vista consuela: con tu presencia alumbras: con nombrarte enciendes la almas; y solo con tu memoria endulzas todas las tribulaciones de los fieles. Cabeza enigmática que aclamó en epitalamios Cristo a su Iglesia; porque si la cabeza es la parte principal y primera de los cuerpos, el título del Carmen fue el principal o primero de los cultos. Reina y Señora universal de todas las criaturas, cuyo poderoso cetro ejercitas en cielo y tierra, infierno y purgatorio, como los tienes probados en el célebre Bula Sabatina, y comprobado con admirables portentos. Abogada especial de las almas que tratan de oración, cuyo ejercicio celeste es el carácter de tu profética religión carmelitana. Postrado humildemente ante el sublime trono de tu grandeza te suplico me admitas en el numero dichoso de tus siervos, hijos y amartelados devotos; para que amparado de tu protección amorosa, merezca yo los espaciales favores de tu misericordia, para salir del mal y vivir en sólo Dios. Amén.

DÍA PRIMERO

Misericordiosísima Virgen María, consuelo de los afligidos, Madre compasiva de atribulados y milagroso amparo de tus devotos. Mar inagotable de piedades, que a fuerza de prodigios sabes conducir a la gloria de tus amantes, no desdeñándote de ocurrir propicia a sus ruegos, aun cuando positivamente desmerezcan tus favores. Así lo experimento un facineroso, ladrón y acecino, de sus feas culpas esclavo miserable, quien buscando a un enemigo suyo para quitarle la vida, lo encontró en la soledad de un monte, donde no solo fue vencido de su contrario, sino que lo cortó la cabeza, que separada de su cuerpo cayo rondando por el monte a gran distancia dando al mismo tiempo, lastimosas voces y pidiéndole confesión con milagrosos gritos; y asombrados con este portento, el matador llamo a prisa a un sacerdote, para que lo oyese en penitencia.

Mas, como el sacerdote poseído de pavor y susto, le dijese que si no se juntaba con su cuerpo, no le confesaría; revolvió entonces la cabeza, dando saltos por el monte en busca de su cuerpo, hasta que lo halló y se juntó a la garganta, de donde fue dividida, y al punto confesó no solo sus culpas, sino también tus inefables misericordias; pues aseguró, en aquel trance, que no había tenido otra devoción en su vida, que a la Virgen Santísima del Carmen, por cuyo respeto ayunaba miércoles y sábado, y a quien clamo en aquella tribulación fatal, con amorosos ruegos. ¡Oh Madre amabilísima! ya sé que es temeridad confiar en tu protección para vivir en el pecado. Sé que tu no hiciste este y otros prodigios para asegurar a tus devotos en el cautiverio del demonio, sino para alertarlos, con tu dulce patrimonio, a sacudir el inefable yugo de este cautiverio.

Esto es lo principalmente te pido muy redimido. Ayúdame dulcísima Madre a confesarme bien, hoy, por ser día primero de tu devota novena. Aquella cortada cabeza no agotó vuestro poder. Tan poderosa eres ahora como entonces; y pues por Ti, logro ella confesarse para morir por Ti, también logre yo lo mismo para vivir cumpliendo con la obligación de mi estado, y agradar solamente a Dios. Así lo espero por tu piedad, con lo que particularmente te suplico. Amén.

DÍA SEGUNDO

Purísima azucena de la gloria, cándida y limpísimo jazmín del Caramelo, cuya suave fragancia y hermosura, del seno del Eterno Padre te atrajo al Verbo Eterno, de tus perfecciones enamorado. Armiño que no sufres manchas, ni en tus siervos devotos; si estos obstinadamente no las dejan, permites que se desnuden ante la preciosa gala de tu Santo Escapulario, en pena de su culpa, y principio de su eterna e infinita desgracia. No quites, Señora, esta prenda d mi afiliación, señal de paz y de alianza sempiterna, para que no me suceda lo que a un mancebo que la lujuria en cuerpo y alma, iba esta en solicitud de una doncella, y por el camino se le acompaño un perrillo, pequeño al principio, pero cada rato crecía más y era más grande mientras más se acercaba a la casa prohibida: de modo que cuando entro por sus puertas, ya era un fierísimo y corpulento mastín que llenó de miedo y gran susto a la mujer. “No temas, le dijo entonces que es un perro manso que se ha aficionado, y espero me defenderá en cualquier riesgo". Dicho esto, para ejecutar la culpa, se quitó el Escapulario que llevaba, e inmediatamente envistió del demonio que venía disfrazado con aquel bruto, arrojando Juego por la boca, ojos, nariz, y enterrándole en el pecho los colmillos, le abrió una brecha grande por donde le arrancó el corazón y se lo comió mirándolo con aireados ojos a la mujer, con quien hubiera hecho lo mismo, a permitírselo Dios.

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